martes, 24 de noviembre de 2015

Siete pasos para combatir al fascismo

Por David Karvala
@davidkarvala

Abundan en las redes las propuestas de “X pasos para resolver el problema Y”. No veo ningún motivo para no utilizar este formato para hablar sobre cómo combatir el fascismo. Pensemos, entonces, en algunos pasos que hay que dar para frenar a la extrema derecha. Os puedo decir ya que quiero convenceros del valor de la estrategia representada por Unidad Contra el Fascismo y el Racismo (UCFR). Pero a esto ya llegaremos...

El primer paso es reconocer que el problema existe. En tu ciudad, ¿hay monumentos o simbología fascistas? ¿Se han celebrado manifestaciones nazis? ¿Ha habido agresiones fascistas? ¿Existen grupos fascistas? Si puedes responder, honestamente, que “No” a todas estas preguntas, y afirmar además que nadie en tu ciudad fomenta ideas xenófobas o islamófobas, entonces, puedes pasar de este texto, no lo necesitas (y ¡dinos dónde está esa ciudad tan afortunada!). Si la respuesta es que sí, sigue leyendo, hay que dar más pasos.

El segundo paso supone estar dispuesto/a a romper con los tópicos respecto al problema: de éstos hay bastantes. Puedes decir, “no les demos importancia; no hagamos nada; seguro que los fascistas desaparecerán”. Por muchas “teorías” y palabrería con la que se envuelva el argumento, es una respuesta superficial y, como espero demostrar, equivocada. Alternativamente, puedes hurgar en el fondo de un viejo armario, desempolvar unas banderas antifa y capuchas, e intentar unir la tropa radical para presentar pelea ante los fascistas. Esta respuesta demuestra más espíritu que la primera, pero tampoco suele funcionar. Si el problema son sólo 4 chavales fachas sin proyecto, puede ser efectiva, pero la verdad es que en este caso la primer opción también serviría. Ante una amenaza fascista real y creciente, ni la inacción ni una acción limitada a los sospechosos habituales (y suelen ser “los”) es suficiente. Hay que abrirse a otras opciones; aquí tienes el segundo paso.
Si queremos responder de manera efectiva, debemos analizar seriamente la situación real. Esto viene a ser el tercer paso.


El fascismo crece por casi toda Europa. En Francia, el Front National (FN) de Marine Le Pen ganó las elecciones europeas de 2014 y lidera las encuestas. (Por cierto, hace décadas que gran parte de la izquierda y de los movimientos sociales de Francia insisten en que el FN no es fascista y que en todo caso no hay que cometer el error de hablar de él, ni mucho menos combatirlo. Aplican esta “estrategia” desde hace al menos 35 años; dados los resultados, algunas personas diríamos “ya está bien, ¿no?”). Incluso en Suecia, el fascismo trajeado tiene medio centenar de escaños en el parlamento. Y aún más preocupante, el nazismo descarado es la tercera fuerza política en Hungría, donde Jobbik sacó el 20% de los votos en 2014. Estos son sólo unos ejemplos: cada día hay más. (Mirad, por ejemplo, las noticias de los fascistas de Polonia, que lograron movilizar a más de 40.000 personas en una enorme manifestación).

El fascismo no es un problema meramente local de unos chavales ultras; sus redes se extienden desde las calles hasta los parlamentos, de casi toda Europa.
El cuarto paso es menos deprimente. Se trata de aprender de donde sí se ha logrado frenar a la extrema derecha.

En Gran Bretaña, la situación es algo diferente a la del resto de Europa. En los años 70 el Frente Nacional británico (NF) llegó a ser una grave amenaza. Para combatirlo, a principios de 1978 se creó la Anti Nazi League (Liga Anti Nazi, ANL). Abarcó desde la izquierda radical hasta diputados laboristas, sindicatos, organizaciones de inmigrantes… y tuvo un movimiento hermano cultural muy importante, Rock Against Racism. Con manifestaciones, conciertos, millones de pegatinas, octavillas, chapas, carteles… y más manifestaciones, se derrotó al NF a principios de los 1980. Uno de los fragmentos se reorganizó en los 90 como el British National Party (BNP), pero éste también cayó ante una campaña unitaria. En la primera década de los 2000, en una situación ya más compleja, el BNP volvió a crecer, llegando a tener medio centenar de concejales y dos eurodiputados. Esta vez le hizo frente un movimiento aún más amplio, Unite Against Fascism (UAF), producto de la fusión de la ANL con otra red antirracista. Tras una larga lucha, UAF debilitó fatalmente al BNP, y luego también rompió el movimiento hooligan fascista, English Defence League. Con la derrota (parcial, temporal, como siempre) del fascismo, el partido xenófobo UKIP ha intentado hacerse un hueco. Ha tenido cierto éxito, pero también está sufriendo los efectos de la campaña de oposición unitaria, organizada bajo el nombre de Stand up to UKIP, (“Hagamos Frente a UKIP”); las últimas noticias son que sufre una crisis financiera por la bajada de apoyo.

La lección es clara. Nadie ha oído hablar del NF británico, mientras que el FN francés —que no ha tenido que enfrentarse a una lucha unitaria parecida— es la primera fuerza política de su país. Incluso en Grecia, donde Amanecer Dorado obtuvo casi el 7% en las recientes elecciones griegas, la situación sería mucho peor sin el trabajo de KEERFA, el movimiento unitario contra el fascismo. Sus movilizaciones tras el asesinato de Pavlos Fyssas fueron un factor clave para obligar al Estado a juzgar al partido nazi; Amanecer Dorado está casi ausente en las calles y las protestas locales han conseguido cerrar sus oficinas en municipio tras municipio.

En el Estado español la situación es más contradictoria. Hasta hace poco el fascismo tenía éxito electoral sólo en Catalunya, donde Plataforma per Catalunya (PxC) consiguió 67 concejalías en mayo de 2011. Desde entonces, sin embargo, PxC ha perdido votos, cargos y militantes: incluso expulsó a su fundador y cara mediática, Josep Anglada. Tras las elecciones de mayo de 2015, PxC sólo tiene 8 concejales. La clave es que se les ha expulsado de todos los ayuntamientos en todas las comarcas donde había un grupo fuerte de Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (ver el análisis aquí.).
Una victoria añadida fue el cierre del centro nazi “Tramuntana”, establecido por gente de PxC, en el distrito barcelonés de Sant Martí. Fue un éxito de la campaña unitaria vecinal liderada por el grupo local de UCFR, cuyo último paso fue la publicación de 10.000 ejemplares de un periódico dedicado a desenmascarar al centro.

Estos son hechos, resultados concretos. Las teorías que mantienen que la lucha unitaria no sirve, que no hay que hablar del fascismo, que la lucha antifascista debe limitarse a la
izquierda radical… son sólo eso: teorías que no han demostrado su efectividad ante la amenaza creciente del fascismo. (Por poner un ejemplo, ahora el fascismo empieza a crecer electoralmente cerca de Madrid. España 2000 tiene 6 concejales sólo en el corredor de Henares, casi tantos como PxC en toda Catalunya.)

El modelo de UCFR es el de un antifascismo del 99%. La enorme mayoría de la población estamos en contra del fascismo y podemos organizar luchas unitarias y efectivas. La clave es no exigir como precondición que todo el mundo se someta a las ideas de la izquierda radical, respecto a la cuestión nacional, el aborto, Palestina, etc. Por supuesto, las personas anticapitalistas no abandonamos nuestras ideas al participar en un movimiento unitario… pero tampoco podemos obligar a la gente que apoya al PSOE u otras opciones a hacerlo.

Simplemente, debemos unirnos en lo que compartimos, en nuestra oposición al fascismo. Si logramos hacerlo, seremos más fuertes para impulsar otras luchas y otros movimientos unitarios.
Así que el cuarto paso, larguito digamos, se podría resumir así: hay que plantearse aplicar lo que ha funcionado frente al fascismo; la lucha unitaria.

Por motivos como éstos, tras un largo proceso de preparación, se lanza estos días UCFR Madrid, para intentar responder de manera unitaria al grave problema de la extrema derecha en esa ciudad. Este largo proceso consistió en hablar con gente de diversas entidades, discutiendo lo que hacía falta (como algunas cosas que se comentan aquí), respondiendo a las dudas… primero en conversaciones individuales tomando un café, luego en diferentes asambleas, finalmente en reuniones dedicadas al tema.

Por esto, los pasos cinco, seis y siete son los más breves de explicar, y los que más trabajo implican. Hay que comentar todo esto con (por decir un número) tres diferentes personas: mediante un correo quizá; mejor por teléfono; mejor aún quedando para tomar un café. Estos son los pasos decisivos; empezar a tejer una red de oposición al fascismo que vaya más allá de las personas de siempre, y mucho más allá de la izquierda radical. Para derrotar al fascismo debemos hacer valer el poder del 99% de la población que sufriría de llegar al poder los nazis. Y la construcción de ese 99% pasa por hablar con las tres personas que representen para ti los últimos tres pasos.

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