Se pretende mostrar un PSOE con dos almas. Un alma al servicio de los poderes económicos que en lo táctico defendería una abstención ante la formación de un gobierno del Partido Popular y un PSOE más a la izquierda que se niega a la conformación de un gobierno del PP y que propone la votación de su militancia en esta coyuntura. Pero la realidad es que esta división no se fundamenta en diferencias políticas sustanciales sino en una disputa por la dirección del PSOE que ha llevado a ambas facciones a ocupar espacios distintos para salir reforzadxs a nivel interno. No podemos olvidar que Pedro Sánchez llegó a un acuerdo con Ciudadanos tras el 20 de diciembre o que durante todo el periodo en el que ha sido Secretario General no se ha distanciado de cuestiones como los rescates a los bancos, la reforma laboral, el pensionazo o el artículo 135 llevadas a cabo por el gobierno Zapatero. Por tanto y aunque Pedro Sánchez haya aparecido en estos últimos días como una ala más a la izquierda del PSOE de Susana Díaz, la realidad es que hasta ahora no se habían visibilizado divergencias políticas significativas. La controversia ha llegado al ver que unas terceras elecciones empezaban a ser una posibilidad cada día que pasaba más real. Y la diferencia reside en este elemento. Por un lado, Pedro Sánchez, sabía que abstenerse en la investidura del PP significaba su muerte política y por otro, Susana Díaz, Felipe González y cía sabían que Pedro Sánchez estaría dispuesto a ir a unas terceras elecciones por tal de no desaparecer políticamente. Por mucho que éstas supusieran para el PSOE un nuevo varapalo o que la clase dominante empujara para que se formase ya un gobierno y pudiera empezar a aplicar nuevas políticas de ajuste ya anunciadas por el propia Comisión Europea, el ya ex Secretario General seguía anteponiendo su devenir político. Eso es lo que no estaban dispuesto a asumir el bando de Susana Díaz. Para ellos, la figura de Pedro Sánchez es claramente lo de menos. Lo importante es no seguir bajando en los comicios electorales y facilitar ya que se empiecen a llevar a cabo políticas exigidas por la UE.
Otro elemento a tener en cuenta es la cuestión de la unidad de España. Por tal de llegar a conformar un gobierno alternativo y ganar tiempo hacia quizás unas terceras elecciones, Pedro Sánchez estaba dispuesto a hacer una pantomima y ponerse a hablar con las organizaciones nacionalistas. Ya lo dejó caer en varias de sus últimas intervenciones. Declaraciones del propio Secretario General de PSC, Miquel Iceta, apuntaba también a esa posibilidad. Eso ha sido también un elemento determinante para los barones del PSOE. Para ellos, así como para la burguesía española, la unidad de España ni se discute.
Esta crisis del PSOE es un síntoma de las dificultades con las que se encuentra la clase dominante para lograr una salida satisfactoria para sus intereses en el Estado español. Pero sabemos de sobra, como ya estamos viendo en países como Grecia, que no basta con la descomposición o el retroceso de los partidos social liberales para acabar con sus políticas. Ahora mismo hay un intento por parte de las fuerzas reformistas a la izquierda del PSOE de caracterizar la crisis del PSOE como una “crisis de Régimen”, situando el PSOE como el puntal central del Régimen político del 78. Esta caracterización es útil para la pugna de la base votante actual del PSOE pero tiene la enorme limitación de que no provocará una caída automática de pilares del Régimen del 78 como la Monarquía, la unidad de España o la propiedad de los capitalistas. Lo que nos encontramos en la actualidad es una organización política como Unidos Podemos que se postula como la gran alternativa por la izquierda al PSOE pero que no cuestiona esos pilares del Régimen, más que una caída del Régimen todo apunta a que podamos encontrarnos ante un recambio o una fragmentación en el ala izquierda de este Régimen. Ese es al menos el objetivo de Unidos Podemos.
Lo que situó en la conciencia colectiva al PSOE como un verdadero partido de derechas fue la denuncia que se viene haciendo desde las calles desde el comienzo de la crisis y desde 2011 especialmente, a partir del 15-M y de las múltiples luchas de trabajadorxs. Este largo ciclo electoral y la idea de que se podía conformar un “gobierno de cambio” con el PSOE ha revitalizado la credibilidad de una figura como la de Pedro Sánchez y la de ciertos sectores de la dirección de este partido. La tarea que tenemos en nuestro bando social es la de recuperar las calles y volver a poner en el centro político aquella consigna de “PSOE y PP la misma mierda es”, distanciándonos de la lucha exclusivamente institucional en la que se encuentran las fuerzas reformistas actualmente, y recuperando elementos como el impago de la deuda, el aumento de los salarios al mismo nivel que el coste de la vida, la prohibición de los despidos, la abrogación de las dos reformas laborales, del pensionazo y la defensa de consignas democráticas como el modelo de estado o la cuestión nacional. Para conseguir arrancar esas demandas la movilización, las manifestaciones, las huelgas y las ocupaciones siguen siendo el mejor antídoto. Ahí, en ese campo es donde apelamos a todos los militantes del PSOE que se oponen a dejar gobernar al PP a que coincidamos en la movilización.Esa es la única forma de acabar con todos los pilares que verdaderamente ponen en jaque a los capitalistas y al Régimen del 78.
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