Por Oscar J. Domingo
Cuando faltan mujeres para "rellenar" listas electorales, cuando "hacen falta" para hacer bonito en un acto o porque la ley exige paridad (cosa que sigue doliendo a muchos machotes de pelo en pecho) es cuando decimos:¿Por qué no hay más mujeres? ¿por qué no se presentan a las primarias? ¿por qué no asisten a las reuniones? ¿por qué...?
Es entonces (solo entonces) cuando nos preguntamos todas esas cosas, pero... en lugar de intentar ir al centro del problema, nos limitamos a paliar las consecuencias con apaños malos y patriarcales que además volverán a reproducir el problema en la siguiente ocasión. No nos cuestionamos si las y los (que algunos habemos, como las meigas) feministas del espacio en cuestión tienen razón cuando critican que no se potencie que las mujeres representen al espacio en público, que expongan resúmenes, que hagan de portavoces y no de floreros, que acudan a la radio... no recordamos todos esos discursos. Solo buscamos "apaños".
Que la política está rodeada de un ambiente machista, patriarcal, violento y heteronormativo es algo en lo que parece que hay consenso. Que gran parte de los partidos y colectivos de diverso pelaje reproducen en sus estructuras esos vicios asfixiantes es algo en lo que no parece haber interés en debatir y mucho menos en cambiar. Los privilegios masculinos así lo demandan, y son muchos los compañeros-machotes que sangran por todos sus poros porque una mujer les lleve la contraria en público ( y si encima esa mujer es joven les parece el mayor de los despropósitos) o les adelante en una lista por una cuestión de corrección de género. Y no hablo de la derecha precisamente, sino de buena parte de la izquierda que solo solo se acuerda de Santa Barbara cuando truena.
No comprenderán éstos chicos (chiquillos en cuestiones de igualdad) que siglos de opresión contra las mujeres, de sumisión, de masculinización de la vida pública, de utilización de sus cuerpos, de desigualdades en todas las facetas de la vida, de imposición sobre sus cuerpos y un largo etcétera requieren ahora (entre muchas otras cosas) de discriminaciones en positivo y de que el resto nos forcemos a "ponernos las gafas violetas" para reconocer esas situaciones e intentar ponerlas remedio antes de que se conviertan en un problema y tengamos que volver a preguntarnos: Por qué no hay más mujeres?
Cuando faltan mujeres para "rellenar" listas electorales, cuando "hacen falta" para hacer bonito en un acto o porque la ley exige paridad (cosa que sigue doliendo a muchos machotes de pelo en pecho) es cuando decimos:¿Por qué no hay más mujeres? ¿por qué no se presentan a las primarias? ¿por qué no asisten a las reuniones? ¿por qué...?
Es entonces (solo entonces) cuando nos preguntamos todas esas cosas, pero... en lugar de intentar ir al centro del problema, nos limitamos a paliar las consecuencias con apaños malos y patriarcales que además volverán a reproducir el problema en la siguiente ocasión. No nos cuestionamos si las y los (que algunos habemos, como las meigas) feministas del espacio en cuestión tienen razón cuando critican que no se potencie que las mujeres representen al espacio en público, que expongan resúmenes, que hagan de portavoces y no de floreros, que acudan a la radio... no recordamos todos esos discursos. Solo buscamos "apaños".
Que la política está rodeada de un ambiente machista, patriarcal, violento y heteronormativo es algo en lo que parece que hay consenso. Que gran parte de los partidos y colectivos de diverso pelaje reproducen en sus estructuras esos vicios asfixiantes es algo en lo que no parece haber interés en debatir y mucho menos en cambiar. Los privilegios masculinos así lo demandan, y son muchos los compañeros-machotes que sangran por todos sus poros porque una mujer les lleve la contraria en público ( y si encima esa mujer es joven les parece el mayor de los despropósitos) o les adelante en una lista por una cuestión de corrección de género. Y no hablo de la derecha precisamente, sino de buena parte de la izquierda que solo solo se acuerda de Santa Barbara cuando truena.
No comprenderán éstos chicos (chiquillos en cuestiones de igualdad) que siglos de opresión contra las mujeres, de sumisión, de masculinización de la vida pública, de utilización de sus cuerpos, de desigualdades en todas las facetas de la vida, de imposición sobre sus cuerpos y un largo etcétera requieren ahora (entre muchas otras cosas) de discriminaciones en positivo y de que el resto nos forcemos a "ponernos las gafas violetas" para reconocer esas situaciones e intentar ponerlas remedio antes de que se conviertan en un problema y tengamos que volver a preguntarnos: Por qué no hay más mujeres?
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