El 8 de marzo, día internacional de la mujer, es una jornada combativa y reivindicativa. Una fecha idónea para poner el foco de atención en las opresiones sufridas por las mujeres y la desigualdad del sistema en el que estamos inmersas. Es un día de lucha feminista.
Este 8 de marzo desde Anticapitalistas queremos recordar que la crisis sigue afectando de forma específica a las mujeres, que siguen siendo responsables de sostener mediante enormes cantidades de trabajo de cuidados no remunerado un sistema que sin nosotras y nuestra labor reproductiva tendría las horas contadas. Nosotras seguimos realizando los trabajos menos valorados socialmente, ocupando las posiciones más precarias en el mercado laboral y haciéndonos cargo de forma invisble del sostenimiento de la vida. En definitiva el trabajo de las mujeres es infravalorado y, como demuestran las estadísticas, más flexible y precario. Las políticas de austeridad impuestas por unos pocos se traducen en recortes en servicios públicos y prestaciones sociales, paro, desahucios y pobreza para la mayoría. Frenteal retroceso del Estado del Bienestar se pide a los hogares que se hagan cargode forma privada de lo que debería ser una responsabilidad social: atender las necesidades básicas dela población, garantizar una vida digna a las personas dependientes, asegurar la escolarización en centro públicos para nuestros niños y niñas, garantizar comedores sociales, etc. Lo que tendría que ser atendido por políticas públicas acaba recayendo, una vez más, sobre las mujeres en el ámbito privado.
El gobierno, lejos de hacerse cargo de las desigualdades que imposibilitan avanzar en derechos, ahonda en ellas restringiendo aún más la autonomía de la mujeres. No sólo mediante recortes, sino también vulnerando su derecho más básico: el derecho al propio cuerpo. Vuelve a reformar de manera rápida y negligente la Ley del aborto, prohibiendo a las menores el derecho a abortar sin consentimiento de sus tutores legales. Bajo esta proposición de ley paternalista subyace la idea de que las mujeres jóvenes no tienen capacidad intelectual ni emocional para decidir sobre sus propios cuerpos y su propio futuro. Si esta ley sale adelante muchas mujeres jóvenes se verán obligadas a disminuir o dejar sus estudios para, de nuevo, dedicarse a un rol de cuidados impuesto y no deseado que perpetuará a la mujer como trabajadora precaria, eternamente ligada a puestos laborales socialmente inferiores a los de los varones.
Hemos dicho que 2015 será el año del cambio para las y los de abajo. Tenemos claro que esto sólo será posible si somos capaces de articular una mayoría que incluya entre sus reivindicaciones el patrimonio de la lucha feminista. Sólo si las mujeres tienen poder sobre sus cuerpos y sus vidas, sólo si dejan de ser las trabajadoras precarias y/o invisibles que sostienen un sistema injusto podremos avanzar hacia la transformaciónsocial. Por eso construir poder popular es, también construir feminismo. Porque queremos todos los derechos para todas las mujeres, queremos reivindicarlos en primera persona, desde la visibilidad y la participación política, y los queremos ya.
Por ello este día 8 de marzo salimos a las calles para llenarlas de feminismo, ni pagamos vuestra crisis ni aceptamos vuestra moral: nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestras decisiones.
Este 8 de marzo desde Anticapitalistas queremos recordar que la crisis sigue afectando de forma específica a las mujeres, que siguen siendo responsables de sostener mediante enormes cantidades de trabajo de cuidados no remunerado un sistema que sin nosotras y nuestra labor reproductiva tendría las horas contadas. Nosotras seguimos realizando los trabajos menos valorados socialmente, ocupando las posiciones más precarias en el mercado laboral y haciéndonos cargo de forma invisble del sostenimiento de la vida. En definitiva el trabajo de las mujeres es infravalorado y, como demuestran las estadísticas, más flexible y precario. Las políticas de austeridad impuestas por unos pocos se traducen en recortes en servicios públicos y prestaciones sociales, paro, desahucios y pobreza para la mayoría. Frenteal retroceso del Estado del Bienestar se pide a los hogares que se hagan cargode forma privada de lo que debería ser una responsabilidad social: atender las necesidades básicas dela población, garantizar una vida digna a las personas dependientes, asegurar la escolarización en centro públicos para nuestros niños y niñas, garantizar comedores sociales, etc. Lo que tendría que ser atendido por políticas públicas acaba recayendo, una vez más, sobre las mujeres en el ámbito privado.
El gobierno, lejos de hacerse cargo de las desigualdades que imposibilitan avanzar en derechos, ahonda en ellas restringiendo aún más la autonomía de la mujeres. No sólo mediante recortes, sino también vulnerando su derecho más básico: el derecho al propio cuerpo. Vuelve a reformar de manera rápida y negligente la Ley del aborto, prohibiendo a las menores el derecho a abortar sin consentimiento de sus tutores legales. Bajo esta proposición de ley paternalista subyace la idea de que las mujeres jóvenes no tienen capacidad intelectual ni emocional para decidir sobre sus propios cuerpos y su propio futuro. Si esta ley sale adelante muchas mujeres jóvenes se verán obligadas a disminuir o dejar sus estudios para, de nuevo, dedicarse a un rol de cuidados impuesto y no deseado que perpetuará a la mujer como trabajadora precaria, eternamente ligada a puestos laborales socialmente inferiores a los de los varones.
Hemos dicho que 2015 será el año del cambio para las y los de abajo. Tenemos claro que esto sólo será posible si somos capaces de articular una mayoría que incluya entre sus reivindicaciones el patrimonio de la lucha feminista. Sólo si las mujeres tienen poder sobre sus cuerpos y sus vidas, sólo si dejan de ser las trabajadoras precarias y/o invisibles que sostienen un sistema injusto podremos avanzar hacia la transformaciónsocial. Por eso construir poder popular es, también construir feminismo. Porque queremos todos los derechos para todas las mujeres, queremos reivindicarlos en primera persona, desde la visibilidad y la participación política, y los queremos ya.
Por ello este día 8 de marzo salimos a las calles para llenarlas de feminismo, ni pagamos vuestra crisis ni aceptamos vuestra moral: nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestras decisiones.
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