Cartel de la manifestación en Burgos: ¡Acude! |
Este 8 de marzo no nos felicitéis, porque estamos hartas. Porque el 8 de marzo es un día de celebración, pero hoy más que nunca es fundamentalmente un día de lucha. Las mujeres trabajadoras, las que trabajamos por un salario y las que trabajamos cuidando gratis, no vamos a tolerar que nos digan cómo debemos vivir nuestras vidas, que nos impongan su forma de ser “verdaderas mujeres”, que nos nieguen los derechos sociales y económicos básicos, que nos insulten por vivir nuestra sexualidad libremente.
Estamos hartas de que traten de impedirnos nuestro derecho a decidir qué hacemos con nuestros cuerpos. La reforma del aborto propuesta por el Partido Popular, con Gallardón como cabeza visible del proyecto, quiere hacernos retroceder más de treinta años y nos obliga a recuperar las consignas de nuestras abuelas. Las mujeres defendemos el derecho de autodeterminación sobre nuestros cuerpos sin condiciones, ni plazos, ni restricciones ni tutelajes. No queremos volver a la ley del PSOE, que ahora quiere aparecer como el abanderado de nuestros derechos, porque nunca despenalizó el aborto, porque puso límites a nuestra capacidad de decidir, porque nunca implementó sus buenas palabras en cuanto a educación sexual y porque su ley resultaba aún más restrictiva de que la de 1985 para los abortos tardíos. Seguimos queriendo, como decía el feminismo que luchó contra el régimen en la transición, un aborto libre y gratuito, y lo queremos garantizado en la red sanitaria pública.
Estamos hartas de que quienes se dicen defensores de la vida se desentiendan de nuestra vidas, las de todas y todos, una vez que hemos nacido. Las políticas de austeridad impuestas por la lógica capitalista, que son mandato constitucional desde que PP y PSOE reformaron el artículo 135 de la Constitución, se traducen en recortes en servicios públicos y prestaciones sociales, paro, desahucios y pobreza para la mayoría. Quieren que nosotras seamos las “amortiguadoras” de todo ese sufrimiento, que volvamos al hogar y asumamos ser ese “colchón familiar” que compense la destrucción de derechos. Nosotras siempre fuimos las más precarias en el mercado laboral, ya sabemos lo que es trabajar más para cobrar menos, ocupar los puestos de menor rango, tener que hacer malabarismos para conciliar. Nunca estuvimos en igualdad de condiciones y con la crisis nuestra situación se agrava.
Estamos hartas de sufrir todo tipo de violencias por el mero hecho de ser mujeres. Un reciente estudio europeo demostraba que una de cada tres mujeres ha experimentado agresiones físicas o sexuales, y apenas un tercio denuncia las más graves. Desde el acoso callejero hasta el asesinato, pasando la violencia institucional, los cierres de casas de acogida o los recortes en formación preventiva, la violencia machista es incompatible con la libertad de las mujeres.
Porque estamos hartas, no vamos a callarnos. Nos quieren sumisas pero nos tendrán luchadoras. Este 8 de marzo vamos a tomar las calles porque nos sobran las razones para hacerlo, porque en nuestras vidas mandamos nosotras y nos hemos cansado de esperar a que llegue nuestro momento. Queremos todos los derechos para todas las mujeres, y los queremos ahora.
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