jueves, 10 de octubre de 2013

“Lo que se nos ha contado desde la Transición ha sido una estafa”

El actor recupera Autorretrato de un joven capitalista español en el teatro Alfil de Madrid y prepara para diciembre un cambio de la también madrileña sala Triángulo para transformarla en el Teatro del Barrio, su contribución artística a los movimientos sociales que claman por el cambio de sistema.

PAULA CORROTO

Hace unos meses, el actor Alberto San Juan (Madrid, 1968) se encontraba sin trabajo y lleno de deudas. Atrás había quedado la época de las películas, los premios y las obras de teatro con Animalario. También la entrada del dinero y los viajes. Y todo esto, que como él dice “sucedió en cinco minutos”, decidió contarlo en el texto teatral Autorretrato de un joven capitalista español, estrenado en la sala Triángulo y que ahora se puede ver todos los miércoles en el teatro Alfil de Madrid. Un monólogo de más de hora y media en el que San Juan intenta explicar su desastre personal –y el de otros tantos ciudadanos- a partir del relato mítico de la Transición y la posterior Democracia. Pero no es su único proyecto ligado a la situación actual. A partir de diciembre se hará cargo de la sala Triángulo para transformarla en el Teatro del Barrio, donde habrá propuestas lúdicas que reflexionen sobre los movimientos sociales y lo que está ocurriendo. Es, cómo él sostiene en esta entrevista, su “humilde” contribución a un movimiento social cada vez más extendido que clama por un cambio del sistema.

¿Cómo nace ‘Autorretrato de un joven capitalista español’?

De una doble necesidad. Una, la económica. No tenía trabajo y tenía que inventármelo. Y otra, la necesidad de hablar en mi trabajo de lo que está ocurriendo ahora, aquí, en la comunidad en la que vivo. Yo adoro el repertorio dramático universal, pero en este momento, por primera vez en mi vida, no tenía ganas de hacer Otelo, ni Esperando a Godot ni Tío Vania, que son tres obras que me fascinaría hacer. Necesitaba hacer algo sobre lo que está pasando. Yo no creo que [con esta obra] esté haciendo nada especial, sino que con mi trabajo contribuyo humildemente al movimiento ciudadano que cada día está más articulado y está más extendido por un cambio social.
La obra está marcada por la sensación de fraude en toda una generación que estudió, que creía en un futuro, que creyó tenerlo y que ahora se encuentra con la nada.
Era mentira. Hemos sido engañados. Los principales engaños fueron que vivíamos en una democracia donde colectivamente decidíamos cómo funciona esta sociedad y que era la sociedad del Bienestar. Era mentira. Y no porque haya llegado un tsunami y haya destruido las infraestructuras, sino porque el desmantelamiento del Bienestar estaba planificado. La crisis del sistema financiero era previsible y simplemente se ha dejado que suceda para que se desarrolle esta etapa del capitalismo que consiste ya en la guerra abierta contra el ser humano.

¿La culpa es nuestra por habérnoslo creído? Tú mismo dices en la obra que hubo un tiempo en el que compraste una casa, dos coches, viajes maravillosos a Europa todos los fines de semana…

Todos tenemos una parte de responsabilidad. Cuando vives con los ojos cerrados, como me pasaba a mí, te los han cerrado, pero tú no los abres, así que evidentemente tenemos una responsabilidad. Ahora, no es la misma responsabilidad la que tiene mi madre como la que tiene el señor Botín. Yo creo que no habría tiranos si no hubiera esclavos, pero no tienen la misma responsabilidad ni mucho menos.

En la obra hay un ajuste de cuentas con la Transición.

Yo he crecido con un relato mítico de mi país. Un relato mítico fundacional. Desde pequeño se me ha contado que esta es una sociedad democrática que comienza en 1975 gracias a la generosidad y la inteligencia de los padres de la patria, héroes fundadores gracias a los cuales, como decía Baltasar Garzón hace unos días, se hizo la paz, la democracia y la prosperidad. Y que fue una Transición modélica, exportable, hecha por seres superiores, por las elites de referencia, como dice Felipe González. Y me he dado cuenta de que esas élites eran poco más que una mafia que, diciendo servir al conjunto de los intereses de los ciudadanos, servía a los intereses privados de unos pocos, de los mayores poderes económicos. Fue una absoluta estafa. El cuento con el que me han dormido en la infancia y en la juventud era mentira y resultó ser una pesadilla.

¿Si no hubiera habido crisis económica, estas altísimas cifras de paro etc, si continuaras viviendo bien, seguirías creyéndote este cuento? Porque lo cierto es que hasta hace cinco años apenas se criticaba a la Transición.

La autoconciencia ha despertado en los últimos cinco años, desde luego. En las librerías especializadas había libros que lo contaban desde siempre, pero, ¿quiénes los leían? Cuatro. Y esos cuatro lo contaban y la gente se descojonaba. Ha habido esta crisis como la hubo en los setenta y en 1929. Pero desde los años setenta ha habido muchas crisis lo que ocurre es que esta es más fuerte. Pero entra en la lógica del capitalismo. Las bases del supuesto estado social español eran tan débiles que estaban condenadas, preparadas para ser rotas. Acabamos de comprar una vacuna para él [y señala a su hijo Máximo, de dos meses] que la Comunidad de Madrid dice que es obligatoria. Cuando ella [y señala a su chica] tuvo su anterior hijo, que tiene cuatro años, era gratuita, y ahora vale 76 euros. Son tres dosis. Y hay mucha gente que no puede pagarlo. ¿Qué hace? No vacunar a un niño de dos meses porque no puede pagarlo. Eso es terrible.

¿Eso es lo que diferencia a esta crisis de las que hemos tenido anteriormente, como la de los noventa, después de los JJOO y la Expo? ¿Es una crisis que dispara al estómago de una generación que hasta ahora siempre lo ha tenido lleno?

Esta crisis es especial por su extensión y afecta a mucha más gente. Para un sector de la población esta crisis es lo de siempre: miseria, sólo que más, porque ahora hay menos cobertura social. Y sí, yo creo que tiene mucho que ver con eso que dices de nuestra generación. Para mi padre, el hecho de que no hubiera dictadura formal es fundamental y para él, criticar la Transición es muy duro. Yo no comparo lo que hay con una dictadura sino con lo que creo que debería ser una democracia. Por tanto, para mí es absolutamente, no solo cuestionable, sino de obligado cambio este sistema. Entiendo que quien ha vivido la dictadura me diga, “mira, no compares, una cosa era Franco y otra cosa esta”.
Y que puedas salir al teatro y hacer esta obra, que no te va a pasar nada.

Sí, pero ¿existe algún canal de televisión que diga eso? ¿Cuál es la capacidad de difusión de otras ideas? Los canales masivos de información están absolutamente bajo control con lo cual, la libertad de expresión es muy relativa.

Te comentaba lo de la generación porque en el monólogo afirmas que mientras la generación que era joven en los setenta “ascendió” de clase, sus hijos la han bajado: las casas son más pequeñas, ganan menos, no tienen coches…

Hemos vuelto a nuestro lugar natural, sí. Para los padres debe ser súper triste. Mi padre cuando visitaba nuestras casas se ponía triste. Pero en vez de pensar en qué sociedad vivíamos, decía, “qué hemos hecho mal”. Nuestros padres han tenido que dar dinero a todos, a sus padres, a nosotros. Es la gente que está sosteniendo a gran parte de la sociedad cuando debería estar disfrutando de su jubilación y ahorros.

Aun así los sondeos no reflejan una gran caída en votos para el PP o incluso el PSOE.

El discurso del Gobierno es de amenaza porque dicen, “esto es malo”, pero la alternativa es el fin del mundo. Y entonces… Yo creo que ahora ha habido una toma de conciencia por la cual la mayoría de la sociedad piensa que este sistema no vale, pero todavía es minoritaria la idea de que hay otros sistemas posibles y de que es posible organizar desde la base social otro sistema. Eso la gente todavía no se lo cree.

En la obra criticas por igual al PP y al PSOE, ¿crees que son lo mismo?

No, no son iguales. El PP es el heredero directo del franquismo en mucho casos por vía familiar y en otros no. Y hacen una política coherente con su tradición, que es la de privilegiar a las clases más poderosas económicamente, lo que pasa es que partir de la Transición lo revisten de un discurso democrático. EL PSOE ha hecho una política de fondo estructural social y económica muy parecida, es decir, capitalista, y por tanto, que privilegia a los mismos sectores poderosos a través de dejar puertas abiertas para ir desmantelando los mismos sistemas sociales que ellos han contribuido a crear. Pero luego el PSOE tiene una responsabilidad específica y es ocupar nominalmente el espacio de la izquierda para hacer una política que no era de izquierdas. Y eso es muy grave. Aquella frase de Eduardo Haro Tecglen sobre que Felipe González había dinamitado la posibilidad de la izquierda en este país, es muy acertada. Y luego, creo que el PCE tiene una parte muy importante de responsabilidad. Yo he votado siempre a Izquierda Unida, pero creo que no puedo volver a votar a IU mientras IU no se aclare hasta qué punto está dentro o fuera de este sistema. Creo que IU tiene que iniciar algún camino de rebelión o transgresión porque si no lo que va a conseguir es tener 30 diputados en el parlamento y eso no sirve para nada. Creo que el PCE también ha contribuido a que este sistema sea lo que es. Los militantes comunistas se han dejado la vida, pero la dirección del PCE ha colaborado en que esto sea lo que es. Y si en IU siguen ocupando puestos de responsabilidad gente corrupta como Morales Santín, que era el viceconsejero de Cajamadrid, eso no puede ser. IU tiene que sumarse al movimiento ciudadano para crear otro mundo.

Lo que dices es lo que mucha gente piensa de los grandes partidos y que ahora se encuentra ante la tesitura de a quién votar, un pensamiento que lleva directo hacia la abstención.

Ahora mismo hay gente como Izquierda Anticapitalista o en Cataluña la CUP, que creo que son distintos, pero tiene que surgir una alternativa electoral, donde las listas sean abiertas, el funcionamiento interno sea democrático, los cabezas de lista sean elegidos por la bases… Un camino es lo que han impulsado en Cataluña Arcadi Olivares, Teresa Forcadas y Ester Vivas, que es el Proceso Constituyente, un proceso democrático, desde abajo, y que lleva su ritmo. Tiene que surgir una nueva Constitución hecha, no por los padres, sino por aquellos a los que consideraban hijos. Tiene que haber un debate social sobre cómo queremos que sean las leyes fundamentales.

También se apunta que puede estar habiendo una cierta radicalización de los movimientos sociales con manifestaciones como la pasada ‘Jaque al rey’. ¿Estás de acuerdo con esto?

Para mí ser radical es imprescindible hoy en día. No vale una reforma, es necesaria una ruptura. Igual que en la Transición donde se hizo una reforma y no valía. No se puede reformar el fascismo, no se puede reformar el capitalismo. Hay que romper con ello para crear otra cosa.

¿Y el peligro del populismo?

Puede surgir, y de hecho hay señales de agitación fascista y neonazi. Y no se trata con el mismo rigor a quienes desde el poder se les tacha de radicales de derechas o radicales de izquierdas. La dureza con la que se ha tratado al mundo abertzale es una cosa; la suavidad con la que se trata al mundo de extrema derecha e incluso neonazi, es muy distinta.

¿Has tenido problemas con esta obra?

No. Siempre he pensado que algún día saltaría un militante del PP o del PSOE al escenario, pero no. Sí he hablado con mucha gente, sobre todo antiguos militantes del PCE que han ido a verla. Pero no, no he tenido problemas, aunque es cierto que hace mucho tiempo que no tengo trabajo. Estuve haciendo una telenovela [Gran Reserva] a base de llamar yo a muchos directores de casting, productoras… Y sí he tenido discusiones con gente del mundo del cine, sobre todo en el sector de la producción, que dicen que los posicionamientos políticos públicos por parte de algunos compañeros sí han hecho mucho daño al cine español. Y de hecho, en los últimos Goya se desató toda una discusión al respecto.

¿Crees que hay algún tipo de venganza por parte del Gobierno hacia el sector del cine?

Creo que hay una guerra del poder contra el pueblo. Nunca ha habido una guerra contra la pobreza, pero hoy hay una guerra contra el pobre. Y evidentemente, igual que privatizan ahora el teatro Fernán-Gómez, quizá lo hagan con el Price y después con el Matadero… ¿Por qué van a respetar las infraestructuras públicas culturales si no respetan las sanitarias? Que dentro de eso le metan una caña especial al mundo del cine como han hecho con los presupuestos, quizá haya en ello algo de venganza, pero es en medio de tal ataque que no me llama la atención. Han dejado al cine al borde de la desaparición. Y un país sin cultura y sin educación está condenado al esclavismo. En cualquier otro país, Javier Bardem sería tratado de la hostia [sic] y aquí lo ponen a parir porque expresa su desacuerdo con la política del Gobierno, como es su derecho legítimo. Sí, creo que la gente del cine le toca los huevos [al Gobierno].

Y, sin embargo, en estos presupuestos se ha insuflado más dinero al teatro. ¿Es una victoria de las gentes del teatro?

No lo sé. Quizá hay grandes productoras comerciales que hacen su labor de diálogo con las administraciones. Pero estamos en una situación en la que muchas compañías de teatro independiente han cerrado, también han cerrado salas péquelas, aunque otras hayan abierto porque hay una necesidad de contestar al saqueo. La crisis afecta al ámbito teatral como a todos, y está muy difícil. Todos los sueldos han bajado, se trabaja por mucho menos… Y eso no es tanto problema con los sueldos de los protagonistas, pero sí de los secundarios.

¿Y se tiene pensado hacer algo desde el gremio?

Desde el sindicato de la Unión de Actores de Madrid se está intentando crear una plataforma que reúna a todos los artistas escénicos de España, actores, bailarines etc, y técnicos. Una confederación sindical del espectáculo con representación sindical porque ahora los convenios del teatro y el cine los negocian CCOO y UGT. Hay un intento de crear una marea de la cultura, y la gente se está moviendo. En mi caso voy a abrir un teatro en Lavapiés donde estaba la sala Triángulo. Se va a llamar Teatro del Barrio y va a ser un proyecto que consiste en sumarse a este movimiento ciudadano para promover un cambio desde el teatro. Será un teatro con una programación que hable de lo que está pasando aquí y ahora. Y haciéndolo desde la alegría y el humor. Rechazamos la solemnidad y la amargura y la tristeza y la depresión, porque son una victoria del sistema. Un individuo en depresión ha sido conquistado por el sistema. Por eso reivindicamos la alegría y la fiesta. No olvidarnos que la vida puede ser en gran parte una fiesta. Habrá también un curso de enero a diciembre de Historia Contemporánea de España. Están colaborando Emilio Silva,Juan Carlos Monedero, Ariel Jerez, que es el vicedecano de Políticas de la Complutense, y Pablo Sánchez León, que es otro historiador. Va a ser contar la Historia de España desde la II República hasta hoy para tratar de contrastar el relato dominante sobre la II República, el franquismo, la Transición y la Democracia posterior.

Ahora que nombras esta unión sindical, con respecto a los sindicatos actuales, ¿crees que ya no sirven?

Los actuales no. Las centrales sindicales deberían romper con el sistema. Si IU o los sindicatos quieren defender a la clase trabajadora, tienen que posicionarse desde la clase trabajadora frente a un poder que está sirviendo a los mayores capitales. Los sindicatos, CCOO y UGT, están a medio camino, y lo están desde la Transición. Están a todo, con los trabajadores y con la CEOE. Y han firmado muchas reformas laborales. Y cuando se les dice, “montad una huelga general potente”, te dicen que no tienen fuerza. Y, ¿por qué no la tienen? Porque no se cree en ellos. La Patronal quiere la destrucción de los sindicatos, y si desde el poder se les ha dejado espacio no es para que se desarrollen sino para que disminuyan hasta desaparecer. Tienen que aclararse, ¿seguir en el sistema o arriesgarse? Ahora bien, creo que una organización sindical es absolutamente necesaria.

Otro lema que está en la calle: ¿todos los políticos son malos, son corruptos?

No, no diría eso en ningún caso. Malo es una palabra que no utilizaría porque una cosa es que una persona haga el mal, pero los malos solo existen en los cuentos. Pero sí hay personas que hacen el bien y otras que hacen el mal. Yo creo que políticos somos todos, incluso los que dicen que pasan de política. Pero los profesionales para mí es un gremio muy dudoso. Para mí la política la tendrían que hacer los ciudadanos, arquitectos, ingenieros, albañiles, pescaderos… No entiendo la profesión de político. El ingeniero que deje la ingeniería para dedicarse a la política, mientras lo haga tiene que ganar un sueldo por ello, un sueldo digno, sin ningún privilegio. Pero creo que las administraciones actuales están secuestradas por el poder económico. Y la clase política profesional son los funcionarios de ese secuestro.

¿Te gustaría que fuera a verte al teatro Ana Botella?

Me da un poco igual. Me gustaría charlar con ella, pero como estudio antropológico. Viene gente que me interesa mucho. Gente del mundo académico, periodístico o político. Y creo absolutamente en diálogo como forma resolver las cosas. Pero para mí el ejemplo de acción es la PAH porque llevan la acción al extremo de la transgresión. Están planteando que las leyes son injustas y que hay que desobedecerlas, y lo hacen desde el pacifismo. Cuando ocupan una sede no pegan a nadie, les pegan a ellos en todo caso. Y donde no hay una sola Ada Colau sino cientos. Son gente que no repiten un discurso de libro sino que hablan de lo que les pasa y lo que necesitan. Y lo que necesita uno es lo que necesitamos todos.

Esta apertura de nuevas salas, el movimiento ciudadano… Recuerda un poco a lo que hemos leído sobre lo que ocurría en los setenta.

La efervescencia de los años setenta es brutal y se acabó con la llegada de PSOE al poder. Hay una relación entre la España de la II República, la Transición y ahora. Un contexto de crisis económica fuerte, una deslegitimización de la clase política, y una efervescencia social diciendo a ver cómo vivimos. La II República terminó a sangre y fuego, la Transición se disolvió porque se traicionó en la izquierda, y ahora vamos a ver qué pasa. La llegada del PSOE al poder hizo desaparecer la cultura crítica. Esto ya lo dice Sánchez Ferlosio de finales de los ochenta. El PSOE atrajo a una serie de intelectuales a su órbita de influencia anulando su capacidad crítica y colmándolos de parabienes, y a los que no anuló su capacidad crítica los marginó, como por ejemplo Javier Krahe.

¿Añoras la época de Animalario, los premios, los aplausos?

Añoro Animalario. Muchísimo. Animalario ha tenido dos etapas. En la primera todo lo hacíamos sin un duro y no cobrábamos casi nunca. Y éramos felices. En la segunda etapa nos alegrábamos mucho que nos dieran premios y nos llamaran del CDN o del Festival de Mérida. Pero sabíamos que hoy eran unos y mañana serían otros. Era algo caprichoso. Lo que añoro es Animalario, a las personas, a Andrés Lima, Willy Toledo, Roberto Álamo… Pero ya volveremos a trabajar juntos.

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