Poco queda de aquel 15 de marzo de 2011 cuando al calor de las revoluciones en Túnez y Egipto, en la ciudad de Daraa, una manifestación pacífica contra el régimen del dictador Bashar al-Assad fue reprimida a sangre y fuego por las fuerzas gubernamentales. A partir de ahí, Siria, por más de 6 meses, fue escenario de constantes protestas y manifestaciones pacíficas que al grito de “¡abajo el régimen!” o “¡queremos paz, queremos libertad!” fueron reprimidas por el Ejército y los aparatos represivos del régimen sirio ante la inacción de la comunidad internacional.
El escenario de aquel legítimo levantamiento ha ido cambiando y, hoy en día, dos años después, diferentes conflictos locales, confesionales, y sobre todo la injerencia de las diferentes potencias regionales y mundiales, se solapan, convirtiendo a Siria en un tablero de ajedrez donde la partida se juega en términos geopolíticos y el pueblo está padeciendo sus consecuencias con más de 100.000 muertos y más de un millón de refugiados, muchos de ellos niños y niñas.
Ante este escenario queremos declarar:
- Izquierda Anticapitalista está en contra de cualquier intervención extranjera en Siria. Por lo tanto, queremos condenar desde ya un posible ataque por parte de EEUU, (con la presión de Arabia Saudita e Israel), que sólo traerá más muertes y sufrimiento al pueblo sirio. Para nosotras y nosotros, la liberación social y la conquista de una democracia real por parte de los pueblos solo puede ser obra de los y las de abajo, sin injerencias extranjeras, con el apoyo de la solidaridad internacionalista de los oprimidos y las oprimidas del mundo. Ninguna de las potencias regionales o imperialistas que han convertido a Siria en un avispero tiene ningún interés por la democracia, la libertad y la justicia social.
- De la misma manera, Izquierda Anticapitalista condena el régimen de Bashar Al-Assad, que por más de 40 años ha demostrado un carácter dictatorial que, cercenando las libertades políticas, reprimiendo de manera salvaje cualquier tipo de expresión disidente, y aplicando recientemente políticas de ajuste neoliberal, ha pretendido mantener una falsa imagen anti-imperialista y “social”.
- Izquierda Anticapitalista siempre se ha posicionado con aquellas fuerzas de la izquierda revolucionaria [1] que, desde la primavera de 2011, se han manifestado junto al pueblo para acabar con el régimen. De la misma manera condena cualquier tipo de injerencia venga de donde venga. Sea ésta desde Estados que apoyan al régimen de manera logística o con la venta de armas (Rusia, Irán y China), o sea de aquellos otros que, por intereses geoestratégicos, han secuestrado la rebelión y han intentado convertir a la oposición en un atomizado conglomerado de grupos, muchos de ellos en la órbita del salafismo, que responden a intereses que nada tienen que ver con el espíritu de la rebelión que surgió en Daraa, Homs, Damasco o Hula durante los primeros meses de la rebelión popular en 2011. Entre estos últimos Estados cabe señalar a Arabia Saudita, Qatar, Turquía, Francia y Reino Unido, entre otros.
- El papel de EEUU e Israel ha sido de un apoyo calculado a una parte de la oposición sin darle la munición suficiente para desequilibrar la balanza. La gran tragedia del cálculo geopolítico es observar como estos actores, con gran interés en la zona, han jugado a que se mantenga una guerra de desgaste para los dos bandos. EEUU interviene en una guerra que ha alimentado conscientemente, ejerciendo su papel de “policía del mundo”, pasando a la intervención abierta en el conflicto bélico y abriendo otro frente en su política exterior de incalculables consecuencias. El imperialismo norteamericano es la policía del capitalismo: apoya y derroca regímenes en función de sus intereses, como ha quedado claro con su apoyo al golpe de Estado militar en Egipto. No tiene ningún interés humanitario, vende, utiliza y acumula armas químicas sin ningún tipo de escrúpulo. El futuro de Siria bajo un régimen dirigido por EEUU no es otro que el de Iraq o Afganistán.
- Izquierda Anticapitalista va a seguir denunciando y manifestándose en contra de las guerras imperialistas en todo Oriente Próximo a la vez que va a seguir apoyando a los pueblos oprimidos y movimientos populares que se levantan contra las tiranías que les oprimen. Una práctica consecuente con un internacionalismo político no corporativista sino basado en la solidaridad con las y los de abajo, con los oprimidos, en la independencia de clase. Una solidaridad de clase y no de siglas.
Llamamos también a la solidaridad con el pueblo sirio en su lucha contra la dictadura de al-Assad: a apoyar a quienes defienden una Siria libre, independiente, democrática, que garantice los derechos humanos y sociales fundamentales de toda la población independientemente de su etnia, confesión religiosa o ideología política.
Ni la injerencia imperialista, ni la dictadura de al-Assad, ni el salafismo apoyado por Arabia Saudita son una alternativa para el pueblo sirio para vivir en libertad e igualdad. Como propuesta final, apostamos por una geopolítica independiente tanto de dictaduras "regionales" como de las potencias imperialistas: proponemos que el bloque latinoamericano, cuyos procesos democráticos, con todos sus defectos y límites, han inspirado múltiples luchas emancipadoras, lancen una alternativa internacionalista basada en una tregua, seguida de un proceso de mediación, y en el establecimiento de unas garantías mínimas para que los sirios y sirias puedan decidir qué modelo de sociedad quieren.
¡NO A LA GUERRA!
¡NO AL ATAQUE DE LA OTAN!
¡ABAJO EL RÉGIMEN DE AL-ASSAD!
¡SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO SIRIO!
¡NO AL ATAQUE DE LA OTAN!
¡ABAJO EL RÉGIMEN DE AL-ASSAD!
¡SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO SIRIO!
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