Mauro Gasparini y Daniel Tanuro ǀ Viento Sur
Empezaremos por esta cita, de La Libre Belgique: “El poder sirio está frente a una revuelta popular desencadenada a comienzos de 2011. Esta última se ha militarizado y ha degenerado en guerra civil que ha provocado más de 100.000 muertos según la ONU” (28/08/2013).
A propósito de “mentiras de los medios”, ¡ésta es una buena! En efecto, no es la revuelta popular la que se ha militarizado, sino la dictadura quien ha intentado -y sigue intentando- aplastar la revuelta popular -pacífica al comienzo- con sus tanques, sus aviones de combate, sus misiles y sus armas químicas, y jugando la carta confesional. Es ya responsable directamente de más del 80% de las víctimas del conflicto, de centenas de miles de presos, de heridos, y de 1,5 a 2,5 millones de refugiados y cuatro millones de desplazados (cifras de la HCR) de los que un tercio está en situación crítica desde el punto de vista de su supervivencia.
El matiz es más que importante. Pues hablar de una “revuelta popular que se militariza” por si misma para desembocar casi naturalmente en una “guerra civil” contribuye a descalificar las luchas de los pueblos contra sus déspotas, a presentar esas luchas como una amenaza y a fin de cuentas a reforzar prejuicios racistas sobre “los violentos árabes (o musulmanes)”. Tan “violentos” y “salvajes” que serían necesarias dictaduras para controlarlos... Esta lectura neoorientalista tiene tanto más eco en la medida en que Occidente está sometido desde hace dos decenios a una ola política y mediática racista e islamófoba.
En el movimiento “antiguerra”, la extrema derecha como invitada sorpresa
Le Pen [presidente del partido de extrema derecha francés Front National. NdT) apoyaba a Saddam en Irak. Su hija denuncia los preparativos de bombardeos en Siria. El expresidente del Vlaams Belang (extrema derecha flamenca), Filip Dewinter, estaba en Damasco en junio, por invitación del régimen (todos los detalles en la página web del VB), “para hacerse una idea objetiva del conflicto”. ¡Esta “objetividad” no le ha llevado evidentemente a hablar con la oposición! Por el contrario, se ha reunido con algunos representantes de la comunidad cristiana que el régimen instrumentaliza para dar un aspecto comunitario al conflicto. Evitando cuidadosamente al padre Paolo Dall´Oglio, que apoya la revolución.
Dewinter se ha interesado también, especialmente, por los combatientes belgas en Siria y ha declarado que “la guerra civil es exportada a Europa a causa de la política débil de nuestras autoridades”. Se trata evidentemente, en su forma de ver las cosas, de la “política débil” respecto a los “alóctonos” (¡menuda palabra!), de los musulmanes en general (y del velo en particular, pues las mujeres están en el punto de mira de los fascistas) y del asilo, entre otras cosas. El NVA juega un poco en el mismo registro, y concreta esto cortando la ayuda social a las familias de los jóvenes que han ido a Siria. En el lado francófono del país, Nation, pequeña formación neonazi, ha mostrado también en numerosas ocasiones su apoyo a Bachar Al-Assad “contra los Estados Unidos aliados al islamismo”.
Los movimientos de extrema derecha compiten en creatividad en Internet para sugerir que todo esto no sería más que un complot “americano-sionista”, y que las masacres y demás matanzas con gas sarín serían “invenciones” o “crímenes perpetrados por la oposición” (¡contra sí misma por consiguiente!). La extrema derecha negacionista del Holocausto permanece por tanto fiel a si misma en el tema de Siria.
No al campismo, una alternativa infernal
La izquierda debe por tanto prestarle mucha atención. Más aún que de los partidos de extrema derecha, conviene desconfiar en particular de ciertos círculos pseudointelectuales que, bajo la cobertura de información “alternativa e independiente”, trabajan deliberadamente por difuminar las líneas con la extrema derecha. Hay en la red un montón de páginas que se las ingenian muy hábilmente para hacer pasar por antiimperialismo un proyecto de repliegue nacional-identitario que rechaza las solidaridades y busca tejer alianzas geoestratégicas con regímenes en el poder... en particular para mantener la “estabilidad” y controlar “el aflujo de demandantes de asilo” hacia los países “desarrollados”.
Numerosas tomas de posición frente al ataque químico del 21 de agosto y los preparativos imperialistas muestran que este difuminado de líneas provoca estragos. En efecto, en lugar de razonar en términos de luchas de los oprimidos y oprimidas y de batalla por la hegemonía política de la izquierda en el seno de estas luchas, cantidad de corrientes que se dicen de izquierda toman posición por uno de los “campos” estatales en presencia, adornándole de virtudes que no tiene. La izquierda corre así el riesgo de ser cogida en la trampa de alternativas infernales (por retomar la expresión de Isabelle Stengers).
De un lado, están quienes apoyan la intervención afirmando que permitirá impedir más masacres. Es lo que dicen por ejemplo Hollande, el PSOE en España e Isabelle Durant, la vicepresidenta del Parlamento Europeo. Inútil perder tiempo aquí discutiendo esta toma de posición. Su único interés es recordar hasta qué punto la socialdemocracia y los verdes están integrados en la “gobernanza” capitalista del mundo.
De otro lado, están quienes condenan los bombardeos imperialistas, pero ¡sin decir nada sobre que Bachar bombardea su propio pueblo desde hace dos años! Y sin preguntarse porqué los Estados Unidos han dejado hacer y no manifiestan unas ganas particulares de quitarle de enmedio... Volviendo a una frase de Obama el 29 de agosto, el periódico Le Parisien resume muy bien: “para Washington, París o Londres, no se trata de derrocar el régimen, sino de “disuadir” al presidente sirio de recurrir de nuevo a las armas químicas...”. En cuanto a los demás medios de represión, ¡silencio!
En esta situación, y en la perspectiva de una tercera guerra mundial que predicen que está a punto de estallar, algunos, siguiendo a Michel Collon, exhortan a la gente a sumarse a un “campo” mundial poco atractivo, que reagruparía al Irán de los ayatolás, la Rusia de Putin y la China de los burócratas capitalistas. Un “campo” cuyos representantes en el corazón de la ciudadela occidental serían ellos y cuya vigilancia, quieren creer, habría logrado, hasta ahora, retener el brazo asesino del imperialismo...
Esta visión campista de las cosas escamotea completamente el elemento determinante de la situación: el proceso revolucionario que sacude todos los regímenes del Próximo y Medio Oriente. Este proceso es muy diverso pero tiene en todas partes las mismas causas fundamentales: el rechazo a las crecientes desigualdades sociales, la corrupción y la ausencia de derechos democráticos. Es su poder y su profundidad las que se expresan a través de la dureza de las luchas, desde Túnez a Bahrein, desde Egipto a Siria.
Atreverse a la revolución
Como todo proceso revolucionario, éste está acompañado por el ascenso de fuerzas hostiles, contrarrevolucionarias. En el exterior y en el interior. Son de diferentes tipos porque las clases dominantes están divididas sobre qué camino tomar. Tanto más divididas en la medida que el liderazgo de los Estados Unidos está debilitado como consecuencia de los fracasos de las intervenciones en Afganistán, Irak y Libia. Es la razón por lo que es menos que nunca pertinente intentar explicar todo por el control de Washington...
No es siempre sencillo, desde aquí, conocer exactamente el estado de las correlaciones de fuerzas sobre el terreno en Siria. Los activistas sirios, investigadores y periodistas y las corrientes democráticas y de izquierdas (entre ellas nuestros compañeros y compañeras de la Corriente de la Izquierda Revolucionaria Siria) nos proporcionan informaciones para saber globalmente en qué situación se está. La única forma de orientarse en esta situación terriblemente compleja es tomar como punto de referencia el apoyo a la revolución y la lucha contra sus enemigos. Todos sus enemigos. El imperialismo y sus aliados, por supuesto. ¡Pero también y ante todo Bachar y quienes le apoyan! Sin olvidar los yihadistas, siempre ampliamente minoritarios a pesar de un armamento y fondos superiores a las brigadas del ESL, y que, en materia de crímenes, no tienen lecciones que recibir de nadie.
Tomar este punto de referencia puede provocar una verdadera desorientación ideológica de sectores de la izquierda -incluyendo sectores de la izquierda “radical”- frente a elementos claves del proyecto de la derecha incluso de la extrema derecha. En las redes sociales, la confusión en cuanto a los puntos de referencia es enorme. Como dice el comunicado de la LCR: “La toma de posición del Frente Nacional en Francia contra la intervención muestra que el rechazo a los bombardeos imperialistas y el recordatorio de las mentiras americanas que sirvieron para justificar la guerra en Irak no bastan para trazar una orientación de izquierdas frente al conflicto en Siria”. Es lo menos que se puede decir.
Se trata de rechazar la intervención imperialista a partir de un punto de vista internacionalista de solidaridad con las justas reivindicaciones democráticas y sociales de la revolución siria contra el régimen de Bachar, incluyendo su derecho a la autodefensa. Siendo conscientes de que el aplastamiento de la revolución favorecería no solo a Bachar y al imperialismo, sino también a los Yihadistas. ¿Es complicado? Sin duda, pero no hay otra vía digna de la izquierda. ¿Se puede fracasar? Quizás, pero no ha habido jamás y no habrá jamás certidumbre en cuanto a la conclusión victoriosa de una revolución en marcha.
30/08/2013
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
LCR-La Gauche
Empezaremos por esta cita, de La Libre Belgique: “El poder sirio está frente a una revuelta popular desencadenada a comienzos de 2011. Esta última se ha militarizado y ha degenerado en guerra civil que ha provocado más de 100.000 muertos según la ONU” (28/08/2013).
A propósito de “mentiras de los medios”, ¡ésta es una buena! En efecto, no es la revuelta popular la que se ha militarizado, sino la dictadura quien ha intentado -y sigue intentando- aplastar la revuelta popular -pacífica al comienzo- con sus tanques, sus aviones de combate, sus misiles y sus armas químicas, y jugando la carta confesional. Es ya responsable directamente de más del 80% de las víctimas del conflicto, de centenas de miles de presos, de heridos, y de 1,5 a 2,5 millones de refugiados y cuatro millones de desplazados (cifras de la HCR) de los que un tercio está en situación crítica desde el punto de vista de su supervivencia.
El matiz es más que importante. Pues hablar de una “revuelta popular que se militariza” por si misma para desembocar casi naturalmente en una “guerra civil” contribuye a descalificar las luchas de los pueblos contra sus déspotas, a presentar esas luchas como una amenaza y a fin de cuentas a reforzar prejuicios racistas sobre “los violentos árabes (o musulmanes)”. Tan “violentos” y “salvajes” que serían necesarias dictaduras para controlarlos... Esta lectura neoorientalista tiene tanto más eco en la medida en que Occidente está sometido desde hace dos decenios a una ola política y mediática racista e islamófoba.
En el movimiento “antiguerra”, la extrema derecha como invitada sorpresa
Le Pen [presidente del partido de extrema derecha francés Front National. NdT) apoyaba a Saddam en Irak. Su hija denuncia los preparativos de bombardeos en Siria. El expresidente del Vlaams Belang (extrema derecha flamenca), Filip Dewinter, estaba en Damasco en junio, por invitación del régimen (todos los detalles en la página web del VB), “para hacerse una idea objetiva del conflicto”. ¡Esta “objetividad” no le ha llevado evidentemente a hablar con la oposición! Por el contrario, se ha reunido con algunos representantes de la comunidad cristiana que el régimen instrumentaliza para dar un aspecto comunitario al conflicto. Evitando cuidadosamente al padre Paolo Dall´Oglio, que apoya la revolución.
Dewinter se ha interesado también, especialmente, por los combatientes belgas en Siria y ha declarado que “la guerra civil es exportada a Europa a causa de la política débil de nuestras autoridades”. Se trata evidentemente, en su forma de ver las cosas, de la “política débil” respecto a los “alóctonos” (¡menuda palabra!), de los musulmanes en general (y del velo en particular, pues las mujeres están en el punto de mira de los fascistas) y del asilo, entre otras cosas. El NVA juega un poco en el mismo registro, y concreta esto cortando la ayuda social a las familias de los jóvenes que han ido a Siria. En el lado francófono del país, Nation, pequeña formación neonazi, ha mostrado también en numerosas ocasiones su apoyo a Bachar Al-Assad “contra los Estados Unidos aliados al islamismo”.
Los movimientos de extrema derecha compiten en creatividad en Internet para sugerir que todo esto no sería más que un complot “americano-sionista”, y que las masacres y demás matanzas con gas sarín serían “invenciones” o “crímenes perpetrados por la oposición” (¡contra sí misma por consiguiente!). La extrema derecha negacionista del Holocausto permanece por tanto fiel a si misma en el tema de Siria.
No al campismo, una alternativa infernal
La izquierda debe por tanto prestarle mucha atención. Más aún que de los partidos de extrema derecha, conviene desconfiar en particular de ciertos círculos pseudointelectuales que, bajo la cobertura de información “alternativa e independiente”, trabajan deliberadamente por difuminar las líneas con la extrema derecha. Hay en la red un montón de páginas que se las ingenian muy hábilmente para hacer pasar por antiimperialismo un proyecto de repliegue nacional-identitario que rechaza las solidaridades y busca tejer alianzas geoestratégicas con regímenes en el poder... en particular para mantener la “estabilidad” y controlar “el aflujo de demandantes de asilo” hacia los países “desarrollados”.
Numerosas tomas de posición frente al ataque químico del 21 de agosto y los preparativos imperialistas muestran que este difuminado de líneas provoca estragos. En efecto, en lugar de razonar en términos de luchas de los oprimidos y oprimidas y de batalla por la hegemonía política de la izquierda en el seno de estas luchas, cantidad de corrientes que se dicen de izquierda toman posición por uno de los “campos” estatales en presencia, adornándole de virtudes que no tiene. La izquierda corre así el riesgo de ser cogida en la trampa de alternativas infernales (por retomar la expresión de Isabelle Stengers).
De un lado, están quienes apoyan la intervención afirmando que permitirá impedir más masacres. Es lo que dicen por ejemplo Hollande, el PSOE en España e Isabelle Durant, la vicepresidenta del Parlamento Europeo. Inútil perder tiempo aquí discutiendo esta toma de posición. Su único interés es recordar hasta qué punto la socialdemocracia y los verdes están integrados en la “gobernanza” capitalista del mundo.
De otro lado, están quienes condenan los bombardeos imperialistas, pero ¡sin decir nada sobre que Bachar bombardea su propio pueblo desde hace dos años! Y sin preguntarse porqué los Estados Unidos han dejado hacer y no manifiestan unas ganas particulares de quitarle de enmedio... Volviendo a una frase de Obama el 29 de agosto, el periódico Le Parisien resume muy bien: “para Washington, París o Londres, no se trata de derrocar el régimen, sino de “disuadir” al presidente sirio de recurrir de nuevo a las armas químicas...”. En cuanto a los demás medios de represión, ¡silencio!
En esta situación, y en la perspectiva de una tercera guerra mundial que predicen que está a punto de estallar, algunos, siguiendo a Michel Collon, exhortan a la gente a sumarse a un “campo” mundial poco atractivo, que reagruparía al Irán de los ayatolás, la Rusia de Putin y la China de los burócratas capitalistas. Un “campo” cuyos representantes en el corazón de la ciudadela occidental serían ellos y cuya vigilancia, quieren creer, habría logrado, hasta ahora, retener el brazo asesino del imperialismo...
Esta visión campista de las cosas escamotea completamente el elemento determinante de la situación: el proceso revolucionario que sacude todos los regímenes del Próximo y Medio Oriente. Este proceso es muy diverso pero tiene en todas partes las mismas causas fundamentales: el rechazo a las crecientes desigualdades sociales, la corrupción y la ausencia de derechos democráticos. Es su poder y su profundidad las que se expresan a través de la dureza de las luchas, desde Túnez a Bahrein, desde Egipto a Siria.
Atreverse a la revolución
Como todo proceso revolucionario, éste está acompañado por el ascenso de fuerzas hostiles, contrarrevolucionarias. En el exterior y en el interior. Son de diferentes tipos porque las clases dominantes están divididas sobre qué camino tomar. Tanto más divididas en la medida que el liderazgo de los Estados Unidos está debilitado como consecuencia de los fracasos de las intervenciones en Afganistán, Irak y Libia. Es la razón por lo que es menos que nunca pertinente intentar explicar todo por el control de Washington...
No es siempre sencillo, desde aquí, conocer exactamente el estado de las correlaciones de fuerzas sobre el terreno en Siria. Los activistas sirios, investigadores y periodistas y las corrientes democráticas y de izquierdas (entre ellas nuestros compañeros y compañeras de la Corriente de la Izquierda Revolucionaria Siria) nos proporcionan informaciones para saber globalmente en qué situación se está. La única forma de orientarse en esta situación terriblemente compleja es tomar como punto de referencia el apoyo a la revolución y la lucha contra sus enemigos. Todos sus enemigos. El imperialismo y sus aliados, por supuesto. ¡Pero también y ante todo Bachar y quienes le apoyan! Sin olvidar los yihadistas, siempre ampliamente minoritarios a pesar de un armamento y fondos superiores a las brigadas del ESL, y que, en materia de crímenes, no tienen lecciones que recibir de nadie.
Tomar este punto de referencia puede provocar una verdadera desorientación ideológica de sectores de la izquierda -incluyendo sectores de la izquierda “radical”- frente a elementos claves del proyecto de la derecha incluso de la extrema derecha. En las redes sociales, la confusión en cuanto a los puntos de referencia es enorme. Como dice el comunicado de la LCR: “La toma de posición del Frente Nacional en Francia contra la intervención muestra que el rechazo a los bombardeos imperialistas y el recordatorio de las mentiras americanas que sirvieron para justificar la guerra en Irak no bastan para trazar una orientación de izquierdas frente al conflicto en Siria”. Es lo menos que se puede decir.
Se trata de rechazar la intervención imperialista a partir de un punto de vista internacionalista de solidaridad con las justas reivindicaciones democráticas y sociales de la revolución siria contra el régimen de Bachar, incluyendo su derecho a la autodefensa. Siendo conscientes de que el aplastamiento de la revolución favorecería no solo a Bachar y al imperialismo, sino también a los Yihadistas. ¿Es complicado? Sin duda, pero no hay otra vía digna de la izquierda. ¿Se puede fracasar? Quizás, pero no ha habido jamás y no habrá jamás certidumbre en cuanto a la conclusión victoriosa de una revolución en marcha.
30/08/2013
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
LCR-La Gauche
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