martes, 3 de septiembre de 2013

MEDICINA E IMPUNIDAD

Por Eduardo Nabal

El joven David Cámara, con solo 25 años, se ha atrevido a denunciar a una médica del centro de salud de Jaén por considerar que sus problemas- económicos, laborales, sentimentales- tienen su origen en la "homosexualidad".

Pero Cámara no es el primero ni será el último en pasar situaciones parecidas. El régimen de Putin no solo invita a denunciar a los vecinos gays y lesbianas sino que también se ofrece a financiar "terapias" para curar la homosexualidad. Pero aquí mismo, en el Estado Español, en concreto en la provincia de Jaén, un joven se ha atrevido - sin obtener hasta el momento respuesta satisfactoria- a denunciar a un centro de salud porque una psiquiatra consideraba "su homosexualidad" como "un trastorno" y un "foco de propagación de enfermedades".
Lo malo del asunto es que el caso de David Cámara no es un caso aislado. Cuando el joven o el/la adolescente gay o lesbiana va en busca de ayuda muchas veces se encuentra a "profesionales" que dan rienda suelta a sus prejuicios, creyéndose amparados en su condición de guardianes de salud. Hace poco se hablaba de la despatologización de la transexualidad pero, aún hoy, aunque menos que en un pasado no tan lejano, se sigue desorientando a jóvenes lesbianas o gays haciéndoles ver de forma cruda (como en el caso de David Cámara) su descarada "homofobia" o de forma más discreta en sus persistentes prejuicios. La derechización de la clase médica además se ve apoyada por un Gobierno que no condena públicamente la homofobia y sigue sin aprobar leyes antidiscriminatorias. Un Gobierno que llevó al “psiquiatra” a decir tonterías varias al Congreso de los Diputados.

El diván, como el confesionario, no son, necesariamente, tablas de salvación. Conocemos muchos testimonios parecidos a los de David. Lo que pasa que no todos se atreven a denunciarlo. Su iniciativa demuestra que, a pesar de los retrocesos recientes, la comunidad LGTB española ha empezado a ser, desde muy joven, consciente de sus derechos y libertades y dispuesta a evidenciar las ofensas vengan de donde vengan. No tengo mucha esperanza en que este caso tenga un final completamente satisfactorio porque médicos y psiquiatras se protegen unos a otros, en el ejercicio, muchas veces descuidado, de la profesión. Aunque hay dignísimos ejemplos de lo contrario seguimos dependiendo de la idolología y la "moral" del psiquiatra o la médica de turno. Los avances legales por nuestros lares no garantizan necesariamente que los profesionales de la salud o de otros ámbitos den rienda suelta a sus prejuicios cuando tienen ocasión de hacerlo. Al fin y al cabo fue la medicina como la religión la que creo a gays y lesbianas como objeto de estudio, estigma o paternalismo.

Es hora de que gente como David encuentre un respaldo social amplio y no respuestas tibias o excusas que no hacen sino perpetuar la ideología reaccionaria y homofóbica que todavía pervive en muchas profesiones.

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