Hoy, sábado 17 de mayo de 2014 se cumplen 14 años desde que en 1990 se eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Sin embargo, todavía nos encontramos con diagnósticos psiquiátricos que identifican la transexualidad como “trastorno de la identidad sexual”. Parece que en las últimas décadas la población LGTBI (lesbianas-gays-transexuales-bisexuales-intersexuales) hemos ido progresando y conquistando la igualdad de derechos con respecto a la población heterosexual. Pero todo paso ha sido minúsculo en comparación con todo lo que queda por conquistar,: en torno a 76 países, entre los que se encuentran Sudán, Irán, Yemen, Arabia Saudí o Afganistán, aplican la pena de muerte a personas homosexuales.
Venimos observando desde hace unos años un resurgir de movimientos homófobos, amparados debajo de ese paraguas que es la ultraderecha europea, por ejemplo en Rusia, donde estos grupos han asesinado a jóvenes homosexuales. También en Francia, donde recientemente han tenido lugar manifestaciones contra los derechos homosexuales. La opresión no se da de igual manera en todo el planeta, hay diversas opresiones, por ello la lucha de las personas LGTBI ha de ser un movimiento autónomo, organizándonos y sin dejar que nuestra lucha quede subordinada a ningún otro tipo de opresión ni, por supuesto, a otro movimiento.
¿Qué es lo que pasa cuando una persona no quiere instaurarse en la norma heterosexual? Son marginadas, rechazadas, discriminadas en el mercado laboral y en la sociedad, y muchas se ven forzadas a sobrevivir violentamente en el mercado sexual sufriendo estigma social, e incluso, violencia física. Aunque en algunos países no se criminalice la homosexualidad, ésta no tiene una aceptación social sólida. La homosexualidad se tolera a regañadientes siempre y cuando reporte beneficios económicos en eso que llamamos “mercado rosa”,. Esto es, la vida de las personas LGTBI en países capitalistas se desarrolla mayoritariamente en un ambiente estrictamente comercial y mercantilizado. Es la situación del “eres gay si tienes dinero”, a lo que se suma que las únicas referencias homosexuales se encuentran en el ámbito televisivo, con puros estereotipos. Y es que, ahora mismo, no contamos con las condiciones materiales para poder disfrutar de nuestra sexualidad libremente, luchamos por nuestra emancipación a diario, pero la opresión es algo que está ahí, siempre presente, tanto en el ámbito privado como en público, de ahí que todo proyecto anticapitalista con pretensión de dar la vuelta al mundo, de cambiar el rumbo de los seres humanos, deba tener entre sus prioridades, junto a la superación del capitalismo, la superación del hetero-patriarcado, la erradicación de toda forma de opresión. El acoso y la opresión van desde unas pequeñas burlas en el instituto, pasando por la discriminación laboral hasta asesinatos con motivo de identidad y orientación sexual no hetero-normativa.
Porque luchar por la igualdad es luchar contra la austeridad. ¡Por la igualdad de derechos!
Venimos observando desde hace unos años un resurgir de movimientos homófobos, amparados debajo de ese paraguas que es la ultraderecha europea, por ejemplo en Rusia, donde estos grupos han asesinado a jóvenes homosexuales. También en Francia, donde recientemente han tenido lugar manifestaciones contra los derechos homosexuales. La opresión no se da de igual manera en todo el planeta, hay diversas opresiones, por ello la lucha de las personas LGTBI ha de ser un movimiento autónomo, organizándonos y sin dejar que nuestra lucha quede subordinada a ningún otro tipo de opresión ni, por supuesto, a otro movimiento.
¿Qué es lo que pasa cuando una persona no quiere instaurarse en la norma heterosexual? Son marginadas, rechazadas, discriminadas en el mercado laboral y en la sociedad, y muchas se ven forzadas a sobrevivir violentamente en el mercado sexual sufriendo estigma social, e incluso, violencia física. Aunque en algunos países no se criminalice la homosexualidad, ésta no tiene una aceptación social sólida. La homosexualidad se tolera a regañadientes siempre y cuando reporte beneficios económicos en eso que llamamos “mercado rosa”,. Esto es, la vida de las personas LGTBI en países capitalistas se desarrolla mayoritariamente en un ambiente estrictamente comercial y mercantilizado. Es la situación del “eres gay si tienes dinero”, a lo que se suma que las únicas referencias homosexuales se encuentran en el ámbito televisivo, con puros estereotipos. Y es que, ahora mismo, no contamos con las condiciones materiales para poder disfrutar de nuestra sexualidad libremente, luchamos por nuestra emancipación a diario, pero la opresión es algo que está ahí, siempre presente, tanto en el ámbito privado como en público, de ahí que todo proyecto anticapitalista con pretensión de dar la vuelta al mundo, de cambiar el rumbo de los seres humanos, deba tener entre sus prioridades, junto a la superación del capitalismo, la superación del hetero-patriarcado, la erradicación de toda forma de opresión. El acoso y la opresión van desde unas pequeñas burlas en el instituto, pasando por la discriminación laboral hasta asesinatos con motivo de identidad y orientación sexual no hetero-normativa.
Porque luchar por la igualdad es luchar contra la austeridad. ¡Por la igualdad de derechos!
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