Pepe Gutiérrez-Álvarez
El acto de homenaje a Andreu Nin en el Parlament de Catalunya, tiene múltiples significados. Nin era algo más que un “catalán universal”… Andreu Nin fue casi una síntesis personal de la historia social española durante veinte años (1917-1937). Fue federalista, socialista de izquierdas en el PSOE, sindicalista revolucionario en la CNT, bolchevique en Moscú, un “profesional de la revolución” en la III Internacional, uno de los miembros más destacados de la oposición “trotskista”, divulgador y teórico marxista, antiestalinista precoz…Los agentes de Stalin que lo secuestraron tenían como objetivo obligar a Nin a hacer lo que habían hecho en Moscú Zinóviev o Rádeck. Pero Barcelona no pudo ser Moscú, Nin representaba una revolución todavía viva y no claudicó. 76 años después, su gesta y su trayectoria, han logrado un reconocimiento que, se quiera o no, lo es también a una de las experiencias colectivas más avanzadas del siglo XX. Dicho reconocimiento ha tenido lugar décadas después de la descomposición del “fenómeno estaliniano” y de unas derrotas devastadoras que dejaron al movimiento obrero clásico descoyuntado. El sistema amenaza la continuidad de la vida en el planeta al tiempo que en nombre de la competitividad está aniquilando los derechos y conquistas sociales logradas por el miedo a la revolución…En el orden cultural e ideológico, todo lo que pudo significar ésta fue estigmatizado como una manifestación más de lo que el neoliberalismo ha llamado “la tentación totalitaria”, según la cual fascismo y marxismo son dos caras de una misma moneda. En este cuadro, el reformismo social tradicional ha acabado cambiando su naturaleza. La izquierda instalada ha acabado siendo una pieza del propio sistema. Dentro de su modestia, el homenaje a Nin ha simbolizado una reafirmación del ideal socialista frente a todo eso, un clamor a favor de las mejores tradiciones de nuestra historia social.
Un homenaje de todas las izquierdas
El acto ha sido un encuentro desbordante entre generaciones militantes. El momento de mayor emotividad fue cuando desde la mesa se resaltó la presencia de militantes ya nonagenarios (Teresa Rebull, Juan José Moratalla y Josep Colom), entre los asistentes. También fue notoria la presencia de familiares poumistas a sabiendas que la reivindicación iba por ellos, de ahí que el acto fue presentado por Arnau Ballester, hijo de Vinceç Ballester y de Emérita Arbonés, militantes del POUM de toda la vida. El acto fue cerrado por Martí Carnicer, el alcalde del pueblo de Nin, El Vendrell, que además era nieto de Pep Jai, poumista y cofundador del Sindicat de Pagesos; precisamente en El Vendrell el día antes se habían enterrado las cenizas de Olga Tereeva, que fue la última compañera de Nin. Igualmente fue notoria la presencia de mucha gente comprometida con la historia del POUM, “compañeros de ruta” de otras sensibilidades, escritores, intelectuales, sindicalistas, representantes de entidades sociales de la red asociativa catalana. Amigos y amigas del resto del Estado. Mucha gente quedó fuera, pero aquellos que han querido han podido ver el acto por Internet. Por lo general, la prensa diaria ha informado correctamente.
Las líneas maestras del acto las ofrecieron desde la mesa Mª Teresa Carbonell, presidenta de la Fundació Andreu Nin (FAN), y Pelai Pagès. La primera, hija de poumistas que tenía diez año en 1937, luego militante del POUM y compañera de Wilebaldo Solano desde principios de los años cincuenta, conectó el legado del POUM con la denuncia al sistema y con una apuesta por el socialismo libre de la burocracia. Pelai certificó que Nin había dedicado su vida a la clase obrera y la emancipación nacional. Las intervenciones se atuvieron en lo fundamental a lo que ambos dijeron. ERC insistió sobre la emancipación nacional, en tanto que Quim Arrufat (CUP) conectó lo social y lo nacional como partes indisociables de un mismo proyecto. El representante del PSC puso el mayor acento en la labor de Nin como intelectual y traductor. Tanto éstos como los representantes de Comisiones y de UGT mostraron su capacidad de modelar su discurso a las circunstancias. A su lado, la intervención de Emili Cortavitarte (CGT), respiró erudición y autenticidad.
Los herederos del PSUC
Como no podía ser menos, había expectativas por lo que iban a decir los herederos del PSUC, comenzando por Joan Herrera (IC-EUiA), sin cuyo concurso el homenaje no habría sido posible. Joan distinguió entre lo mejor y lo peor de esta herencia. Entre lo peor estaba el sectarismo estalinista y, rotundamente, la ignominia cometida contra Andreu Nin. Joan Josep Nuet, secretario general del PCC, insistió en la denuncia del sectarismo, demasiado presente en su historia; baste recordar que su partido patrocina la Fundació Pere Ardiaca, una persona que persistió en esta actitud hasta el final de su vida. Alfredo Clemente, representante del PSUC-Viu, combinó la denuncia del sectarismo con la defensa de la política oficial del PCE-PSUC durante la guerra civil de oponer la legitimidad gubernamental republicana a la revolución.
Anotemos, primero, que tanto el POUM como el PSUC habían compartido la necesidad de una unificación marxista, todos ellos habían formado parte activa de la Alianza Obrera y entraron en un proceso unitario que se rompió cuando Stalin decidió que había que “exterminar” a los “trotskistas”; segundo, que el PSUC tuvo un papel central en la recomposición del movimiento obrero y popular bajo el franquismo; y tercero, que su actuación sobre el asesinato de Nin ha sido más honesta y decidida que la del PCE. No hay la menor duda de que la larga batalla por la verdad, la justicia y la reparación de Andreu Nin, está ahora ganada.
Las organizaciones de origen trotskista
La parte final del acto fue ocupada por la intervención de algunas organizaciones de origen trotskista. Hablaron Andreu Coll (Revolta Global) que señaló la importancia de un legado que situó entre los más avanzados del siglo XX; Joel Sans (En Lluita) incidió en las dificultades de poner al día ese legado tan importante, en tanto que Josep Lluís Alcázar (Lluita Internacionalista), subrayó que Nin había muerto por defender la tradición leninista y no se olvidó de subrayar que apreciaba más al Nin de la Alianza Obrera que al del Frente Popular, dos momentos históricos muy distintos. El segundo llega después de la derrota del primero, cuando el país se polariza entre la derecha y la izquierda y en medio de un clamor de unidad para sacar a los presos del UHP de las cárceles. Por su parte, Francesc Matas (POR, que como integrante de la coalición liderada por Joan Herrera cuenta con un diputado propio, David Compayon, que ha sido, junto con la FAN, el principal artífice del acto), proclamó emotivamente que Nin nunca había estado ni en Roma ni en Berlín y que ahora estaba allí, entre nosotros, como una presencia viva… Anotemos que, entre estas corrientes, el fraccionamiento es todavía mayor que el de los herederos del comunismo oficial; apenas si se han saludado en los últimos decenios. Ahora están trabajando juntas en una entidad plural como la Fundación Andreu Nin en la que coexisten militantes procedentes de diversas formaciones; y, también lo han hecho en la campaña contra la impunidad de Emilio Hellin, uno de los asesinos de Yolanda González.
Una Fundación muy activa
Casi todas las intervenciones coincidieron en elogiar la actividad de la Fundació Andreu Nin, una entidad memorialista marxista abierta, legalizada en Cataluña, Asturias y Madrid y con conexiones no orgánicas en todo el Estado. Iniciada por conocidos militantes del POUM como Wilebaldo Solano, Francesc de Cabo, Vinceç Ballester, Quique Rodríguez, etc, ha sido un lugar de encuentro y debate sin exclusiones. Durante los últimos años, la FAN ha desarrollado toda clase de actividades, encuentros estatales, jornadas y conferencias, artículos, difusión de contenidos desde sus diversas páginas en Internet, bregando por el reconocimiento de poumistas como Manuel Grossi en Asturias, de las mujeres “doblemente olvidadas”, ha colaborado en numerosas ediciones y reediciones de autores del mismo ámbito. El homenaje en el Parlament, como otros que ya se hicieron en Madrid o en Asturias, gestos como el de la bandera poumista en el acto por la memoria en Bilbao, suman una ingente actividad que no habría sido posible sin la aceptación creciente que está teniendo el legado del POUM y de la izquierda herética en general, entre las nuevas generaciones. Después del acto del 17 de junio en el Parlament, han quedado ánimos para unas propuestas de trabajo que, en el mes octubre, se iniciaran con unas largas jornadas en homenaje a Eugenio Fernández Granell y en las que se hablará del surrealismo y la revolución, de Granell, André Breton, León Trotsky, Walter Benjamín, Benjamín Péret, Remedios Varo, etcétera. Todos y todas estáis invitados a la Biblioteca Andreu Nin, situada en Las Ramblas de la memoria.
(*) Publicado en Viento Sur, Miércoles 26 de junio de 2013
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