Por Oscar J. Domingo
De nuevo un año más volveremos a
salir a las calles para reivindicar la república, exigir la
posibilidad de elegir la forma de estado bajo la que vivimos y la
democracia en el acceso a cualquier puesto de representación en
nuestro país de países.
Por nuestra parte hemos de poner sobre
la mesa no solo el cambio en la jefatura de estado, mas aún teniendo
en cuenta que el rey, el que recien “estrenamos” o el anterior,
son la representación mas acabada del Régimen del 78 heredado del
franquismo, con sus instituciones, sus gentes y el sistema económico
que sustentan. Pero no nos vale cualquier cosa; sustituir a un rey
cuyo padre fue impuesto por Franco por un presidente/a que podría
ser impuesto/a por la clase dirigente no arreglará nada, sino que
solo vendrá a cambiar la más alta representación de un status
quo que en los últimos años ha supuesto un ahondamiento
espectacular en la precarización de nuestras vidas y nuestros
derechos y el reparto cada vez más indignante de la miseria.
Por un lado debemos reivindicar la
república como un régimen político por el que cientos de miles de
personas lucharon, murieron y fueron asesinadas. Hoy día aun tenemos
más de 100,000 personas enterradas en las cunetas por toda la
geografía española ( en este sentido solo por detrás de Camboya),
tenemos monumentos y homenajes por toda la geografía dedicados a
generales y asesinos que sembraron el país de muerte, la doctrina
nacional-católica sigue imperando en la sociedad y en los tribunales
(recordemos la reciente condena a Rita Maestre por atentar contra
“los sentimientos religiosos”) y el recuerdo de la II República
aún busca ser empañado por sectores fuertemente conectados
(integrados en) con la derecha “democrática” española.
Ninguno de los partidos que estos meses
busca negociar un gobierno ha puesto sobre la mesa la forma de
estado. Mas bien, todos ellos han reconocido la figura de Felipe de
Borbón en su papel de interlocutor y garante del proceso en lugar de
lanzar la denuncia de la existencia de una institución anacrónica y
antidemocrática. Incluso los discursos que antaño (meses ha mas
bien) hablaban de “procesos constituyentes” o “ruptura
democrática” hoy ya solo hablan de una “segunda Transición”
en el mejor de los casos, idealizando la primera (antes criticada
también) y sin cuestionar algunos ejes centrales que habrían de ser
condiciones obligadas si queremos hablar de un cambio real: derecho
de autodeterminación de los pueblos del estado español, proceso
constituyente desde la movilización que cuestione el modelo actual y
abra vias de participación popular, reparto del empleo mediante la
reducción de la jornada laboral sin reducción salarial, prohibición
de los despidos en las empresas con beneficios, nacionalización de
los sectores estratégicos, impago de la deuda que se generó
salvando a la banca, las 5 leyes de la PAH para garantizar la
solución de la cuestión habitacional en el estado español...
Buena parte de los partidos han
abandonado las consignas políticas que conducen a la movilización
popular, y otros nunca las contemplaron de hecho. El reformismo
(entendido no como la lucha por las reformas sino como la creencia en
que desde las instituciones se pueden cambiar las cosas) ha puesto
una venda en los ojos de millones de trabajadoras y trabajadores y
ha abandonado el camino que se abrió en 2011 con la primavera árabe,
el 15M ,las Marchas de la Dignidad...
Ningún derecho de los que disponemos
hoy día (huelga, jornada de 8 horas, voto, sanidad, educación y un
largo etcétera) ha sido regalado por ningún gobierno de ningún
color. Mas bien gobiernos de varios colores llevan décadas
limitándolos y reduciéndolos a su mínima expresión. Solo cuando
ha habido una movilización sostenida hemos conseguido victorias;
solo cuando nuestra clase social ha mantenido el pulso a la clase
dirigente ésta se ha visto obligada a hacer concesiones.
Las necesidades de la clase trabajadora
(empleo digno, vivienda asequible, educación y sanidad públicas y
universales, derechos y libertades como ciudadanas y ciudadanos,
seguridad para proyectar planes de futuro...) no llegarán porque
mañana echemos a los Borbones y tengamos un o una presidenta de la
República. Mas bien; la República llegará mediante la reactivación
de la movilización de millones luchando por recuperar esos derechos
arrebatados, cuando durante esa lucha millones reconozcan que el
modelo de estado va ligado a una lucha por nuestras condiciones
económicas, por cambiar el sistema por otro donde las necesidades de
la mayoría social se antepongan a los beneficios de unos pocos. Si
no se avanza en la lucha social, los cambios institucionales solo
vendrán para gestionar la miseria que nos permitan las instituciones
internacionales buitres, como la Troika, tal y como se ha visto en
Grecia.
Para avanzar hacia una III República,
la de los pueblos, la igualdad entre hombres y mujeres y las y los
trabajadores, la suma correcta no será PSOE+IU+Podemos, sino Clase
Trabajadora+Juventud en Lucha.
El estado republicano, o la república, es la forma que la burguesía en su momento progresivo en la historia dio a sus estados.
ResponderEliminarA medida que aparecía el proletariado y se organizaba como clase, la nueva clase explotadora rápidamente se olvidaba de sus consignas históricas y se aliaba a las clases retrógradas por el temor que su lucha por el nuevo régimen democrático se viera sobrepasado por los trabajadores, que no se iban a detener en conquistar la democracia formal y seguir siendo explotado sino que continuarían hacia la abolición de todo tipo de explotación.
Ya Marx en 1848 constató esta situación con la revolución alemana he introdujo sus conclusiones en la circular de 1850 como complemento del Manifiesto Comunista.
Luego la historia demuestra hasta el artazgo como la burguesía es incapaz ya de llevar adelante sus banderas democráticas, y estas conclusiones de Marx continuarán siendo desarrolladas por Lenin y Trotsky a la luz de la esperiencia rusa.
Hoy en la etapa de decandencia del capitalismo, la burguesía española, una clase raquítica que no puede sostenerse sino es aliada a la monarquía y a la iglesia, está más lejos que nunca de luchar por una república y sólo usa y ha usado esa consigna para engañar y derrotar la lucha de los trabajadores.
Eso fue lo que pasó con la república de 1931 que termina organizando la derrrota de la revolución en el 36: la burguesía tenía mas miedo a los trabajadores en armas y a la revolución que al fascismo.
Sin embargo las consignas democráticas tienen que formar parte de nuestras luchas porque significan un paso adelante respecto al régimen de la Transición que no es otra cosa que la continuidad de la monarquía, la iglesia y el franquismo en el poder pero esas consignas sólo pueden ser llevadas adelante consecuentemente por los trabajadores, que son los únicos interesados en terminar con la opresión de las viejas clases explotadoras y también de la burguesía aliada a ellas.
Vemos como la izquierda que participó en la derrota del 36 participó activamente en construir el régimen de la Transición renunciado hasta formalmente de las consignas republicanas y democráticas. Hoy esas banderas sólo pueden ser levantadas por los trabajadores que junto con sus reclamos llevará hasta el final esa lucha. Pero justamente por ser la tarea de los obreros en esta etapa, esa república no será burguesa no será “democrática” será socialista.
No podemos seguir repitiendo los argumentos de la izquierda reformista y del estalinismo que defienden una república burguesa para oponerse a cualquier desarrollo de lucha y organización independente de los trabajadores.
Aunque parte de esa izquierda ya ha abandonado hasta formalmente las consignas democráticas como el caso del Psoe o en el caso de Podemos que nace ya complaciendo al capital y a la monarquía sin mencionar siquiera el tema “porque no es el momento”.
Sí estamos por la república, pero esta será obrera y socialista, sino estamos llevando nuevamente a los trabajadores detrás de carro de la burguesía, a confiar en sus explotadores y eso como en el pasado costará nuevas derrotas.