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Público
"La Transición fue muy dura con las organizaciones que habían luchado por la ruptura de raíz con el franquismo". Así lo siente y lo explica Martí Caussa, coeditor y coautor de la Historia de la LCR, "un libro militante en dos sentidos". Porque "lo han escrito militantes". Y porque "milita contra cierta idea muy extendida según la cual la Transición, tal como se hizo, era lo único posible".
Un libro en el que ha trabajado durante los últimos años un grupo de dirigentes de lo que fue la Liga Comunista Revolucionaria, la LCR, organización que se gestó en la clandestinidad, a finales de los años sesenta, y que estuvo presente en la vida política durante 22 años.
"La LCR defendió, y el libro lo explica, que era posible una ruptura de raíz con el franquismo, conseguir una democracia consecuente y la defensa de las reivindicaciones populares".
Un trabajo coral, confeccionado a doce manos, en coherencia más o menos implícita con uno de los rasgos significativos de aquella organización: Durante sus dos décadas largas de actividad "ninguna persona asumió un liderazgo incontestado en su interior, algo que con diversas variantes (secretario general u otro nombre) era la norma de las organizaciones de izquierda en el Estado español".
Ninguno de sus dirigentes, pues, pudieron ni quisieron aspirar nunca, que se sepa, a presidencia alguna, secretaría general, o a ser número uno o dos o tres de nada ni nadie en aquella formación política.
Eso no impedía que algunas personas fueran escuchadas con mayor atención. Quienes conocieron su actividad y sus debates políticos coinciden en que Martí Caussa fue uno de los militantes que, a pesar de su discreción, contó con mayor predicamento, desde el principio hasta el final.
De la experiencia política de aquella organización, a la que dedicó gran parte de su vida, Caussa destaca sobre todo tres aspectos:
"Que era posible la ruptura de raíz con el franquismo.
Que había que luchar contra el régimen salido de la Transición.
Y que las organizaciones que llevaran esa lucha debían ser pluralistas y democráticas".
La Liga Comunista Revolucionaria, reconoce Caussa, "tuvo ilusiones" de que la movilización contra la dictadura "fuera más allá y abriera un proceso hacia el socialismo". Eso hoy le parece "discutible", pero en cuanto a "la ruptura radical con el franquismo" considera que "si no fue posible fue porque organizaciones obreras muy importantes optaron por la vía de los pactos".
La Liga "no creyó en el régimen salido de la Transición, ni cuando fue encarnado por un partido como el de Suárez", ni tampoco con el PSOE. "Había que organizar la resistencia contra esas políticas, que llegaron a tener muchos puntos de coincidencia con gobiernos distintos".
La Historia de la LCR se ha escrito, según Martí Caussa, con el objetivo de recuperar una parte de la memoria de la izquierda revolucionaria, como herramienta útil para quienes se enfrentan a los problemas de hoy:
"Es interesante recuperar esta memoria precisamente hoy, porque muchos luchadores de movimientos sociales y de plataformas cuestionan la Transición y se dan cuenta de que una parte de los problemas actuales viene de esta falta de ruptura de raíz con el franquismo".
Pluralismo y democracia
En el libro, señala Martí Caussa, "se intenta situar en cada momento qué hizo la LCR, por qué lo hizo, respaldarlo con documentos y explicar al mismo tiempo otras opiniones que se dieron dentro de la LCR. Porque en la LCR siempre hubo otras opiniones. Y se dan a conocer no sólo las posiciones mayoritarias de cada momento, sino los documentos de las minoritarias. Esto es la reivindicación de un partido que fue democrático y pluralista, y que esta democracia la ejerció incluso en la época de la dictadura, en la que muchos pensaban que no podía haber ningún tipo de democracia".
"El libro no ha sido premeditado para la coyuntura actual, pero esta coyuntura le viene bien al libro" Uno de los autores del documento, José María Galante, en un capítulo dedicado al modelo organizativo, argumenta por qué "la LCR significó una experiencia singular entre las organizaciones de la izquierda revolucionaria surgidas en el tardofranquismo". "Reconocía el derecho de tendencia, es decir, que cuando se abría una discusión, los militantes podían escribir un texto con sus posiciones, presentarlo en la organización y hacerse representar de modo proporcional en el Congreso. Lo que significaba, por otra parte, que nadie podía ser expulsado o sancionado por tener una opinión minoritaria".
Organizaciones amplias
La Historia de la LCR "se podía haber escrito mucho antes", admite el coeditor del libro. "Lo que pasa es que ahora hay más sensibilidad por los temas que cuestionan la Transición". "El libro no ha sido premeditado para la coyuntura actual, pero esta coyuntura le viene bien al libro".
"Ahora mismo que se plantea la idea de nuevos procesos constituyentes, esta idea de que las organizaciones que lleven esa lucha sean lo más unitarias, pluralistas y democráticas posibles me parece que es algo con lo que deben sintonizar bien los militantes que estuvieron en la LCR".
"En la situación actual creo que lo que se impone es el impulso de organizaciones amplias", insiste Caussa, "que aglutinen a muchos sectores". "Si observamos la experiencia del Procés Constituent, es un movimiento político-social muy amplio. Si vemos Podemos, también. Si vemos la propuesta de candidatura que hace "Guanyem Barcelona", también es muy amplia, y la misma CUP ha impulsado las "Trobades Populars Municipalistes" (Encuentros Populares Municipalistas), que pretenden una ampliación importante, porque hay una crisis del sistema político y esta crisis se puede revertir en sentido favorable a las clases populares si construimos organizaciones amplias, en las que las distintas sensibilidades, las distintas organizaciones políticas que vienen de épocas anteriores trabajen lealmente en su interior".
Martí Caussa colabora ahora activamente con Procés Constituent, el movimiento político que impulsan el economista Arcadi Oliveres y la monja benedictina Teresa Forcades. Se reconoce como "un gran defensor" de esta iniciativa política ¿Qué puede aportar al Procés una persona de su trayectoria y experiencia?
"Me aporta más el Procés a mí que yo al Procés", asegura. Tengo una trayectoria y una edad. A mí lo que me pareció interesante del Procés Constituent fue esta idea según la cual es necesario un cambio en el terreno nacional y en el social. En los dos. Un cambio muy importante en los dos terrenos. Y el resultado de este cambio se tiene que expresar no con pequeñas modificaciones del régimen que ya tenemos si no con un nuevo proceso constituyente, al cual están convocadas fuerzas mucho más amplias de lo que es el Procés Constituent". Y valora también que el Procés proclamara su voluntad de impulsar "una candidatura unitaria, amplia, a las próximas elecciones al Parlament de Catalunya. Que no se postulara como una nueva fuerza política si no como una fuerza que quiere unificar a más fuerzas políticas, a luchadores de movimientos, gente independiente y también a un amplio espectro político que va desde Iniciativa per Catalunya hasta la CUP, pasando por Podemos. En el momento de crisis de las formaciones tradicionales, si se lograra construir una alternativa con un programa rupturista de mínimos y agrupando a este amplio abanico de fuerzas, yo creo que sería muy importante".
Motivos para el optimismo
Los autores del libro constatan en sus textos los efectos desmovilizadores que trajo consigo la Transición y, sobre todo, el posterior triunfo a escala global de los postulados neoliberales. La militancia que se desanimaba "y se iba a casa", las derrotas... "La situación se tornó extremadamente difícil para las corrientes de izquierda", señala Ricard Martínez en un capítulo dedicado a los últimos años de la Liga.
Martí Caussa cree que ahora, tras años de aguda crisis y de recortes, se abren oportunidades para los partidarios del cambio. "Yo creo que el 15M fue un gran revulsivo. Abrió muchos motivos para el optimismo, y desde entonces, muchas de las cosas que han sucedido, como las Mareas o las marchas por la Dignidad o el Procés Constituent o Podemos o algunas candidaturas municipales... yo creo que abren motivos para el optimismo, pero igual que decimos que no estaba escrito que la única posibilidad tras la muerte de Franco fuera lo que sucedió y que podían haber sucedido otras cosas, en cada ocasión el futuro está abierto. Depende del acierto de las fuerzas en presencia. Podemos ser optimistas pero hemos de trabajar muy intensamente.
Un trabajo intenso para el que no se cuenta con la militancia fuertemente disciplinada que dio vida a muchas organizaciones de izquierda, con un alto sentido del compromiso.
Martí Caussa recuerda los tiempos "en los que a un militante le podíamos pedir que dejara el trabajo y se fuera a militar en otra ciudad y la mayor parte de las veces lo hacía. Y le podíamos pedir que si le detenía la policía tenía que aguantar las palizas y la tortura y no delatar militantes". Lo cuenta también por experiencia propia. En 1974 fue detenido en Madrid junto a otros militantes de LCR-ETA VI, fue encarcelado y no salió en libertad hasta meses después de la muerte de Franco, con el primer indulto para presos políticos.
Evoca también el cambio que supuso el paso de la clandestinidad a la legalidad. "En el momento en que cae la dictadura, se plantea la posibilidad de un trabajo legal y abierto y entonces la militancia cambia y es muy importante aprovechar esas posibilidades de la legalidad para entrar en contacto con mucha gente con la que antes no podíamos hacerlo".
Ahora observa otro tipo de disponibilidad para el trabajo colectivo.
"Cada época tiene sus características y la actual tiene otro tipo de militancia y otro tipo de activismo en los movimientos, en el apoyo mutuo, en la difusión por las redes sociales ...". "Hay gente que invierte una gran cantidad de horas en este activismo... tantas como podíamos gastar los viejos militantes en tiempos del franquismo. Pero las formas son muy distintas. No creo que vaya a volver aquel tipo de militancia, pero probablemente es porque ahora se necesita otra cosa".
¿Comunista todavía?
"No sabemos si esta palabra se regenerará y volverá al significado que yo he defendido", dice el veterano militante. "Está por ver", insiste. La pregunta parece que le sorprende, pero no le incomoda. Para él el comunismo consiste en la defensa de la "propiedad colectiva de los grandes medios de producción y de una democracia mucho más amplia que la que ha dado ninguna de las democracias que hemos conocido". "En este sentido soy comunista y lo he sido siempre", dice. "Lo que pasa es que el comunismo se ha identificado, y no sé si se va a librar de esto, con la defensa de los regímenes que gobernaron en la antigua Unión Soviética o en China y estos regímenes, para mí, no tenían nada de comunistas ni socialistas. Eran opresivos para su propia clase trabajadora y su propio pueblo". "He estado siempre en contra, pero mucha gente identifica el comunismo con estos regímenes. Yo no soy de esta clase de comunistas. Soy del comunismo revolucionario y democrático, algo que no ha existido todavía en ninguna parte".
No quiere que nadie interprete la Historia de la LCR como un embellecimiento de la historia de aquella organización. "Hemos intentado hacer un libro no hagiográfico". Los autores reconocen, eso sí, que han trabajado con la voluntad de contrarrestar prejuicios y tópicos utilizados para "enmascarar" el mundo de la izquierda revolucionaria, pero no intentan desnaturalizar sus orígenes. "La LCR fue un producto más de una época de crisis de las organizaciones tradicionales y de defensa de la clase obrera con una perspectiva de lucha por el socialismo". "En los primeros años de la LCR podemos hablar de ultraizquierdismo, que fue la característica fundamental de los grupos que surgieron en aquel momento. Es decir, el PCE(i), Bandera Roja...En los momentos decisivos de la Transición, no lo creo". "Como todas las organizaciones vivas tuvo aciertos y errores, pero yo creo que la orientación fundamental, la de la ruptura de raíz con el franquismo, era correcta y no era ultraizquierdista". Tampoco lo fue, según Caussa, la línea política posterior. "Si vemos algunas reivindicaciones, la reclamación de una Huelga General en contra de la reconversión del gobierno González, no creo que fuera ultraizquierdista. O la reclamación del referéndum de la OTAN y que se cerraran las bases americanas, tampoco creo que lo fuera. O la reclamación del derecho al aborto, o la supresión de la mili obligatoria, o incluso acciones que lo pueden parecer, como el apoyo a la objeción colectiva y la insumisión como hizo la LCR, a alguien le pueden parecer izquierdistas o vanguardistas pero yo creo que fueron adecuadas, que fueron correctas".
¿Por qué desapareció?
La LCR se partió en dos mitades poco después de nacer, luego integró otras organizaciones, se reunificó. En 1973, acordó la fusión con ETA VI Asamblea, que había roto con el nacionalismo y con la actividad armada y que en aquel momento era mayoritaria en la propia ETA.
Tras la muerte del dictador, al calor de las movilizaciones contra "el franquismo sin Franco" y de un extraordinario y prolongado período de actividad sindical y de huelgas, la LCR se convirtió en una organización relativamente numerosa. A finales del 77, una vez reunificada, contaba con miles de militantes y simpatizantes organizados a diferentes niveles, pero con el llamado "desencanto" que trajo consigo la Transición, "sus efectivos se fueron reduciendo progresivamente" hasta una cuarta parte del momento más álgido. Aun así, explica Martí Caussa, "podía subsistir, o subsistía como organización activa de un número más reducido de militantes, activa en una serie de movimientos, desde la izquierda sindical, al movimiento por la paz, o antimilitarista, el movimiento feminista, el ecologista..." .
Muchos años más tarde, en el año 91, tras un largo período de aproximación, la Liga Comunista Revolucionaria y el Movimiento Comunista acordaron formar un solo partido. Fue un fracaso y en 1993 no sólo desapareció la nueva formación si no también las organizaciones originarias. "No hubo un volver a empezar".
¿Qué ocurrió?
El libro no da respuesta. Su relato se detiene casi del todo en 1991. Martí Caussa dice que él tampoco tiene estructurada una respuesta personal, "que tampoco sería muy interesante", entiende. La búsqueda de la explicación, dice "puede ser una tarea de futuro". Ahora lo que le parece interesante es "la reflexión sobre una práctica que podemos recoger no solo en testimonios, si no en documentos, y esta parte es la que va desde el años 70 hasta el 91, porque lo que estamos comentando no es sólo un libro de fácil lectura y de poco más de 200 páginas, si no también más de 500 documentos que se pueden consultar en la página web HistoriaLCR.info.
¿Un libro para quién?
"El libro se dirige a tres públicos", concluye Martí Caussa.
"A los antiguos militantes, simpatizantes, colaboradores, amigos, incluso a militantes de otras corrientes de la izquierda revolucionaria, que quieren conservar la memoria de una parte de militancia que la ideología oficial ha borrado".
"A la gente que ahora está viendo que la satisfacción de las demandas sociales que están en el día a día no será posible sin romper con la herencia de la Transición, porque le puede resultar interesante conocer la experiencia de una organización revolucionaria que luchó contra eso, contra ese consenso y este tipo de Transición".
"Y para los historiadores, que cada vez más se interesan por las bifurcaciones que habrían sido posibles".
"No es un libro de memorias, no es una hagiografía. Es una historia militante que recoge también opiniones distintas dentro de esta organización y que ofrece un caudal de documentos para estudiar la época y hacerse una opinión sobre el tema. Esto yo creo que es poco frecuente. Tampoco que haya tantos documentos en abierto, que no son sólo periódicos o tomas de posición públicas, si no documentos internos, debates duros, que ahora son asequibles. Quizás no es divertido, no es para el gran público, pero si alguien quiere estudiar la experiencia de la Transición creo que le resultará interesante".
Público
"La Transición fue muy dura con las organizaciones que habían luchado por la ruptura de raíz con el franquismo". Así lo siente y lo explica Martí Caussa, coeditor y coautor de la Historia de la LCR, "un libro militante en dos sentidos". Porque "lo han escrito militantes". Y porque "milita contra cierta idea muy extendida según la cual la Transición, tal como se hizo, era lo único posible".
Un libro en el que ha trabajado durante los últimos años un grupo de dirigentes de lo que fue la Liga Comunista Revolucionaria, la LCR, organización que se gestó en la clandestinidad, a finales de los años sesenta, y que estuvo presente en la vida política durante 22 años.
"La LCR defendió, y el libro lo explica, que era posible una ruptura de raíz con el franquismo, conseguir una democracia consecuente y la defensa de las reivindicaciones populares".
Un trabajo coral, confeccionado a doce manos, en coherencia más o menos implícita con uno de los rasgos significativos de aquella organización: Durante sus dos décadas largas de actividad "ninguna persona asumió un liderazgo incontestado en su interior, algo que con diversas variantes (secretario general u otro nombre) era la norma de las organizaciones de izquierda en el Estado español".
Ninguno de sus dirigentes, pues, pudieron ni quisieron aspirar nunca, que se sepa, a presidencia alguna, secretaría general, o a ser número uno o dos o tres de nada ni nadie en aquella formación política.
Eso no impedía que algunas personas fueran escuchadas con mayor atención. Quienes conocieron su actividad y sus debates políticos coinciden en que Martí Caussa fue uno de los militantes que, a pesar de su discreción, contó con mayor predicamento, desde el principio hasta el final.
De la experiencia política de aquella organización, a la que dedicó gran parte de su vida, Caussa destaca sobre todo tres aspectos:
"Que era posible la ruptura de raíz con el franquismo.
Que había que luchar contra el régimen salido de la Transición.
Y que las organizaciones que llevaran esa lucha debían ser pluralistas y democráticas".
La Liga Comunista Revolucionaria, reconoce Caussa, "tuvo ilusiones" de que la movilización contra la dictadura "fuera más allá y abriera un proceso hacia el socialismo". Eso hoy le parece "discutible", pero en cuanto a "la ruptura radical con el franquismo" considera que "si no fue posible fue porque organizaciones obreras muy importantes optaron por la vía de los pactos".
La Liga "no creyó en el régimen salido de la Transición, ni cuando fue encarnado por un partido como el de Suárez", ni tampoco con el PSOE. "Había que organizar la resistencia contra esas políticas, que llegaron a tener muchos puntos de coincidencia con gobiernos distintos".
La Historia de la LCR se ha escrito, según Martí Caussa, con el objetivo de recuperar una parte de la memoria de la izquierda revolucionaria, como herramienta útil para quienes se enfrentan a los problemas de hoy:
"Es interesante recuperar esta memoria precisamente hoy, porque muchos luchadores de movimientos sociales y de plataformas cuestionan la Transición y se dan cuenta de que una parte de los problemas actuales viene de esta falta de ruptura de raíz con el franquismo".
Pluralismo y democracia
En el libro, señala Martí Caussa, "se intenta situar en cada momento qué hizo la LCR, por qué lo hizo, respaldarlo con documentos y explicar al mismo tiempo otras opiniones que se dieron dentro de la LCR. Porque en la LCR siempre hubo otras opiniones. Y se dan a conocer no sólo las posiciones mayoritarias de cada momento, sino los documentos de las minoritarias. Esto es la reivindicación de un partido que fue democrático y pluralista, y que esta democracia la ejerció incluso en la época de la dictadura, en la que muchos pensaban que no podía haber ningún tipo de democracia".
"El libro no ha sido premeditado para la coyuntura actual, pero esta coyuntura le viene bien al libro" Uno de los autores del documento, José María Galante, en un capítulo dedicado al modelo organizativo, argumenta por qué "la LCR significó una experiencia singular entre las organizaciones de la izquierda revolucionaria surgidas en el tardofranquismo". "Reconocía el derecho de tendencia, es decir, que cuando se abría una discusión, los militantes podían escribir un texto con sus posiciones, presentarlo en la organización y hacerse representar de modo proporcional en el Congreso. Lo que significaba, por otra parte, que nadie podía ser expulsado o sancionado por tener una opinión minoritaria".
Organizaciones amplias
La Historia de la LCR "se podía haber escrito mucho antes", admite el coeditor del libro. "Lo que pasa es que ahora hay más sensibilidad por los temas que cuestionan la Transición". "El libro no ha sido premeditado para la coyuntura actual, pero esta coyuntura le viene bien al libro".
"Ahora mismo que se plantea la idea de nuevos procesos constituyentes, esta idea de que las organizaciones que lleven esa lucha sean lo más unitarias, pluralistas y democráticas posibles me parece que es algo con lo que deben sintonizar bien los militantes que estuvieron en la LCR".
"En la situación actual creo que lo que se impone es el impulso de organizaciones amplias", insiste Caussa, "que aglutinen a muchos sectores". "Si observamos la experiencia del Procés Constituent, es un movimiento político-social muy amplio. Si vemos Podemos, también. Si vemos la propuesta de candidatura que hace "Guanyem Barcelona", también es muy amplia, y la misma CUP ha impulsado las "Trobades Populars Municipalistes" (Encuentros Populares Municipalistas), que pretenden una ampliación importante, porque hay una crisis del sistema político y esta crisis se puede revertir en sentido favorable a las clases populares si construimos organizaciones amplias, en las que las distintas sensibilidades, las distintas organizaciones políticas que vienen de épocas anteriores trabajen lealmente en su interior".
Martí Caussa colabora ahora activamente con Procés Constituent, el movimiento político que impulsan el economista Arcadi Oliveres y la monja benedictina Teresa Forcades. Se reconoce como "un gran defensor" de esta iniciativa política ¿Qué puede aportar al Procés una persona de su trayectoria y experiencia?
"Me aporta más el Procés a mí que yo al Procés", asegura. Tengo una trayectoria y una edad. A mí lo que me pareció interesante del Procés Constituent fue esta idea según la cual es necesario un cambio en el terreno nacional y en el social. En los dos. Un cambio muy importante en los dos terrenos. Y el resultado de este cambio se tiene que expresar no con pequeñas modificaciones del régimen que ya tenemos si no con un nuevo proceso constituyente, al cual están convocadas fuerzas mucho más amplias de lo que es el Procés Constituent". Y valora también que el Procés proclamara su voluntad de impulsar "una candidatura unitaria, amplia, a las próximas elecciones al Parlament de Catalunya. Que no se postulara como una nueva fuerza política si no como una fuerza que quiere unificar a más fuerzas políticas, a luchadores de movimientos, gente independiente y también a un amplio espectro político que va desde Iniciativa per Catalunya hasta la CUP, pasando por Podemos. En el momento de crisis de las formaciones tradicionales, si se lograra construir una alternativa con un programa rupturista de mínimos y agrupando a este amplio abanico de fuerzas, yo creo que sería muy importante".
Motivos para el optimismo
Los autores del libro constatan en sus textos los efectos desmovilizadores que trajo consigo la Transición y, sobre todo, el posterior triunfo a escala global de los postulados neoliberales. La militancia que se desanimaba "y se iba a casa", las derrotas... "La situación se tornó extremadamente difícil para las corrientes de izquierda", señala Ricard Martínez en un capítulo dedicado a los últimos años de la Liga.
Martí Caussa cree que ahora, tras años de aguda crisis y de recortes, se abren oportunidades para los partidarios del cambio. "Yo creo que el 15M fue un gran revulsivo. Abrió muchos motivos para el optimismo, y desde entonces, muchas de las cosas que han sucedido, como las Mareas o las marchas por la Dignidad o el Procés Constituent o Podemos o algunas candidaturas municipales... yo creo que abren motivos para el optimismo, pero igual que decimos que no estaba escrito que la única posibilidad tras la muerte de Franco fuera lo que sucedió y que podían haber sucedido otras cosas, en cada ocasión el futuro está abierto. Depende del acierto de las fuerzas en presencia. Podemos ser optimistas pero hemos de trabajar muy intensamente.
Un trabajo intenso para el que no se cuenta con la militancia fuertemente disciplinada que dio vida a muchas organizaciones de izquierda, con un alto sentido del compromiso.
Martí Caussa recuerda los tiempos "en los que a un militante le podíamos pedir que dejara el trabajo y se fuera a militar en otra ciudad y la mayor parte de las veces lo hacía. Y le podíamos pedir que si le detenía la policía tenía que aguantar las palizas y la tortura y no delatar militantes". Lo cuenta también por experiencia propia. En 1974 fue detenido en Madrid junto a otros militantes de LCR-ETA VI, fue encarcelado y no salió en libertad hasta meses después de la muerte de Franco, con el primer indulto para presos políticos.
Evoca también el cambio que supuso el paso de la clandestinidad a la legalidad. "En el momento en que cae la dictadura, se plantea la posibilidad de un trabajo legal y abierto y entonces la militancia cambia y es muy importante aprovechar esas posibilidades de la legalidad para entrar en contacto con mucha gente con la que antes no podíamos hacerlo".
Ahora observa otro tipo de disponibilidad para el trabajo colectivo.
"Cada época tiene sus características y la actual tiene otro tipo de militancia y otro tipo de activismo en los movimientos, en el apoyo mutuo, en la difusión por las redes sociales ...". "Hay gente que invierte una gran cantidad de horas en este activismo... tantas como podíamos gastar los viejos militantes en tiempos del franquismo. Pero las formas son muy distintas. No creo que vaya a volver aquel tipo de militancia, pero probablemente es porque ahora se necesita otra cosa".
¿Comunista todavía?
"No sabemos si esta palabra se regenerará y volverá al significado que yo he defendido", dice el veterano militante. "Está por ver", insiste. La pregunta parece que le sorprende, pero no le incomoda. Para él el comunismo consiste en la defensa de la "propiedad colectiva de los grandes medios de producción y de una democracia mucho más amplia que la que ha dado ninguna de las democracias que hemos conocido". "En este sentido soy comunista y lo he sido siempre", dice. "Lo que pasa es que el comunismo se ha identificado, y no sé si se va a librar de esto, con la defensa de los regímenes que gobernaron en la antigua Unión Soviética o en China y estos regímenes, para mí, no tenían nada de comunistas ni socialistas. Eran opresivos para su propia clase trabajadora y su propio pueblo". "He estado siempre en contra, pero mucha gente identifica el comunismo con estos regímenes. Yo no soy de esta clase de comunistas. Soy del comunismo revolucionario y democrático, algo que no ha existido todavía en ninguna parte".
No quiere que nadie interprete la Historia de la LCR como un embellecimiento de la historia de aquella organización. "Hemos intentado hacer un libro no hagiográfico". Los autores reconocen, eso sí, que han trabajado con la voluntad de contrarrestar prejuicios y tópicos utilizados para "enmascarar" el mundo de la izquierda revolucionaria, pero no intentan desnaturalizar sus orígenes. "La LCR fue un producto más de una época de crisis de las organizaciones tradicionales y de defensa de la clase obrera con una perspectiva de lucha por el socialismo". "En los primeros años de la LCR podemos hablar de ultraizquierdismo, que fue la característica fundamental de los grupos que surgieron en aquel momento. Es decir, el PCE(i), Bandera Roja...En los momentos decisivos de la Transición, no lo creo". "Como todas las organizaciones vivas tuvo aciertos y errores, pero yo creo que la orientación fundamental, la de la ruptura de raíz con el franquismo, era correcta y no era ultraizquierdista". Tampoco lo fue, según Caussa, la línea política posterior. "Si vemos algunas reivindicaciones, la reclamación de una Huelga General en contra de la reconversión del gobierno González, no creo que fuera ultraizquierdista. O la reclamación del referéndum de la OTAN y que se cerraran las bases americanas, tampoco creo que lo fuera. O la reclamación del derecho al aborto, o la supresión de la mili obligatoria, o incluso acciones que lo pueden parecer, como el apoyo a la objeción colectiva y la insumisión como hizo la LCR, a alguien le pueden parecer izquierdistas o vanguardistas pero yo creo que fueron adecuadas, que fueron correctas".
¿Por qué desapareció?
La LCR se partió en dos mitades poco después de nacer, luego integró otras organizaciones, se reunificó. En 1973, acordó la fusión con ETA VI Asamblea, que había roto con el nacionalismo y con la actividad armada y que en aquel momento era mayoritaria en la propia ETA.
Tras la muerte del dictador, al calor de las movilizaciones contra "el franquismo sin Franco" y de un extraordinario y prolongado período de actividad sindical y de huelgas, la LCR se convirtió en una organización relativamente numerosa. A finales del 77, una vez reunificada, contaba con miles de militantes y simpatizantes organizados a diferentes niveles, pero con el llamado "desencanto" que trajo consigo la Transición, "sus efectivos se fueron reduciendo progresivamente" hasta una cuarta parte del momento más álgido. Aun así, explica Martí Caussa, "podía subsistir, o subsistía como organización activa de un número más reducido de militantes, activa en una serie de movimientos, desde la izquierda sindical, al movimiento por la paz, o antimilitarista, el movimiento feminista, el ecologista..." .
Muchos años más tarde, en el año 91, tras un largo período de aproximación, la Liga Comunista Revolucionaria y el Movimiento Comunista acordaron formar un solo partido. Fue un fracaso y en 1993 no sólo desapareció la nueva formación si no también las organizaciones originarias. "No hubo un volver a empezar".
¿Qué ocurrió?
El libro no da respuesta. Su relato se detiene casi del todo en 1991. Martí Caussa dice que él tampoco tiene estructurada una respuesta personal, "que tampoco sería muy interesante", entiende. La búsqueda de la explicación, dice "puede ser una tarea de futuro". Ahora lo que le parece interesante es "la reflexión sobre una práctica que podemos recoger no solo en testimonios, si no en documentos, y esta parte es la que va desde el años 70 hasta el 91, porque lo que estamos comentando no es sólo un libro de fácil lectura y de poco más de 200 páginas, si no también más de 500 documentos que se pueden consultar en la página web HistoriaLCR.info.
¿Un libro para quién?
"El libro se dirige a tres públicos", concluye Martí Caussa.
"A los antiguos militantes, simpatizantes, colaboradores, amigos, incluso a militantes de otras corrientes de la izquierda revolucionaria, que quieren conservar la memoria de una parte de militancia que la ideología oficial ha borrado".
"A la gente que ahora está viendo que la satisfacción de las demandas sociales que están en el día a día no será posible sin romper con la herencia de la Transición, porque le puede resultar interesante conocer la experiencia de una organización revolucionaria que luchó contra eso, contra ese consenso y este tipo de Transición".
"Y para los historiadores, que cada vez más se interesan por las bifurcaciones que habrían sido posibles".
"No es un libro de memorias, no es una hagiografía. Es una historia militante que recoge también opiniones distintas dentro de esta organización y que ofrece un caudal de documentos para estudiar la época y hacerse una opinión sobre el tema. Esto yo creo que es poco frecuente. Tampoco que haya tantos documentos en abierto, que no son sólo periódicos o tomas de posición públicas, si no documentos internos, debates duros, que ahora son asequibles. Quizás no es divertido, no es para el gran público, pero si alguien quiere estudiar la experiencia de la Transición creo que le resultará interesante".
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