viernes, 6 de diciembre de 2013

Argentina, el ejemplo de un Frente de Izquierda. FORO DE DEBATE*

*Las ideas aquí expresadas no tienen por qué representar necesariamente la opinión de Izquierda Anticapitalista, sí las del/ la autor/a del texto
 
Por Antonio Liz
 
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) acaba de conseguir en la Argentina, en las legislativas del 27 de octubre de 2013, 1.200.000 votos, el 5,11% de los votantes, y 3 diputados en el Parlamento por las provincias de Salta (el 19% de los votos), Mendoza (14%) y Buenos Aires (5%). Se ha convertido en la quinta fuerza política más votada, muy lejos de la primera, el Frente para la Victoria, kirchnerista, que cosechó 7,5 millones y un 33,15%, pero ya es la primera fuerza política parlamentaria de la izquierda. No sólo es la primera fuerza de la izquierda en general, sino que es la izquierda que se reivindica como “antiimperialista, anticapitalista y socialista”.
 
El FIT se creó en 2011. Lo forman el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero (PO) y la Izquierda Socialista (IS), todos ellos de raíces trotskistas, según dicen ellos mismos. Desde el propio Frente se afirma, con orgullo militante, que está compuesto “por los mejores luchadores que ha dado la clase obrera en estos años” y por“luchadores del movimiento estudiantil”. Que las mujeres trabajadoras ocupan un lugar destacado de su militancia nos lo indica la importante cantidad de compañeras presentes en las listas de candidatos así como la organización feminista y marxista Pan y Rosas, fundada en el 2003 en Argentina, de gran calado social y teórico, y que también ha aportado destacadas candidatas en las listas.
El FIT alcanzó estos resultados electorales con un programa electoral carente de ambigüedad. Su Declaración programática empieza afirmando que el FIT “lucha por la independencia política de los trabajadores, contra los bloques capitalistas que expresan el gobierno, sus opositores patronales y las diferentes variantes de la centroizquierda. Lo hace en base a un planteo obrero y socialista”. Todas las manifestaciones programáticas recalcan, reafirman, enfatizan, esta línea política.
 
Su programa electoral consta de 27 puntos y en ellos están recogidas demandas como salario mínimo (que se adecuará periódicamente al costo de la vida); repartos de horas de trabajo con igual salario (para terminar con la desocupación); prohibición de despidos; cese de la persecución y anulación de las causas judiciales contra los más de 5.000 luchadores obreros y populares (lo que por si mismo nos informa de la represión que se está dando en la democrática República de Argentina); por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito; que todo legislador, funcionario estatal o juez gane lo mismo que un obrero especializado o un maestro (predican con el ejemplo, sus diputados cobrarán como un trabajador yendo el resto de la paga al fondo económico de los partidos que componen el FIT); revocabilidad de los mandatos por los electores; expropiación sin pago de Zanon y demás fábricas recuperadas (fábricas que están gobernadas por la clase trabajadora, todo un pulso a la burguesía); no al pago de la deuda externa ya que la plata tiene que ir para salarios, trabajo, salud, educación y vivienda, no para la deuda; reestatización de los servicios públicos; renacionalización sin pago de YPF y de todas las empresas petroleras; plan energético controlado por los trabajadores; nacionalización de la banca, el comercio exterior, la minería y el gran capital agrario e industrial; expropiación de la oligarquía terrateniente; nacionalización sin pago de los laboratorios; eliminación del IVA y de los impuestos al consumo. En fin. Y todo ello englobado en un plan económico debatido y gestionado por la clase trabajadora por abajo y con un gobierno de los trabajadores por arriba. Un claro programa de transición, esto es, un programa con medidas económicas, sociales y democráticas no digeribles para la burguesía, absolutamente inaceptables para ella, y que de conquistarse llevaría, por la dialéctica de sus medidas, al Estado socialista.
 
Que los resultados electorales los ve el FIT como una herramienta de lucha nos lo informa su prensa. En La Verdad Obrera, del PTS, se dice bien conscientemente que “tenemos ahora el desafío de poner las bancadas al servicio de desarrollar y amplificar las luchas de los trabajadores, de apuntalar la conciencia de clase y de denunciar los negociados que hacen los políticos patronales a espaldas del pueblo trabajador”. Es decir, no van a ir al parlamento a gestionar el capitalismo sino a combatirlo. Van a hacer lo que decían los clásicos de la clase trabajadora, utilizar el parlamento para denunciar el proceder de bandidaje social que efectúa el gobierno de la burguesía. Es lo correcto.
 
La ambigüedad no aparece por ninguna parte en este Frente, ni en su nombre electoral ni en su programa ni en su prensa. Esto debe llevarnos aquí, en el Estado español, a reflexión. Argentina, una nación muy extensa pero con un censo electoral, 30,6 millones de electores, un poco menor que el español, 35,7 millones, tiene un Frente de la clase trabajadora que con un programa de transición ha obtenido 1.200.000 votos. Sólo en el buceo de la Historia podríamos buscar la explicación, no hay otra forma. El FIT está compuesto por fuerzas obreras que venían luchando por separado hace años, protagonizando grandes conflictos como, por ejemplo, la lucha contra los despidos en la Kraft Food Argentina, perteneciente a la segunda multinacional agroalimentaria del mundo, la Kraft Food Corporation. Esta y otras luchas en el tiempo explican que en estas elecciones hubiera alguna fábrica donde ha llegado a votar al FIT hasta el 40% de la plantilla. Así, su implantación entre la clase trabajadora es muy fuerte, tanto a nivel sindical como cultural. Un par de ejemplos más. Tienen una fábrica emblemática, Zanon, en la patagónica provincia de Neuquén, que desde hace años está gobernada por la clase trabajadora, sí, “bajo control obrero”, que en las elecciones del año 2009 conquistaron por primera vez diputados obreros en el parlamento provincial. En el terreno de la elaboración teórica y la producción editorial destaca el Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky, el internacionalmente conocido CEIP, impulsado por el PTS. Zanon y CEIP son dos ejemplos epidérmicos que nos informan de un trabajo sindical y político de vieja tradición y arraigo.
 
Estos 1,2 millones de votos nos están enseñando que con una política de clases sin ambigüedades se conquista una sólida implantación entre la clase trabajadora. Claro, este proceder lleva años de trabajo, de clarificación de las ideas y de implantación entre la clase trabajadora. No es producto de un atajo electoral, de ganar en las urnas lo que no se ha conquistado en la realidad. No se vaya a pensar que 1,2 millones de votos caen del cielo de la noche a la mañana.
 
El FIT no es una organización ideal. Al contrario, es una organización viva, donde sus diferentes partidos pujan políticamente, luchan por influir a la militancia y a su base social. Uno de los muchos daños que le hizo el stalinismo a la clase trabajadora, además de asesinar a los compañeros de Lenin y a la Generación de Octubre y deformar para terminar derribando los Estados de “socialismo real”, fue el de presentar al Partido Bolchevique como una organización sin fisuras con un dirigente mesiánico. Nada más alejado de la realidad. El Partido Bolchevique tuvo grandes disputas y sus líderes cometieron grandes errores. Si esto sucedió en la máquina política más engrasada que ha tenido hasta ahora en la Historia la clase trabajadora, es normal, muy normal, que se dé en otras organizaciones. Esto nos advierte que una República social, un Estado socialista, sólo se puede conquistar y mantener cuando las diferentes fracciones políticas de la clase trabajadora, que representan diversos niveles de clase en diferentes coyunturas, debaten férreamente entre sí. Conquistado el poder político por la clase trabajadora, el socialismo sólo podrá ser producto de una actualización continua, de un proceder social y reflexivo permanente. No habrá otro camino. Y como en el presente de las organizaciones de la clase trabajadora tiene que haber una anticipación del proceder futuro, si en una organización de la clase trabajadora el debate, la lucha política entre sus fracciones no es permanente la muerte política será una certeza. En el FIT las tres organizaciones que lo componen pujan entre sí, goza de buena salud.
 
Lo que ya ha conseguido el FIT es imprescindible para empezar a caminar, pero es realmente el comienzo del principio. Dijo un líder del FIT, Chistian Castillo, al poco de celebrarse las elecciones, “no cambiamos el programa cuando éramos minoría –se refiere entre la izquierda-, no lo vamos a hacer ahora”. Al contrario, ahora se impone concretar la fuerza política de la clase trabajadora y esto sólo se puede hacer profundizando en la claridad clasista y en la introducción social. No hay otro camino. Aprendamos.
 
Madrid, 30, noviembre, 2013

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