Marc Casanovas ׀ Viento Sur
“Qué hace usted
ahí parado
sin hacer
cola
vamos
muévase.”
Carlos Durá, Disidentes.
“Hasta ahora ningún químico ha descubierto el valor de cambio de una perla o de un diamante”
K.Marx,El Capital.
Y si nos pensamos entre los transeúntes (transeúntes –transitados- por el tiempo del consumo, del trabajo, de su ausencia) de las plazas de nuestras ciudades y de nuestros pueblos horas antes de ser ocupadas a lo largo del mes de mayo del 2011. Pensémonos también entre los camareros que sirven en las terrazas de un paseo marítimo; como aquellos camareros que pueblan el poema de García Lorca cuando anochece en Coney Island en paisaje de la multitud que vomita: “incansables que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva”. Pensémonos (por qué no, y en plural, ¿hay otro modo?) como los y las inmigrantes que labran de sudor las fresas frescas de los invernaderos; pensémonos, teleoperadores, ante las pantallas muertas de plasma que exigen nuestro aire “trece veces por minuto”… Y así, en círculos concéntricos que descienden en espiral infernal, pensémonos como lo que ahora, en estos momentos, somos: seres sin tiempo propio.
Ahora, desde aquí donde estamos, levantamos la vista y miramos las plazas, el mar, las fresas frescas, y todo lo que nos reclama más allá de las pantallas mortecinas y los invernaderos. Imposible franquear solos las líneas que nos separan de esos lugares: esto es, de otra forma de habitarlos, un tiempo de todos y para todos (esos lugares). Tan objetivas y macizas como las paredes de una cárcel son las relaciones sociales que nos atan al tiempo impropio del capital.
Hay, pues, este tiempo “normal”. Un tiempo de “banal” dominación e indiferencia:
Se habla
del tiempo
de cine
de los planes para las vacaciones
mientras nuestros bombardeos destruyen las
(ciudades del enemigo
Se habla de música
de fútbol
del colegio de los niños
mientras nuestro consumo energético arrasa
(los cinco continentes.
Jorge Riechmann, la democracia liberal y su época (fragmento, Disidentes), p.136.
Un tiempo con su propia topografía invisible:
Orografía del harapo,
Paisaje del derribo que nadie releva
Y ningún mapa recita.
Los ojos desfondados contemplan
Desde las redes
El océano tendido para otros.
Laura Giordani, De materia oscura (fragmento, Disidentes), p.169.
Pero también hay un tiempo de interrupción y de irrupción de los y de las de abajo:
Apagar para ver, cerrar para ser libres,
No ir para ser, decir no para pensar el sí,
Romper para reconstruir,
Parar para cambiar el rumbo
Y sobre todo, apagar, cerrar, no ir, decir no,
Romper y parar todos juntos, todas juntas,(…)
Latir más lento para hacerlo a la vez.
Bernardo Santos, Huelga general, (fragmento, Disidentes), p.143.
Antología de poetas críticos: 81 poetas disidentes y otro disidente, también poeta, Alberto García-Teresa quién en la presentación, a modo de glosa, ya nos propone “l´ordine nuovo” que inaugura esta antología: “la perspectiva crítica del presente no conlleva la práctica de una opción estética determinada, sino que da pie a diferentes modos de enunciar, transmitir y provocar un cuestionamiento del orden actual de la sociedad”(p.10). El discurso poético no es un “reflejo” de una situación extra-verbal, nos decía a su vez V. Voloshinov, sino que genera el marco que hace posible la evaluación de la misma; crea y presupone una comunidad (de sentir). Una comunidad de sentir y disentir que genera los distintos “marcos de evaluación”, de un mundo en común y compartido.
Inútil, pues, reducir el valor de esta antología a una evaluación puramente formal, “exclusivamente lingüística”, de sus componentes. Símil: igualmente inútil, dirá a su vez Voloshinov, para el “economista vulgar” que retrata Marx en El Capital, encontrar el “valor de cambio” de una mercancía en los componentes físicos, pongamos por caso, de una fresa de invernadero. Ese “valor de cambio”, el de la fresa, expresa y presupone una forma de comunidad, una comunidad (de explotación), fundada en el tiempo abstracto del capital.
Pero imposible, también, abandonar los poemas de esta antología a la rutina de la pura indeterminación del artista demiurgo o del lector creador. Toda forma de enunciación es portadora de una comunidad que los comprende a ambos; de una forma de relación con el marco social e histórico compartido. Por eso la disidencia es plural y las distintas propuestas formales que encontramos en “Disidentes” son portadoras y expresión de esta relación activa con el mundo: “de este modo, en los poetas críticos contemporáneos descubrimos la utilización de dicción clara, lenguaje directo, registro narrativo, discurso referencial, captura de hablas populares, ampliación del campo referencial a lo excluido, tono menor y cercano, refuerzo de lo explícito pero también expresión surrealista, decir descompuesto, ritmo disruptivo…” y es que, en definitiva, las distintas formas que configuran esta antología revelan “las numerosas voces que se levantan desde el conflicto socioeconómico, político y ecológico que nos atraviesa”(p.10). Lo cual nos lleva a un último problema: el de su recepción. Y toda teoría de la “recepción” consecuente es, en última instancia, una teoría de la revolución que nos sitúa invariablemente frente a este hecho:
“La historia cultural incrementa la carga de los tesoros que se van acumulando en las espaldas de la humanidad, pero no le da a ésta la fuerza de sacudirse dicha carga y tomarla en sus manos”
W. Benjamin
Un problema no resuelto, evidentemente, ¿cómo iba a estarlo? Pero precisamente la virtud y la fuerza de la selección poética que nos propone esta antología, es que no escamotea el problema, sino que se sustenta en él, es esta tensión no resuelta la que le da su razón de ser. De 1990 a 2014 las voces de los poetas críticos que ha aglutinado Alberto G. Teresa han sido atravesadas por un mismo tiempo de guerras, derrotas y desesperanzas, pero también, con su “débil fuerza mesiánica”, de prácticas antagonistas, desde la rebelión de lo pequeño y cotidiano a las irrupciones multitudinarias de los de abajo. Estas prácticas, también son portadoras de “formas”, comunidades de sentir, marcos de evaluación alternativa, sobre este mundo compartido y, por esto mismo, sin éstas prácticas, ahora nos resultaría tan absolutamente ininteligible el “ruido y la furia” de este mundo como la recepción de esta antología poética.
Alguien podría pensar
que la historia es esta sucesión
de gritos o catástrofes
esta barbarie meticulosa calculada
este espasmo del tiempo
y el cinismo el desprecio la arrogancia.
Alguien pensó
que era cuento alucinado
contado por un loco o un idiota.
Estaba en lo cierto.
Pero
también la historia
es esta interminable rebelión
que atraviesa los siglos
lágrimas de lucidez alzadas en las calles
este No que hace añicos los cielos
este pensamiento inerme y limpio
hondas raíces de razón y materia.
Antonio Crespo, También la historia (fragmento, Disidentes), p.46.
“Poesía necesaria” pues, sí, pero decíamos que no vinculada a una forma concreta; algunas, como apuntes, esbozos rápidos arrancados a la urgencia de la lucha cotidiana; otras, “gota a gota pensada”, igualmente necesaria, madurando poco a poco en los campos de experiencia (sin ésta, no hay estrategia). Y todas, disruptivas, deteniendo las máquinas que hacen funcionar el tiempo de la dominación para construir otra imagen: aquella que amplía el campo de los posibles y de lo visible.
Bibliografía:
Gª Teresa, A. (2015) Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014). Madrid: La oveja roja.
Voloshinov, V. (1926) El discurso en la vida y el discurso en la poesía (Contribución a una poética sociológica). https://marxismocritico.files.wordp...
“Qué hace usted
ahí parado
sin hacer
cola
vamos
muévase.”
Carlos Durá, Disidentes.
“Hasta ahora ningún químico ha descubierto el valor de cambio de una perla o de un diamante”
K.Marx,El Capital.
Y si nos pensamos entre los transeúntes (transeúntes –transitados- por el tiempo del consumo, del trabajo, de su ausencia) de las plazas de nuestras ciudades y de nuestros pueblos horas antes de ser ocupadas a lo largo del mes de mayo del 2011. Pensémonos también entre los camareros que sirven en las terrazas de un paseo marítimo; como aquellos camareros que pueblan el poema de García Lorca cuando anochece en Coney Island en paisaje de la multitud que vomita: “incansables que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva”. Pensémonos (por qué no, y en plural, ¿hay otro modo?) como los y las inmigrantes que labran de sudor las fresas frescas de los invernaderos; pensémonos, teleoperadores, ante las pantallas muertas de plasma que exigen nuestro aire “trece veces por minuto”… Y así, en círculos concéntricos que descienden en espiral infernal, pensémonos como lo que ahora, en estos momentos, somos: seres sin tiempo propio.
Ahora, desde aquí donde estamos, levantamos la vista y miramos las plazas, el mar, las fresas frescas, y todo lo que nos reclama más allá de las pantallas mortecinas y los invernaderos. Imposible franquear solos las líneas que nos separan de esos lugares: esto es, de otra forma de habitarlos, un tiempo de todos y para todos (esos lugares). Tan objetivas y macizas como las paredes de una cárcel son las relaciones sociales que nos atan al tiempo impropio del capital.
Hay, pues, este tiempo “normal”. Un tiempo de “banal” dominación e indiferencia:
Se habla
del tiempo
de cine
de los planes para las vacaciones
mientras nuestros bombardeos destruyen las
(ciudades del enemigo
Se habla de música
de fútbol
del colegio de los niños
mientras nuestro consumo energético arrasa
(los cinco continentes.
Jorge Riechmann, la democracia liberal y su época (fragmento, Disidentes), p.136.
Un tiempo con su propia topografía invisible:
Orografía del harapo,
Paisaje del derribo que nadie releva
Y ningún mapa recita.
Los ojos desfondados contemplan
Desde las redes
El océano tendido para otros.
Laura Giordani, De materia oscura (fragmento, Disidentes), p.169.
Pero también hay un tiempo de interrupción y de irrupción de los y de las de abajo:
Apagar para ver, cerrar para ser libres,
No ir para ser, decir no para pensar el sí,
Romper para reconstruir,
Parar para cambiar el rumbo
Y sobre todo, apagar, cerrar, no ir, decir no,
Romper y parar todos juntos, todas juntas,(…)
Latir más lento para hacerlo a la vez.
Bernardo Santos, Huelga general, (fragmento, Disidentes), p.143.
Antología de poetas críticos: 81 poetas disidentes y otro disidente, también poeta, Alberto García-Teresa quién en la presentación, a modo de glosa, ya nos propone “l´ordine nuovo” que inaugura esta antología: “la perspectiva crítica del presente no conlleva la práctica de una opción estética determinada, sino que da pie a diferentes modos de enunciar, transmitir y provocar un cuestionamiento del orden actual de la sociedad”(p.10). El discurso poético no es un “reflejo” de una situación extra-verbal, nos decía a su vez V. Voloshinov, sino que genera el marco que hace posible la evaluación de la misma; crea y presupone una comunidad (de sentir). Una comunidad de sentir y disentir que genera los distintos “marcos de evaluación”, de un mundo en común y compartido.
Inútil, pues, reducir el valor de esta antología a una evaluación puramente formal, “exclusivamente lingüística”, de sus componentes. Símil: igualmente inútil, dirá a su vez Voloshinov, para el “economista vulgar” que retrata Marx en El Capital, encontrar el “valor de cambio” de una mercancía en los componentes físicos, pongamos por caso, de una fresa de invernadero. Ese “valor de cambio”, el de la fresa, expresa y presupone una forma de comunidad, una comunidad (de explotación), fundada en el tiempo abstracto del capital.
Pero imposible, también, abandonar los poemas de esta antología a la rutina de la pura indeterminación del artista demiurgo o del lector creador. Toda forma de enunciación es portadora de una comunidad que los comprende a ambos; de una forma de relación con el marco social e histórico compartido. Por eso la disidencia es plural y las distintas propuestas formales que encontramos en “Disidentes” son portadoras y expresión de esta relación activa con el mundo: “de este modo, en los poetas críticos contemporáneos descubrimos la utilización de dicción clara, lenguaje directo, registro narrativo, discurso referencial, captura de hablas populares, ampliación del campo referencial a lo excluido, tono menor y cercano, refuerzo de lo explícito pero también expresión surrealista, decir descompuesto, ritmo disruptivo…” y es que, en definitiva, las distintas formas que configuran esta antología revelan “las numerosas voces que se levantan desde el conflicto socioeconómico, político y ecológico que nos atraviesa”(p.10). Lo cual nos lleva a un último problema: el de su recepción. Y toda teoría de la “recepción” consecuente es, en última instancia, una teoría de la revolución que nos sitúa invariablemente frente a este hecho:
“La historia cultural incrementa la carga de los tesoros que se van acumulando en las espaldas de la humanidad, pero no le da a ésta la fuerza de sacudirse dicha carga y tomarla en sus manos”
W. Benjamin
Un problema no resuelto, evidentemente, ¿cómo iba a estarlo? Pero precisamente la virtud y la fuerza de la selección poética que nos propone esta antología, es que no escamotea el problema, sino que se sustenta en él, es esta tensión no resuelta la que le da su razón de ser. De 1990 a 2014 las voces de los poetas críticos que ha aglutinado Alberto G. Teresa han sido atravesadas por un mismo tiempo de guerras, derrotas y desesperanzas, pero también, con su “débil fuerza mesiánica”, de prácticas antagonistas, desde la rebelión de lo pequeño y cotidiano a las irrupciones multitudinarias de los de abajo. Estas prácticas, también son portadoras de “formas”, comunidades de sentir, marcos de evaluación alternativa, sobre este mundo compartido y, por esto mismo, sin éstas prácticas, ahora nos resultaría tan absolutamente ininteligible el “ruido y la furia” de este mundo como la recepción de esta antología poética.
Alguien podría pensar
que la historia es esta sucesión
de gritos o catástrofes
esta barbarie meticulosa calculada
este espasmo del tiempo
y el cinismo el desprecio la arrogancia.
Alguien pensó
que era cuento alucinado
contado por un loco o un idiota.
Estaba en lo cierto.
Pero
también la historia
es esta interminable rebelión
que atraviesa los siglos
lágrimas de lucidez alzadas en las calles
este No que hace añicos los cielos
este pensamiento inerme y limpio
hondas raíces de razón y materia.
Antonio Crespo, También la historia (fragmento, Disidentes), p.46.
“Poesía necesaria” pues, sí, pero decíamos que no vinculada a una forma concreta; algunas, como apuntes, esbozos rápidos arrancados a la urgencia de la lucha cotidiana; otras, “gota a gota pensada”, igualmente necesaria, madurando poco a poco en los campos de experiencia (sin ésta, no hay estrategia). Y todas, disruptivas, deteniendo las máquinas que hacen funcionar el tiempo de la dominación para construir otra imagen: aquella que amplía el campo de los posibles y de lo visible.
Bibliografía:
Gª Teresa, A. (2015) Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014). Madrid: La oveja roja.
Voloshinov, V. (1926) El discurso en la vida y el discurso en la poesía (Contribución a una poética sociológica). https://marxismocritico.files.wordp...
No hay comentarios:
Publicar un comentario