Esta frase tan sencilla lógica y clara que todo el mundo debe de tener asumida, resulta que para el PP no es así y curiosamente para la oposición política institucional tampoco parece que la tenga en cuenta, o sencillamente han cambiado de criterio.
Esta aseveración hace referencia a que Izquierda Anticapitalista y la ciudadanía en general, no hemos escuchado ni una queja, ni una objeción al plan de la Concejalía de Medio Ambiente dirigida por Carolina Blasco que quiere vender a la sociedad su Programa de Prevención de Residuos, como una recogida más selectiva de residuos y una reducción de envases y artículos de plástico.
Izquierda Anticapitalista queremos señalar las siguientes cuestiones ante el plan del PP.
Planteamos con rotundidad que quien contamina paga y la proliferación del plástico como artículo altamente contaminante, debe de ser recortado no con benéficos fiscales, sino todo lo contrario, con la imposición de grandes multas y sanciones aumentando los controles con el fin de disminuir la proliferación de recipientes, envases o bolsas de plástico que es uno de los grandes problemas a nivel planetario de la contaminación con residuos.
El Plan de Tratamiento de Residuos contempla dos aspectos.
El primero añadir un contenedor marrón a las islas ecológicas de contendedores ya existentes, para separar la basura propiamente orgánica - restos de alimentos consumidos en los hogares, o que perecen en las grandes y medianas superficies, así como en las tiendas minoristas de alimentación -, del resto de residuos que se depositan en el gris (que no son papel) vidrio o cristal, plástico y briks, pilas,…. El objetivo es doble: reducir la basura que va al vertedero de Abajas, que de nuevo ha sido ampliado y mejorar la calidad de compost por la mejor separación de la basura orgánica respecto del resto.
El problema al poner un nuevo contenedor marrón es para las familias y el espacio que queda en las viviendas familiares para hacer otra nueva separación de residuos sólidos urbanos. Este aspecto es difícil de resolver, al vivir la mayor parte de las personas en viviendas con pocos espacios para esta función doméstica.
Ahora bien, lo que no es de recibo es que se rebajen las cargas impositivas municipales a las grandes y medianas superficies comerciales (dígase hipermercados y supermercados). Estos establecimientos, por lógica, deberían tener prevista una planificación para que no tengan que tirar grandes cantidades de alimentos a la basura. Todos los días llegan camiones que reponen las superficies comerciales.
En todo caso, si tienen excedentes alimenticios no vendidos, se pueden dar a los bancos de alimentos, a las organizaciones de asistencia social que no discriminen en la distribución, para que sean entregados gratuítamente y sin excepciones a todas aquellas personas y familias desfavorecidas, de bajos recursos, o
en clara exclusión social. Es irónico saber que hay familias cuy@s niñ@s están infraalimentad@s como ven los centros educativos, conocer que cada vez más personas buscan en los contenedores y luego quitar cargas impositivas a establecimientos comerciales que tiran alimentos no caducados, para que no la hagan.
Este razonamiento que plantea IA vale igual para la hostelería.
La planificación es algo habitual en la hostelería, en el mercado mayorista y minorista de la alimentación. No es extraño escuchar a un/a dependiente cuando se va a comprar, que no han llegado productos al Mercado Central y no pasa nada porque se subsana en unos días esa carencia. Si un día faltan productos, llegarán en los siguientes.
Desde IA no entendemos porque hay que incentivar con reducción fiscal a las empresas y establecimientos que planifican mal, desperdician, contaminan y tiran alimentos a la basura. Creemos que hay que hacer lo contrario.
En este sentido, es igual de vergonzoso pretender incentivar a los establecimientos de hostelería con lo que es ya una práctica habitual en muchos lugares del estado, en importantes establecimientos de hostelería y restauración, como es dar la comida sobrante a la clientela que no ha terminado en un táper porque lo ha pagado. Pues en Burgos se quiere potenciar esta práctica entre a los establecimientos, regalando tápares.
De igual modo resulta increíble regalar 2.500 contenedores reutilizables a personas que vayan a eventos deportivos o culturales para que no lleven envases de plástico. O repartir en esos espectáculos 2.500 portafrutas y portabocadillos para que se sustituyan el film transparente, o el papel de aluminio, difíciles de reciclar.
Para IA el Programa pasaría por:
1.- Impulsar el contenedor marrón para depositar la basura orgánica.
2.- Se multará y sancionará fuertemente a establecimientos hosteleros, de restauración, comerciales, superficies comerciales grandes, medianas, mayoristas o minoristas, que tiran alimentos al contenedor de basura.
3.- Todos los establecimientos comerciales retirarán en el plazo de dos años sin compensación económica las bolsas de plástico, que siempre deberán llevar la denominación del establecimiento para identificar a quiénes pudieran contaminar utilizando como envases bolsas de plástico. Los productos que se adquieren deben ser llevados en material que se pueda reciclar.
4.- En los eventos deportivos y de masas se venderán productos en envases reciclables (latas, cajas de cartón). Se prohibirá meter en los eventos, productos que vayan en envases de plástico (altamente contaminantes, o de difícil reciclaje). Esta situación deberá corregirse al cabo de dos años y luego se aplicarían sanciones a quienes contaminen.
Está claro que las bonificaciones que plantea pagar el PP a los grandes establecimientos por no contaminar, acabarán siendo pagadas, a través de la recaudación, a personas y familias.
Toda esta situación se puede plantear y aprobar en el Consejo Municipal de Medio Ambiente que convoque la Concejalía, recibiendo propuestas de las asociaciones vecinales y en general de la ciudadanía.
Pero insistimos desde IA que quien contamina paga, no se bonifica a las empresas contaminantes, para que adquieran conciencia ecológica y menos a las grandes empresas que tienen la obligación de planificar.
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