Pobreza energética, sistema eléctrico y nuevo modelo energético.
El futuro de una sociedad socialista democrática a nivel mundial, de mujeres y hombres libres e iguales y en equilibrio con la biosfera tropieza, entre otros, con un importante escollo: el tipo, uso y apropiación capitalista de las fuentes de energía. El despegue del capitalismo industrial y la globalización del capitalismo financiero están vinculados al uso de los recursos energéticos fósiles. Hemos constatado en las cumbres del clima de la ONU que el capitalismo no enmienda ni se reforma y que es una utopía reaccionaria pensar en la existencia de un capitalismo “verde”. El modelo energético hegemónico basado en el uso del petróleo y sus derivados, del gas y del carbón, así como del uranio, para generar electricidad o posibilitar el transporte, tiene muy negativas consecuencias: 1. La emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la atmósfera es la causante del cambio climático que puede suponer, si no lo detenemos, una catástrofe humanitaria –de la que ya tenemos los primeros dramáticos avisos- y una crisis económica de envergadura mayor que las sistémicas. El uso de la energía atómica, además del riesgo de accidentes nucleares como los vividos, supone la acumulación de eternos residuos radioactivos. A ello hay que sumar también los efectos nocivos de otros gases sobre la salud pública, causantes de graves enfermedades y muertes prematuras. La causa de que no se hayan adoptado soluciones frente a estos riesgos no radica en el plano técnico, pues la tecnología limpia renovable existe y es viable su generalización y tampoco en el monto de la inversión necesaria, pues existen recursos públicos suficientes y capitales privados ociosos, sino en la lógica del capital rentista financiero que supedita todo a la maximización de la ganancia.
2. El agotamiento de los recursos no es una afirmación catastrofista, simplemente es la constatación de la finitud de los mismos. Empieza a constatarse la escasez tras décadas de un uso intensivo en los países de la OCDE, que hoy se extiende a nivel mundial de la mano de las nuevas potencias emergentes. De seguir así, el colapso energético puede ser una realidad, lo que tendría consecuencias civilizatorias dado el papel indispensable que la energía juega para la humanidad. Las nuevas prospecciones petrolíferas o gasísticas en diversos puntos del planeta y del Estado español, así como el fracking son nuevas expresiones de una irresponsable fuga hacia delante de unas empresas y gobiernos sin escrúpulos en la defensa de los beneficios privados.
3. El reparto geográfico desigual de las fuentes convencionales de energía, la propiedad privada de los recursos y de la industria de refino o transformación, del transporte de los combustibles y de las empresas eléctricas o de distribución de gasolina, gas, carbón y demás derivados, así como la configuración oligopolística de las transnacionales que controlan toda la cadena de valor y en el caso del Estado español también de las grandes compañías eléctricas que en régimen de oligopolio determinan los precios del suministro, comportan tres graves consecuencia:
El objetivo de una economía descarbonizada y desnuclearizada forma parte del programa socialista de una economía para la mayoría social. Ello conllevará un cambio en el modo y relaciones de producción, pero también del modelo productivo que será configurado democráticamente por el pueblo para decidir “qué, para quién y cómo” producir los bienes y servicios necesarios. Modelo que deberá minimizar el uso de recursos no renovables y gestionar racionalmente los renovables, minimizar la generación de residuos, eliminando los tóxicos y radioactivos, e introducir procesos productivos eficientes.
El primer paso en el cambio de modelo productivo es el cambio de modelo energético, cuyas líneas fundamentales son:
El futuro de una sociedad socialista democrática a nivel mundial, de mujeres y hombres libres e iguales y en equilibrio con la biosfera tropieza, entre otros, con un importante escollo: el tipo, uso y apropiación capitalista de las fuentes de energía. El despegue del capitalismo industrial y la globalización del capitalismo financiero están vinculados al uso de los recursos energéticos fósiles. Hemos constatado en las cumbres del clima de la ONU que el capitalismo no enmienda ni se reforma y que es una utopía reaccionaria pensar en la existencia de un capitalismo “verde”. El modelo energético hegemónico basado en el uso del petróleo y sus derivados, del gas y del carbón, así como del uranio, para generar electricidad o posibilitar el transporte, tiene muy negativas consecuencias: 1. La emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la atmósfera es la causante del cambio climático que puede suponer, si no lo detenemos, una catástrofe humanitaria –de la que ya tenemos los primeros dramáticos avisos- y una crisis económica de envergadura mayor que las sistémicas. El uso de la energía atómica, además del riesgo de accidentes nucleares como los vividos, supone la acumulación de eternos residuos radioactivos. A ello hay que sumar también los efectos nocivos de otros gases sobre la salud pública, causantes de graves enfermedades y muertes prematuras. La causa de que no se hayan adoptado soluciones frente a estos riesgos no radica en el plano técnico, pues la tecnología limpia renovable existe y es viable su generalización y tampoco en el monto de la inversión necesaria, pues existen recursos públicos suficientes y capitales privados ociosos, sino en la lógica del capital rentista financiero que supedita todo a la maximización de la ganancia.
2. El agotamiento de los recursos no es una afirmación catastrofista, simplemente es la constatación de la finitud de los mismos. Empieza a constatarse la escasez tras décadas de un uso intensivo en los países de la OCDE, que hoy se extiende a nivel mundial de la mano de las nuevas potencias emergentes. De seguir así, el colapso energético puede ser una realidad, lo que tendría consecuencias civilizatorias dado el papel indispensable que la energía juega para la humanidad. Las nuevas prospecciones petrolíferas o gasísticas en diversos puntos del planeta y del Estado español, así como el fracking son nuevas expresiones de una irresponsable fuga hacia delante de unas empresas y gobiernos sin escrúpulos en la defensa de los beneficios privados.
3. El reparto geográfico desigual de las fuentes convencionales de energía, la propiedad privada de los recursos y de la industria de refino o transformación, del transporte de los combustibles y de las empresas eléctricas o de distribución de gasolina, gas, carbón y demás derivados, así como la configuración oligopolística de las transnacionales que controlan toda la cadena de valor y en el caso del Estado español también de las grandes compañías eléctricas que en régimen de oligopolio determinan los precios del suministro, comportan tres graves consecuencia:
- el aumento de la desigualdad social a nivel mundial que se plasma en la pobreza energética en los países industrializados y el saqueo de los recursos energéticos de los países empobrecidos,
- la inestabilidad geopolítica que se plasma en conflictos bélicos y
- la pérdida de control democrático de las sociedades sobre los recursos y el uso de la energía.
El objetivo de una economía descarbonizada y desnuclearizada forma parte del programa socialista de una economía para la mayoría social. Ello conllevará un cambio en el modo y relaciones de producción, pero también del modelo productivo que será configurado democráticamente por el pueblo para decidir “qué, para quién y cómo” producir los bienes y servicios necesarios. Modelo que deberá minimizar el uso de recursos no renovables y gestionar racionalmente los renovables, minimizar la generación de residuos, eliminando los tóxicos y radioactivos, e introducir procesos productivos eficientes.
El primer paso en el cambio de modelo productivo es el cambio de modelo energético, cuyas líneas fundamentales son:
- El ahorro y la eficiencia. Es necesario introducir no solo procesos eficientes sino construir una nueva cultura energética con el objetivo de disminuir drásticamente la intensidad energética tanto en el proceso productivo como en la vida social, a la vez que se facilita la energía para quienes carecen de la misma.
- La planificación democrática de la política energética.
- La eliminación de las fuentes contaminantes y su sustitución completa en el año 2030 por fuentes renovables limpias y alternativas (solar, mareomotriz, eólica, etc.). En el caso del Estado español supondría la desaparición de una de las causas del déficit crónico de la balanza comercial y la posibilidad de abrir un importante rubro exportador. Asimismo es uno de los sectores que por ser intensivos en trabajo humano, suponen la creación de miles de empleos. Para las y los trabajadores de los sectores contaminantes hay que arbitrar las medidas necesarias de cobertura, formación, derechos y nuevos empleos que aseguren una transición justa.
- La expropiación y socialización de las empresas energéticas y eléctricas que pasarán a ser de titularidad pública bajo control popular democrático. La creación de nuevas empresas de generación, distribución y uso eléctrica con diversas formas de propiedad social (cooperativas de producción y consumo, etc.). Apoyar e incentivar la generación distribuida mediante energías renovables en las que los usuarios sean productores de sus necesidades para vivienda, etc., lo que sería un paso más en la democratización de la energía.
- El cambio en el modelo de transporte de personas y mercancías. Comenzando por una reordenación racional del territorio y sus usos, para minimizar los desplazamientos entre vivienda, centro de trabajo o estudio y lugares de ocio y cultura. Disminuir el transporte por avión o carretera basado en vehículos con motores alimentados por derivados del crudo y favorecer el transporte por ferrocarril, así como impulsar la electrificación de los vehículos, dando siempre prioridad y mayores facilidades para el transporte público y colectivo, generadores netos de empleo.
- La construcción y rehabilitación de viviendas con criterios de eficiencia energética, lo que significaría en el caso del estado español un paliativo al desempleo en el sector.
- Apoyamos las actividades del movimiento ecologista a favor del clima y las de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético.
- Impulsaremos en colaboración con diversas organizaciones sociales y ecologistas europeas la realización de los II Encuentros Ecosocialistas el próximo mes de junio en Madrid.
- Junto a las organizaciones sociales y ecologistas prepararemos la movilización que en 2015 tendrá lugar en la Cumbre del Clima de Paris e impulsaremos iniciativas como la red de ciudades en transición energética y un tratado de los pueblos frente a las trasnacionales.
- Propondremos en Podemos que estas reivindicaciones se incorporen a los programas electorales.
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