Pablo Iglesias en el elitista Hotel Ritz |
El Ritz, a pesar de su tardía política “democratizadora” (aquello de los desayunos en el Ritz, gastronómicos o mediáticos) forma parte de un estilo que no es precisamente el de las gentes de abajo sino del de “la casta” al servicio de las de arriba.
Entonces Pablo: ¿Afán de provocación? Pero es que hace ya muchas, muchas décadas que en esta la cultura de la banalización permanente y el todo vale la única provocación radica en la seriedad, el rigor y el escrupuloso respeto a los principios y a los símbolos propios.
Por el contario, el dandismo queda para la derecha de toda la vida… con la única excepción quizás de Estragón y Vladimir, los mendigos beckettianos que esperan a Godot.
No, no lo apruebo. El gesto de Pablo me trae a las mientes los desenfadados smokings-Armani de Joschka Fischer –el ministro de exteriores verde que después de aprobar la guerra contra Irak encontró pasarela hacia la Siemens- o picando más cerca, los sofisticados modelitos de Teresa de la Vega, que una vez jubilada de la alta política y repasada su estética facial, se pasó a la regencia de una gran ONG ocupada en avatares de mujeres africanas. Tampoco esos “estilos” eran los nuestros.
Y es que el estilo de una opción sociopolítica colectiva es común en sus grandes lineamientos. Forma también parte del “omnia sunt communia” y no es plastilina moldeable a gusto de un cabeza de lista. Privatizar de ese modo el estilo me resulta tan lamentable como privatizar lo público por capricho de un gobierno…aunque ciertamente sea menos grave lo primero que lo segundo, se trata también de una usurpación individual de lo común.
Nuestro estilo, nuestros símbolos, están en el Patio Maravillas, en Sol ocupado por el 15M, y mirando más atrás en las derruidas cárceles de Carabanchel o en la de Ventas…No están, desde luego, en vodafon-Sol, ni en el palacio de la Zarzuela.
Tampoco en el Hotel Ritz.
A. Puig.
(militante de IA y elector de Podemos)
No estoy de acuerdo. Acceder a espacios ajenos a los habituales ayuda a que personas ajenas al movimiento puedan acceder al discurso y por tanto invitarlas a la reflexión. No nos equivoquemos y pensemos más en términos de oportunidad.
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