Antonio Liz
La abdicación de Juan Carlos I llega en un momento en que el Régimen del 78, del que la Corona es la cúspide, está absolutamente desprestigiado. ¿Por qué ha abdicado en este momento el monarca español? Es más que posible que las elecciones al parlamento europeo del 25 de mayo tengan sido el detonante. Los dos grandes partidos que encarnan hoy el bipartidismo, el PP y el PSOE, no representan a la mayoría de la sociedad ya que no han conseguido entre los dos llegar al cincuenta por ciento de los votos emitidos –sin hablar de los millones que ni votan.
La subida en votos de la izquierda a nivel estatal, visualizada mayormente a través de Izquierda Unida y Podemos, ha llevado al propio Juan Carlos I y a los líderes del PP y del PSOE a ver que está en peligro la continuación de la monarquía. Para que el príncipe Felipe pueda suceder a su padre se tiene que elaborar una Ley Orgánica que tiene que ser refrendada por la mayoría del Congreso y del Senado, y esta mayoría es hoy perfectamente posible porque entre el PP y el PSOE tienen los escaños suficientes pero puede no serlo en el próximo Congreso de los Diputados si las elecciones generales consolidan el ascenso de la izquierda reformista pero antimonárquica. Así, La razón aducida por Juan Carlos I, dar el relevo a una generación más joven, no es más que una justificación dado que si la situación política fuese estable no abdicaría, como él mismo había afirmado en infinidad de ocasiones.
Juan Carlos I no fue ni tan siquiera el heredero de su abuelo Alfonso XIII sino el heredero directo de Franco. Juró dos veces los principios del Estado franquista que, en un cambio camaleónico, paso del fascismo a la democracia orgánica. El broche de este cambio fue que Juan Carlos aceptase ser el sucesor de Franco a título de rey. No obstante, en los grandes medios de comunicación se nos vuelve a repetir hoy por enésima vez que el monarca nos trajo la democracia cuando no fue otra cosa que un cortafuegos de la revolución social. En este proceder no estuvo sólo ya que él por sí mismo no habría podido cortocircuitar la ruptura con el tardofascismo. Contó con la ayuda imprescindible del PSOE y del PCE para consolidar aquel tapón a la revolución social como un ejercicio democrático.
El PSOE y el PCE fueron el soporte imprescindible para que la monarquía heredera del franquismo se pudiese transformar en la puerta formal de la democracia burguesa. Fue el PSOE y el PCE los que posibilitaron que la transición del tardofascismo a la monarquía parlamentaria se pudiese hacer sin que se diese una explosión social contra una monarquía heredera del franquismo. Y esto fue posible porque el PCE tenía una gran influencia en el movimiento obrero, mientras el PSOE fue financiado a toda prisa por la burguesía para que se convirtiese en un partido de masas. En su primera fase este proceso lo condujo Adolfo Suarez que manejó el ritmo político que llevó a que la burguesía pudiese consolidar un nuevo régimen político, el Régimen del 78, que dejaba intacto sus intereses económicos, reforzados durante el franquismo, y, al mismo tiempo, le daba credibilidad social a su nuevo régimen político.
Para la coronación del príncipe como Felipe VI hace falta que se desarrolle una ley orgánica que está sin hacer pero que el PP y el PSOE harán aprobar dentro de unos pocos días ya que la tendrán elaborada y tienen los escaños suficientes para hacerla aprobar. Lo que está por ver es si la coronación de Felipe VI se hace con el beneplácito social. A tenor de las manifestaciones que se convocaron nada más saber la abdicación de Juan Carlos I no es descabellado pensar que la coronación de Felipe VI se va a dar en medio de grandes movilizaciones sociales contrarias a la monarquía y que tendrán como hilo conductor pedir que se celebre un referéndum para que se decida el tipo de régimen, Monarquía o República.
La III República por sí sola no traería un cambio socioeconómico pero sí que sería un marco para empezar a recuperar el pasado, concretamente la Revolución social más importante que se dio en toda Europa occidental y que empezó cuando la clase trabajadora se echó a la calle para parar a los golpistas. La burguesía no tiene ningún inconveniente en librarse de la monarquía e instaurar un régimen republicano que mantenga intacto su poder económico, la fuente de todos los demás poderes. El problema aquí, en el Estado español, es que la República se asocia con la Guerra Civil, con la lucha contra el fascismo y con el despertar de la clase trabajadora y los derechos de la mujer. El eco de los pasos de la Revolución social asusta a la burguesía y estimula a la mayoría social. El 25M y la abdicación nos meten de lleno en una nueva coyuntura política. Nada es eterno excepto el movimiento.
Madrid, 02 junio, 2014
La abdicación de Juan Carlos I llega en un momento en que el Régimen del 78, del que la Corona es la cúspide, está absolutamente desprestigiado. ¿Por qué ha abdicado en este momento el monarca español? Es más que posible que las elecciones al parlamento europeo del 25 de mayo tengan sido el detonante. Los dos grandes partidos que encarnan hoy el bipartidismo, el PP y el PSOE, no representan a la mayoría de la sociedad ya que no han conseguido entre los dos llegar al cincuenta por ciento de los votos emitidos –sin hablar de los millones que ni votan.
La subida en votos de la izquierda a nivel estatal, visualizada mayormente a través de Izquierda Unida y Podemos, ha llevado al propio Juan Carlos I y a los líderes del PP y del PSOE a ver que está en peligro la continuación de la monarquía. Para que el príncipe Felipe pueda suceder a su padre se tiene que elaborar una Ley Orgánica que tiene que ser refrendada por la mayoría del Congreso y del Senado, y esta mayoría es hoy perfectamente posible porque entre el PP y el PSOE tienen los escaños suficientes pero puede no serlo en el próximo Congreso de los Diputados si las elecciones generales consolidan el ascenso de la izquierda reformista pero antimonárquica. Así, La razón aducida por Juan Carlos I, dar el relevo a una generación más joven, no es más que una justificación dado que si la situación política fuese estable no abdicaría, como él mismo había afirmado en infinidad de ocasiones.
Juan Carlos I no fue ni tan siquiera el heredero de su abuelo Alfonso XIII sino el heredero directo de Franco. Juró dos veces los principios del Estado franquista que, en un cambio camaleónico, paso del fascismo a la democracia orgánica. El broche de este cambio fue que Juan Carlos aceptase ser el sucesor de Franco a título de rey. No obstante, en los grandes medios de comunicación se nos vuelve a repetir hoy por enésima vez que el monarca nos trajo la democracia cuando no fue otra cosa que un cortafuegos de la revolución social. En este proceder no estuvo sólo ya que él por sí mismo no habría podido cortocircuitar la ruptura con el tardofascismo. Contó con la ayuda imprescindible del PSOE y del PCE para consolidar aquel tapón a la revolución social como un ejercicio democrático.
El PSOE y el PCE fueron el soporte imprescindible para que la monarquía heredera del franquismo se pudiese transformar en la puerta formal de la democracia burguesa. Fue el PSOE y el PCE los que posibilitaron que la transición del tardofascismo a la monarquía parlamentaria se pudiese hacer sin que se diese una explosión social contra una monarquía heredera del franquismo. Y esto fue posible porque el PCE tenía una gran influencia en el movimiento obrero, mientras el PSOE fue financiado a toda prisa por la burguesía para que se convirtiese en un partido de masas. En su primera fase este proceso lo condujo Adolfo Suarez que manejó el ritmo político que llevó a que la burguesía pudiese consolidar un nuevo régimen político, el Régimen del 78, que dejaba intacto sus intereses económicos, reforzados durante el franquismo, y, al mismo tiempo, le daba credibilidad social a su nuevo régimen político.
Para la coronación del príncipe como Felipe VI hace falta que se desarrolle una ley orgánica que está sin hacer pero que el PP y el PSOE harán aprobar dentro de unos pocos días ya que la tendrán elaborada y tienen los escaños suficientes para hacerla aprobar. Lo que está por ver es si la coronación de Felipe VI se hace con el beneplácito social. A tenor de las manifestaciones que se convocaron nada más saber la abdicación de Juan Carlos I no es descabellado pensar que la coronación de Felipe VI se va a dar en medio de grandes movilizaciones sociales contrarias a la monarquía y que tendrán como hilo conductor pedir que se celebre un referéndum para que se decida el tipo de régimen, Monarquía o República.
La III República por sí sola no traería un cambio socioeconómico pero sí que sería un marco para empezar a recuperar el pasado, concretamente la Revolución social más importante que se dio en toda Europa occidental y que empezó cuando la clase trabajadora se echó a la calle para parar a los golpistas. La burguesía no tiene ningún inconveniente en librarse de la monarquía e instaurar un régimen republicano que mantenga intacto su poder económico, la fuente de todos los demás poderes. El problema aquí, en el Estado español, es que la República se asocia con la Guerra Civil, con la lucha contra el fascismo y con el despertar de la clase trabajadora y los derechos de la mujer. El eco de los pasos de la Revolución social asusta a la burguesía y estimula a la mayoría social. El 25M y la abdicación nos meten de lleno en una nueva coyuntura política. Nada es eterno excepto el movimiento.
Madrid, 02 junio, 2014
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