jueves, 26 de junio de 2014

Orgullo LGTBIQ 2014: soberanía sobre nuestros cuerpos para ser libres, defensa de los bienes comunes para ser iguales

El 28 de junio de hace 45 años los actos de desobediencia de Stone Wall en Nueva York dieron inicio a los primeros movimientos de liberación sexual que se han extendido como la pólvora. Hoy como ayer, las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales y queer continuamos el combate contra un orden social heteropatriarcal y de género binario que regula y violenta nuestros cuerpos. Y lo hacemos desde nuestra visibilización cotidiana en el espacio público, y también en la ocupación de las luchas sociales, desde la movilización y la organización, para dar una batalla consciente y decidida por recuperar nuestras vidas y dignidad.

Exigimos soberanía sobre nuestros cuerpos, como una reivindicación bisagra compartida con otros movimientos y como horizonte universal de la lucha por la liberación sexual. Así, exigimos:
  • Aborto libre para todas: despenalización, acceso universal, gratuito y en la sanidad pública, para adultas y menores; sin tutelas, ni informaciones sesgadas, ni periodos de reflexión.
  • Acceso a técnicas de reproducción asistida universal, sin límite de edad y en la sanidad pública, independientemente del sexo, orientación sexual o de la presencia o no de pareja.
  • Acceso gratuito a los anticonceptivos en los centros educativos, de salud y servicios sociales.
  • Autodeterminación del propio género para las personas trans, sin necesidad de diagnóstico psiquiátrico ni hormonación, para formalizar el cambio registral en documentos identificativos.
  • Acceso universal y gratuito a técnicas hormonales, endocrinas, quirúrgicas, psicológicas en el caso de las personas trans que decidan iniciar un proceso de reasiganción sexual, bajo autonomía de los y las usuarias; incluyendo la interrupción de la pubertad en caso de menores trans.
  • Educación sexual: para disfrutar de la propia sexualidad, sin riesgos, con libertad y responsabilidad, rompiendo con la heteronormatividad y el binarismo de género, y dirigida también a la autoexperimentación y conocimiento del propio cuerpo.
  • Denunciamos las prácticas de reasignación quirúrgica y hormonal binaria de los niños intersexuales, que no respondan a motivos de salud.
  • Atención sanitaria universal, integral y participada de las personas seropositivas y migrantes.
Radicalizar el movimiento LGTBIQ, sexualizar el resto de luchas. Desde Izquierda Anticapitalista apoyamos la lucha por el reconocimiento y protección legal de los derechos LGTBIQ y contra cualquier tipo de discriminación, como forma de reagrupación para la lucha política a corto plazo, que aumenta la confianza de las propias activistas y extiende la idea de libertad e igualdad a nivel social.

Creemos que para afianzar y profundizar estas conquistas, necesitamos de transformaciones sociales amplias por abajo y de la reactivación de un movimiento de liberación sexual radical, feminista, queer, no mercantil y no encerrado en sí mismo, sino abierto a otros frentes de lucha de colectivos discriminados, de mujeres, del movimiento obrero o contra la austeridad neoliberal, en los cuales inscribir también de forma transversal nuestra lucha.

Apostamos por la organización autónoma y democrática del movimiento LGTBIQ para garantizar el cumplimiento de lo conseguido sobre el papel y para hacer de cada avance un nuevo impulso para una liberación sexual y social profunda. Una auto-organización que evite la tutela profesionalizada de nuestra lucha o su instrumentalización partidista, la coaptación mercantil del movimiento LGTBIQ por el “capitalismo rosa”, o las tentaciones de neutralizarlo e integrarlo en una regeneración de consensos que legitime el régimen patriarcal y antidemocrático de 1978.

Contra la ofensiva neoliberal que nos empobrece y oprime: el desmantelamiento de los servicios públicos, de los bienes comunes y la precariedad laboral creciente, atenta contra nuestras vidas y convierte nuestros derechos en artículos de lujo que no todas podemos pagar, y favorece dependencias materiales de tipo familiar, de pareja o con la beneficiencia. Así pues decimos:
  • La garantía de nuestros derechos no debe estar sujeto a ningún marco predeterminado de convivencia, forma familiar, estado civil, situación emocional, sexualidad, género, identidad, procedencia nacional o posibilidad de acogimiento familiar de origen.
  • Queremos las suficientes garantías de acceso a la vivienda, trabajo digno, servicios públicos de calidad y de cuidados que nos permita divorciarnos, separarnos, iniciar nuevas relaciones sentimentales, o no tenerlas, en total libertad y con independencia de condicionamientos materiales que acaban perpetuando la monogamia obligatoria y la familia tradicional como alternativa a la pobreza.
  • Contemos o no con un colchón familiar que nos acoja sin discriminación, los jóvenes LGBTIQ queremos tener derecho al trabajo y a vivienda digna que nos permita tener un proyecto personal de vida autónoma.
  • Tengamos o no una familia, decidamos tener o no hijos, queremos envejecer con la seguridad de que tendremos pensiones dignas y leyes de dependencia que garanticen nuestros cuidados cuando los necesitemos, rompiendo la idea de que se trata de un servicio prescindible y del ámbito privado.
  • El paro, la precariedad laboral y el ataque a las conquistas obreras de las sucesivas reformas laborales, otorgan mayor poder a la patronal en todos los sentidos, tanto para explotarnos económicamente como para oprimirnos según su ideología conservadora. Esta ofensiva al mundo del trabajo abre las puertas a la discriminación laboral creciente y de diferentes formas en función de nuestro sexo, identidad sexual, del grado de cumplimiento a las normas de masculinidad/feminidad o heterosexual, de nuestro estado civil, de salud o seropositividad, de la presencia o no de carga de cuidados, del color de nuestra piel, de la edad, del grado de adecuación a determinados cánones de belleza, etc.
Cambiemos el mundo, cambiemos la vida, necesitamos acompañar nuestra lucha de una dimensión estética y contra-cultural más general, para ir conformando un nuevo imaginario social alternativo y diverso que deje atrás los convencionalismos y costumbres que nos sitúan a las mujeres y LGTBIQ en la subordinación, marginación o invisibilidad de nuestras vidas y relaciones. Debemos combatir no sólo las prácticas opresivas contundentes (insultos, amenazas y agresiones) sino también las más sutiles (paternalismo, infravaloración y cuestionamientos de nuestras capacidades), alentando al mismo tiempo iniciativas contra-culturales que ofrezcan a la mayoría social trabajadora enfoques liberadores sobre la sexualidad y el cuerpo, fuera de lógicas de opresión y mercantiles.

Unir la crítica de la vida cotidiana y movimientos artísticos con la perspectiva de una revolución política y social profunda en ruptura con cualquier forma de explotación y opresión sobre las personas y el planeta, sigue siendo, en definitiva, el compromiso que adquirimos las y los anticapitalistas: cambiar el mundo para cambiar la vida, y viceversa.

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