Antonio Liz
La gran movilización de este 22 de marzo es toda una lección política. Se ha visto una vez más que el pueblo trabajador y los sectores populares son cualquier cosa menos un cuerpo amorfo. Pero no sólo quieren combatir, que es el primer paso para hacerlo, sino que empiezan a sacar conclusiones que en breve tiempo histórico pueden hacer posible generar una alternativa no sólo a este gobierno sino a este sistema político y social en el que vivimos.
Esta grandiosa demostración de energía social no se va a dilapidar porque ya se están sacando conclusiones que nos van a poner en el camino correcto. No sólo ya se ha identificado correctamente al enemigo principal, la burguesía financiera, sino que se empieza a ver como el sujeto histórico, el recambio político, empieza a asomar la cabeza.
Las consignas fueron múltiples, en ellas se condensaban no sólo la protesta sino también la aspiración a un mundo sustentado en la justicia social. Pero este mundo no puede venir caído del cielo ni a partir sólo de las buenas intenciones sino de la clase social que más está sufriendo la embestida de la crisis, la clase trabajadora. Son sus mujeres y sus hombres los que están padeciendo, más que ningún otro sector popular, los despidos, las rebajas salariales, los desahucios, la falta de vivienda, la congelación de las pensiones, la reducción de las prestaciones sanitarias y de la educación gratuita… Son también sus mujeres y sus hombres mayores los que con su cada vez más disminuida pensión hacen de colchón para sus hijos y sus nietos. Pero no será en vano este esfuerzo suyo porque ya está despuntando una nueva generación luchadora.
Las consignas de clase estuvieron más presentes que en grandes manifestaciones anteriores lo que es un indicio de que se empieza a recuperar la subjetividad política de la clase trabajadora. Los cortejos no eran sólo de mareas sino de trabajadoras y trabajadores en lucha, un ejemplo de esto lo tenemos en el hermoso cortejo de Coca-Cola donde unos cientos de trabajadores y trabajadoras acogieron en su seno y vitorearon continuamente a las compañeras de Panrico que iban en su cortejo en representación de esa lucha emblemática. Indicio de que ya empieza la clase trabajadora por abajo a sentir que unificar las luchas obreras entre sí y estas con las mareas es el camino correcto para luchar hoy y vencer mañana, para tener una táctica correcta que nos lleve al proyecto estratégico de conquistar el poder para ponernos a construir una sociedad alternativa, el socialismo.
Como ya es habitual en las últimas grandes movilizaciones, la policía juega el papel de provocador para intentar desprestigiar la movilización ante los ojos del sector amorfo de la sociedad. Pero este proceder diseñado en las esferas políticas de la burguesía y ejecutado por sus políticos del PP si bien tiene el efecto de seguir narcotizando a los sectores amorfos también tiene el efecto de soliviantar a la parte más dinámica de la mayoría social –cosas de la dialéctica, del movimiento, algo que el gobierno no puede controlar. Están jugando con fuego, para intentar desprestigiar a la hermosa y grandiosa movilización popular –y no se olvide que las columnas que llegaron a Madrid eran tan sólo una representación de la energía emancipadora que late en todo el Estado: es decir, con ser much@s no estábamos tod@s l@s que somos- la policía recibió órdenes de cargar cuando manifestantes se trasladaron a la calle Génova para protestar ante la sede del PP.
En una sociedad que fuera democrática protestar ante la sede del PP sería la cosa más natural porque representa la cueva de los bandidos y los ladrones sociales, el símbolo de la corrupción y de la basura que extiende por doquier la burguesía. Pero ante esta legítima protesta enfrente de la cueva de Ali Babá la policía carga queriendo convertir a los ojos de la sociedad la legítima protesta en un ejercicio violento. Pero este proceder represivo de la policía tuvo una contestación de dignidad social, muchos jóvenes se enfrentaron a la policía y en más de una ocasión la hicieron correr por la Castellana, cerca de la Plaza de Colón -como tuvimos oportunidad de ver. Y este hecho trae una información política de importancia capital, sectores jóvenes de la clase trabajadora ya empiezan a recuperar una tradición imprescindible del movimiento obrero: la organización de la autodefensa. Por supuesto, los fariseos ya están acusando en los medios de comunicación de violentos a los jóvenes que se han enfrentado directamente a las cargas policiales. Ya sabemos que para los jesuitas de la información cuando la clase trabajadora se defiende es violenta y sólo es alabada cuando pone la otra mejilla. No tengo la posibilidad de medir el ritmo del proceso histórico pero sí puedo decir por mi experiencia como trabajador y por mis modestos conocimientos de Historia que estamos en el comienzo de la recomposición de la subjetividad política de la clase trabajadora, el problema político central que tiene esta sociedad en la que vivimos. Este 22 de marzo ha sido una ola más de ese tsunami social que se aproxima. Señores de la derecha, su mundo no es eterno.
Madrid, 23, marzo 2014
La gran movilización de este 22 de marzo es toda una lección política. Se ha visto una vez más que el pueblo trabajador y los sectores populares son cualquier cosa menos un cuerpo amorfo. Pero no sólo quieren combatir, que es el primer paso para hacerlo, sino que empiezan a sacar conclusiones que en breve tiempo histórico pueden hacer posible generar una alternativa no sólo a este gobierno sino a este sistema político y social en el que vivimos.
Esta grandiosa demostración de energía social no se va a dilapidar porque ya se están sacando conclusiones que nos van a poner en el camino correcto. No sólo ya se ha identificado correctamente al enemigo principal, la burguesía financiera, sino que se empieza a ver como el sujeto histórico, el recambio político, empieza a asomar la cabeza.
Las consignas fueron múltiples, en ellas se condensaban no sólo la protesta sino también la aspiración a un mundo sustentado en la justicia social. Pero este mundo no puede venir caído del cielo ni a partir sólo de las buenas intenciones sino de la clase social que más está sufriendo la embestida de la crisis, la clase trabajadora. Son sus mujeres y sus hombres los que están padeciendo, más que ningún otro sector popular, los despidos, las rebajas salariales, los desahucios, la falta de vivienda, la congelación de las pensiones, la reducción de las prestaciones sanitarias y de la educación gratuita… Son también sus mujeres y sus hombres mayores los que con su cada vez más disminuida pensión hacen de colchón para sus hijos y sus nietos. Pero no será en vano este esfuerzo suyo porque ya está despuntando una nueva generación luchadora.
Las consignas de clase estuvieron más presentes que en grandes manifestaciones anteriores lo que es un indicio de que se empieza a recuperar la subjetividad política de la clase trabajadora. Los cortejos no eran sólo de mareas sino de trabajadoras y trabajadores en lucha, un ejemplo de esto lo tenemos en el hermoso cortejo de Coca-Cola donde unos cientos de trabajadores y trabajadoras acogieron en su seno y vitorearon continuamente a las compañeras de Panrico que iban en su cortejo en representación de esa lucha emblemática. Indicio de que ya empieza la clase trabajadora por abajo a sentir que unificar las luchas obreras entre sí y estas con las mareas es el camino correcto para luchar hoy y vencer mañana, para tener una táctica correcta que nos lleve al proyecto estratégico de conquistar el poder para ponernos a construir una sociedad alternativa, el socialismo.
Como ya es habitual en las últimas grandes movilizaciones, la policía juega el papel de provocador para intentar desprestigiar la movilización ante los ojos del sector amorfo de la sociedad. Pero este proceder diseñado en las esferas políticas de la burguesía y ejecutado por sus políticos del PP si bien tiene el efecto de seguir narcotizando a los sectores amorfos también tiene el efecto de soliviantar a la parte más dinámica de la mayoría social –cosas de la dialéctica, del movimiento, algo que el gobierno no puede controlar. Están jugando con fuego, para intentar desprestigiar a la hermosa y grandiosa movilización popular –y no se olvide que las columnas que llegaron a Madrid eran tan sólo una representación de la energía emancipadora que late en todo el Estado: es decir, con ser much@s no estábamos tod@s l@s que somos- la policía recibió órdenes de cargar cuando manifestantes se trasladaron a la calle Génova para protestar ante la sede del PP.
En una sociedad que fuera democrática protestar ante la sede del PP sería la cosa más natural porque representa la cueva de los bandidos y los ladrones sociales, el símbolo de la corrupción y de la basura que extiende por doquier la burguesía. Pero ante esta legítima protesta enfrente de la cueva de Ali Babá la policía carga queriendo convertir a los ojos de la sociedad la legítima protesta en un ejercicio violento. Pero este proceder represivo de la policía tuvo una contestación de dignidad social, muchos jóvenes se enfrentaron a la policía y en más de una ocasión la hicieron correr por la Castellana, cerca de la Plaza de Colón -como tuvimos oportunidad de ver. Y este hecho trae una información política de importancia capital, sectores jóvenes de la clase trabajadora ya empiezan a recuperar una tradición imprescindible del movimiento obrero: la organización de la autodefensa. Por supuesto, los fariseos ya están acusando en los medios de comunicación de violentos a los jóvenes que se han enfrentado directamente a las cargas policiales. Ya sabemos que para los jesuitas de la información cuando la clase trabajadora se defiende es violenta y sólo es alabada cuando pone la otra mejilla. No tengo la posibilidad de medir el ritmo del proceso histórico pero sí puedo decir por mi experiencia como trabajador y por mis modestos conocimientos de Historia que estamos en el comienzo de la recomposición de la subjetividad política de la clase trabajadora, el problema político central que tiene esta sociedad en la que vivimos. Este 22 de marzo ha sido una ola más de ese tsunami social que se aproxima. Señores de la derecha, su mundo no es eterno.
Madrid, 23, marzo 2014
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