Por Eduardo Nabal
Los periódicos y emisoras nacionales, en su sección internacional, están reduciendo a la mínima expresión lo que está sucediendo en Rusia.
Un genocidio selectivo que lleva a asesinar gays, lesbianas y transexuales con el consentimiento y/o colaboración de las “fuerzas de seguridad” de un Estado que esta camino de convertirse en uno de los más represivos de la historia reciente.
Luego las cuelgan en Youtube para regodeo o escándalo del público. Mientras aquí se sigue mirando a Venezuela en Rusia las jóvenes rokeras Pussy Riots siguen en la cárcel, la policía actúa con violencia ante las manifestaciones del Orgullo LGTB y las mujeres ven recortadas sus libertades. Hermosa la oscarizada Tilda Swinton sacando una bandera del arco iris en la plaza de Moscú. Como tuvo que sacarla en la Inglaterra de Tatcher con su amigo Derek Jarman .
Vergonzoso el silencio de algunos periodistas ante lo que no puede ser, si no lo paramos a tiempo, más que el comienzo de una masacre que crece silenciosamente. Moscú no cree en las lágrimas pero si en la lucha contra el silencio. Esa ciudad donde, si no lo evitamos, se celebrarán las próximas olimpiadas. Esas si tendrán sitio en la prensa, puede que hasta en la radio local. Pero no les demos más armas.
Podemos cantar con Madonna, bailar con las Pussy Riots, leer a Dostoievski mientras la Iglesia ultraortodoxa hace pactos con el gobierno de Vladimir Putin. Algo de eso sabemos aquí y ahora. De la colaboración de la Iglesia con la homofobia y el fundamentalismo político. No creo que nada de esto sea herencia del comunismo sino del fantatismo religioso y de la desestructuración producida por los violentos coletazos del capitalismo tardío, la organización social feudal y el rescate de los bancos.
Rescatemos pues a Rusia ya que allí están no sólo prohibiendo amar sino también, en ocasiones, vivir.
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