El 28 de junio de hace 45 años los actos de desobediencia de Stone Wall en Nueva York dieron inicio a los primeros movimientos de liberación sexual que se han extendido como la pólvora. Hoy como ayer, las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales y queer continuamos el combate contra un orden social heteropatriarcal y de género binario que regula y violenta nuestros cuerpos. Y lo hacemos desde nuestra visibilización cotidiana en el espacio público, y también en la ocupación de las luchas sociales, desde la movilización y la organización, para dar una batalla consciente y decidida por recuperar nuestras vidas y dignidad.
Exigimos soberanía sobre nuestros cuerpos, como una reivindicación bisagra compartida con otros movimientos y como horizonte universal de la lucha por la liberación sexual. Así, exigimos:
Creemos que para afianzar y profundizar estas conquistas, necesitamos de transformaciones sociales amplias por abajo y de la reactivación de un movimiento de liberación sexual radical, feminista, queer, no mercantil y no encerrado en sí mismo, sino abierto a otros frentes de lucha de colectivos discriminados, de mujeres, del movimiento obrero o contra la austeridad neoliberal, en los cuales inscribir también de forma transversal nuestra lucha.
Apostamos por la organización autónoma y democrática del movimiento LGTBIQ para garantizar el cumplimiento de lo conseguido sobre el papel y para hacer de cada avance un nuevo impulso para una liberación sexual y social profunda. Una auto-organización que evite la tutela profesionalizada de nuestra lucha o su instrumentalización partidista, la coaptación mercantil del movimiento LGTBIQ por el “capitalismo rosa”, o las tentaciones de neutralizarlo e integrarlo en una regeneración de consensos que legitime el régimen patriarcal y antidemocrático de 1978.
Contra la ofensiva neoliberal que nos empobrece y oprime: el desmantelamiento de los servicios públicos, de los bienes comunes y la precariedad laboral creciente, atenta contra nuestras vidas y convierte nuestros derechos en artículos de lujo que no todas podemos pagar, y favorece dependencias materiales de tipo familiar, de pareja o con la beneficiencia. Así pues decimos:
Unir la crítica de la vida cotidiana y movimientos artísticos con la perspectiva de una revolución política y social profunda en ruptura con cualquier forma de explotación y opresión sobre las personas y el planeta, sigue siendo, en definitiva, el compromiso que adquirimos las y los anticapitalistas: cambiar el mundo para cambiar la vida, y viceversa.
Exigimos soberanía sobre nuestros cuerpos, como una reivindicación bisagra compartida con otros movimientos y como horizonte universal de la lucha por la liberación sexual. Así, exigimos:
- Aborto libre para todas: despenalización, acceso universal, gratuito y en la sanidad pública, para adultas y menores; sin tutelas, ni informaciones sesgadas, ni periodos de reflexión.
- Acceso a técnicas de reproducción asistida universal, sin límite de edad y en la sanidad pública, independientemente del sexo, orientación sexual o de la presencia o no de pareja.
- Acceso gratuito a los anticonceptivos en los centros educativos, de salud y servicios sociales.
- Autodeterminación del propio género para las personas trans, sin necesidad de diagnóstico psiquiátrico ni hormonación, para formalizar el cambio registral en documentos identificativos.
- Acceso universal y gratuito a técnicas hormonales, endocrinas, quirúrgicas, psicológicas en el caso de las personas trans que decidan iniciar un proceso de reasiganción sexual, bajo autonomía de los y las usuarias; incluyendo la interrupción de la pubertad en caso de menores trans.
- Educación sexual: para disfrutar de la propia sexualidad, sin riesgos, con libertad y responsabilidad, rompiendo con la heteronormatividad y el binarismo de género, y dirigida también a la autoexperimentación y conocimiento del propio cuerpo.
- Denunciamos las prácticas de reasignación quirúrgica y hormonal binaria de los niños intersexuales, que no respondan a motivos de salud.
- Atención sanitaria universal, integral y participada de las personas seropositivas y migrantes.
Creemos que para afianzar y profundizar estas conquistas, necesitamos de transformaciones sociales amplias por abajo y de la reactivación de un movimiento de liberación sexual radical, feminista, queer, no mercantil y no encerrado en sí mismo, sino abierto a otros frentes de lucha de colectivos discriminados, de mujeres, del movimiento obrero o contra la austeridad neoliberal, en los cuales inscribir también de forma transversal nuestra lucha.
Apostamos por la organización autónoma y democrática del movimiento LGTBIQ para garantizar el cumplimiento de lo conseguido sobre el papel y para hacer de cada avance un nuevo impulso para una liberación sexual y social profunda. Una auto-organización que evite la tutela profesionalizada de nuestra lucha o su instrumentalización partidista, la coaptación mercantil del movimiento LGTBIQ por el “capitalismo rosa”, o las tentaciones de neutralizarlo e integrarlo en una regeneración de consensos que legitime el régimen patriarcal y antidemocrático de 1978.
Contra la ofensiva neoliberal que nos empobrece y oprime: el desmantelamiento de los servicios públicos, de los bienes comunes y la precariedad laboral creciente, atenta contra nuestras vidas y convierte nuestros derechos en artículos de lujo que no todas podemos pagar, y favorece dependencias materiales de tipo familiar, de pareja o con la beneficiencia. Así pues decimos:
- La garantía de nuestros derechos no debe estar sujeto a ningún marco predeterminado de convivencia, forma familiar, estado civil, situación emocional, sexualidad, género, identidad, procedencia nacional o posibilidad de acogimiento familiar de origen.
- Queremos las suficientes garantías de acceso a la vivienda, trabajo digno, servicios públicos de calidad y de cuidados que nos permita divorciarnos, separarnos, iniciar nuevas relaciones sentimentales, o no tenerlas, en total libertad y con independencia de condicionamientos materiales que acaban perpetuando la monogamia obligatoria y la familia tradicional como alternativa a la pobreza.
- Contemos o no con un colchón familiar que nos acoja sin discriminación, los jóvenes LGBTIQ queremos tener derecho al trabajo y a vivienda digna que nos permita tener un proyecto personal de vida autónoma.
- Tengamos o no una familia, decidamos tener o no hijos, queremos envejecer con la seguridad de que tendremos pensiones dignas y leyes de dependencia que garanticen nuestros cuidados cuando los necesitemos, rompiendo la idea de que se trata de un servicio prescindible y del ámbito privado.
- El paro, la precariedad laboral y el ataque a las conquistas obreras de las sucesivas reformas laborales, otorgan mayor poder a la patronal en todos los sentidos, tanto para explotarnos económicamente como para oprimirnos según su ideología conservadora. Esta ofensiva al mundo del trabajo abre las puertas a la discriminación laboral creciente y de diferentes formas en función de nuestro sexo, identidad sexual, del grado de cumplimiento a las normas de masculinidad/feminidad o heterosexual, de nuestro estado civil, de salud o seropositividad, de la presencia o no de carga de cuidados, del color de nuestra piel, de la edad, del grado de adecuación a determinados cánones de belleza, etc.
Unir la crítica de la vida cotidiana y movimientos artísticos con la perspectiva de una revolución política y social profunda en ruptura con cualquier forma de explotación y opresión sobre las personas y el planeta, sigue siendo, en definitiva, el compromiso que adquirimos las y los anticapitalistas: cambiar el mundo para cambiar la vida, y viceversa.
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