viernes, 15 de abril de 2016

EL SISTEMA CAPITALISTA Y PATRIARCAL: UN SISTEMA QUE PRODUCE MISERIA Y VIOLENCIA

¡No a las violencias machistas!

Son ya muchos los ejemplos que muestran a las claras que el capitalismo y el patriarcado son sistemas que producen miseria y violencia. El paro, la precariedad, los desahucios son muchos ejemplos de violencia que afectan siempre a l@s mism@s: a la clase trabajadora en general y a la mujer trabajadora en particular. A eso hay que añadirle también la violencia machista intrínseca a este sistema injusto. En efecto, el aumento de los feminicidios en los últimos tiempos vuelve a poner la violencia machista en el centro del debate político y sociaL. Sin embargo no se profundiza en la magnitud del problema y sus raíces, que no son otras que el sistema capitalista y patriarcal en el que vivimos.

No solucionará nada tratar de paliar los síntomas a base de leyes o medidas desde las instituciones. La violencia machista es estructural. Para acabar con ella es necesario un cambio más profundo que acabe con un sistema que busca el máximo beneficio en manos de unos pocos y se mantiene en base a todo tipo de opresión entre la que destaca la violencia machista. Esto sólo se lograra mediante la movilización sostenida en las calles, en los barrios y centros de trabajo. Sólo de esta forma se podrá aumentar el nivel de conciencia de la mujer trabajadora con el fin de erradicar la enfermedad real del patriarcado. Los asesinatos y la violencia física son quizás las formas más llamativas y visibles de las violencias que se ejercen contra nosotras, pero hay muchos otros tipos que todas sufrimos a diario: en casa, en la universidad, en el trabajo, en las calles, a través de los medios...

Sufrimos la violencia de este sistema capitalista y patriarcal en numerosos aspectos. Desde las cuestiones más simbólicas que sufrimos desde el momento en que nacemos y nos encorseta en roles de género que nos dictan cómo ser “buenas mujeres” y es ejercida a diario desde los medios, la publicidad, y la estructura social misma impuesta por el sistema, hasta la violencia que sufrimos en diferentes ámbitos que nos impide decidir sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestra propia vida como puede ser la cuestión del aborto libre pero también nuestra sexualidad.

Pero esto no se queda ahí. Las mujeres también sufrimos una violencia a nivel laboral, cuando nuestros puestos suelen ser inferiores a los de los hombres e incluso peor pagados (las mujeres cobramos un 22% menos que los hombres), cuando sufrimos con mayor crudeza la precariedad de los contratos temporales (un 74,35% de estos contratos son destinados a mujeres). También en el núcleo familiar padecemos a diario una violencia que nos recluye al hogar sin poder participar de las decisiones y la marcha de nuestra sociedad, la sociedad en la que también vivimos y que nos maltrata.
¿No cambiaría todo esto si la mayoría de nosotras (las trabajadoras, en casa o en la calle) pudiésemos formar parte activa de la política, la educación y la economía? Para esto es fundamental que los movimientos sociales, sindicales, políticos y demás organizaciones que luchan por cambiar la lógica social se llenen de voces de mujeres. Es una tarea central que las mujeres planten cara al capitalismo y al patriarcado desde todos los frentes.

Esto para nosotras no es una tarea sencilla, más difícil aún ahora que los agudos recortes en servicios públicos como en ayuda a la dependencia, nos afectan más a las mujeres, pues somos nosotras normalmente las trabajadoras de este servicio, y en las que finalmente cae este trabajo de cuidados, cargando gran parte del peso de la crisis sobre nuestras espaldas. Por no hablar de los sujetos más vulnerables como son las mujeres inmigrantes, expuestas a sufrir explotación laboral, discriminación por ser mujer y en muchos casos actitudes xenófobas.

Por último tenemos la violencia directa, la que golpea y asesina, la más feroz. Después de analizar cómo se estructuran los sistemas capitalista y patriarcal, y su alianza mortal para las mujeres, no es difícil entender que la violencia directa es consecuencia de toda una estructuración errónea de nuestra sociedad que debemos solucionar luchando fieramente por cambiar estos sistemas que van de la mano y que nos aniquilan poco a poco.

Todo esto nos hace reflexionar que la ley actualmente en vigor (Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), es un completo lavado de cara por parte del Gobierno y que no se va a solventar este gran problema político-social. Las respuestas que han dado tanto el PSOE como el PP respecto a esto han sido totalmente insuficientes. Por mucho que hagan medidas estéticas contra la violencia de género, la realidad es que los recortes, las reformas laborales, las dificultades para acceder a una vivienda, etc. agravan la situación de las mujeres y dificultan su autonomía económica y personal, lo cual supone un elemento central para el empoderamiento de las mujeres de clase trabajadora.

Es una cuestión de suma importancia que nos organicemos y encontremos la manera de dar la batalla contra este sistema capitalista y patriarcal que genera miseria y violencia hacia la clase trabajadora en general y a la mujer trabajadora en particular., y que tantas vidas está costando cada día en el mundo entero.

Es por eso que hoy en día se hace cada vez más necesario que el feminismo combativo y de clase alce la voz y se una para conseguir acabar con el machismo y toda la explotación que sufrimos la clase obrera en su conjunto, en confrontación directa contra el capitalismo y el patriarcado como estrategia a seguir.

NOS QUEREMOS VIVAS Y LIBRES

¡SEGUIMOS EN LUCHA!


¡ABAJO EL CAPITALISMO Y EL PATRIARCADO!

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