El viernes 20 de diciembre el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de Ley Orgánica de Protección de la Vida y del Concebido y los Derechos de la Mujer Embarazada. El título y los mecanismos no dejan de ser irónicos. Los derechos de la mujer se ven mermados una vez más por un Partido Popular que recorta derechos individuales desmontando servicios públicos, en nombre de la libertad, y liquidando los mecanismos de bienestar garantizados por el Estado
¿A qué nos enfrentamos?
En esta ocasión, el gobierno del PP arremete contra las libertades sexuales y reproductivas de las mujeres, imponiéndonos la maternidad y fomentando exclusivamente nuestro rol reproductor.
Con esta ley nos muestran una vez más su verdadera cara, conservadora y retrógrada. Desde
Se elimina el supuesto de la malformación fetal, con la excusa de no discriminar a los discapacitados. Por un lado, proclaman la defensa de los y de las más vulnerables, y por otra les atacan constantemente con su austeridad, reduciendo las ayudas a estas personas con autonomía restringida. Esta ofensiva neoliberal está aumentando su exclusión social, cambiando el Estado
El paternalismo machista de esta nueva regulación también se refleja en medidas como el aumento del período de reflexión obligatorio, que pasa de 3 a 7 días, tras recibir información y asesoramiento por profesionales sanitarios que carecen de la formación específica. Además, los abortos realizados fuera de los supuestos citados anteriormente pasan a ser delito, pero sólo será castigado el médico que los realice (de 1 a 3 años de cárcel). La mujer no tendrá consecuencias penales, ya que pasa a ser considerada una víctima. Si esta ley hubiera estado
¿Por qué ahora
Hay múltiples razones que llevan al PP y al ministro Gallardón a impulsar estas medidas. Los recortes y la austeridad también afectan a la base social del Partido Popular, cercenándola y haciendo que buena parte de su electorado tradicional esté dispuesto a mirar a otras opciones partidarias a la hora de dirigir su voto. Hacía falta un reagrupamiento de corte ideológico, ya que las políticas neoliberales empobrecen también a sus bases sociales. Si no hay éxitos económicos que vender, habrá que buscar otra clase de golpes de efecto. Ahora que se acercan las elecciones europeas y que la doctrina Parot y ETA ya no parecen ser tan rentables, hay que buscar un nuevo
El relanzamiento de este discurso, que parecía olvidado pero que aún subyace en parte minoritaria en la sociedad española, pretende mostrar a la mujer como una persona sin capacidad de decisión. Un sujeto pasivo incapaz de pronunciarse sobre su cuerpo y sobre su maternidad, y la subordina a terceras personas que actuarán como meros gestores de un derecho hasta ahora hasta cierto punto personal
En este caso es el Estado
Argumentan que quieren defender el derecho de las mujeres a ser madres, pero para ellos sólo son válidas las que pertenecen a una familia normativa heteropatriarcal. No hay que olvidar que han manifestado repetidamente su intención de limitar el acceso a las técnicas de reproducción asistida en la sanidad pública a las mujeres lesbianas y a las solteras
Otro de sus argumentos fundamentales es la "defensa de la vida", que bajo el gobierno del PP se reduce a los 9 meses de gestación, ya que una vez que se sale del útero materno, la mayoría de las personas están condenadas a una vida de miseria. No se defiende la vida, sino que se atenta contra ella. Las mujeres con embarazos no deseados se verán abocadas a abortar en clínicas clandestinas sin garantías de salubridad, o bien en el extranjero, si cuentan con los recursos económicos suficientes. Aunque la violencia se ejerce contra todas las mujeres, son las de clase trabajadora las más afectadas. Abortar en Londres, según los cálculos más moderados, puede costar 5000 euros en total. La lucha de clases llega así a los cuerpos de las mujeres.
Para disminuir el número
Este ataque, sumado a todos los efectuados sobre las mujeres desde
El ministro Gallardón, que alardea de la defensa de los derechos de las mujeres, debería establecer la implicación de las instituciones en la tarea de cuidados, ya que debe ser una tarea llevada a cabo por el conjunto de la sociedad y no exclusivamente por la mitad de ésta. Pero el PP prefiere cargar sobre las mujeres lo que recorta en bienestar. Así, la estrategia para
¿Qué hacemos?
La contrareforma del aborto es un ataque de extraordinaria gravedad. Los retos son enormes y no podemos permitirnos relegar esta lucha a un segundo plano. Es urgente otorgarle la centralidad política que merece. Esta ley nos impone precariedad y miseria material a las trabajadoras que necesitamos vender nuestra fuerza de trabajo para mantenernos, a la vez que institucionaliza la violencia sobre el conjunto de las mujeres. Porque violencia no es sólo el maltrato penado legalmente, violencia es también privarnos de los recursos materiales y legales para poder decidir lo que queremos hacer con nuestras vidas.
El aborto debe estar fuera del código penal, debe ser un derecho al que las mujeres podamos acceder de manera gratuita en la sanidad pública. Así pues, es necesario construir una propuesta alternativa que convierta el derecho a decidir sobre los cuerpos en una demanda transversal amplia, que agregue a sectores que tradicionalmente no tienen vinculación con el feminismo organizado o la izquierda militante, evitando caer en discursos autorreferenciales, construyendo una hegemonía basada en los derechos y en las libertades personales. El feminismo es una lucha por la democracia; todas y todos tenemos que asumir la responsabilidad que nos corresponde, para que nadie decida por nosotros.
Publicado originalmente en Praza Pública: http://praza.com/opinion/1554/democ...
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